¿Qué pensarías si te dijéramos que tu botella de agua, en lugar de ser una fuente de pureza, podría albergar un ejército invisible de fragmentos de plástico, más pequeños de lo que nuestros ojos pueden percibir? La realidad es intrigante y, a veces, desconcertante.
Un reciente estudio llevado a cabo por científicos de la Universidad de Columbia y la Universidad de Rutgers ha despertado preocupaciones sobre la Responsabilidad Social (RS) en el consumo de agua embotellada, que, contrario a su imagen de pureza, podría ser un reservorio silencioso de microplásticos y nanoplasticos, contaminantes plásticos microscópicos capaces de ingresar al torrente sanguíneo, de acuerdo con la revista Time.
Microplásticos: Una enemigo invisible en el agua embotellada
Durante años, los científicos han alertado sobre la propagación global de microplásticos, fragmentos cada vez más pequeños que resultan de la descomposición de los plásticos. Estas partículas, que varían en tamaño desde cinco milímetros hasta 1 micrómetro, se han encontrado desde la cima del Monte Everest hasta las profundidades de las trincheras oceánicas más profundas, con impactos aún desconocidos en la salud humana y del ecosistema.
Ante esta realidad, estudios previos revelaron que un solo litro de agua embotellada podría convertirse en un sorprendente reservorio de decenas de miles de partículas plásticas, todas fácilmente identificables bajo el lente de un microscopio. Sin embargo, estos análisis se vieron truncados al llegar al umbral de 1 micrómetro, siendo sus avances coartados por limitaciones tecnológicas.
¿Cuánto plástico contiene una botella de agua?
Pero las limitaciones que afectaron los estudios anteriores han sido superadas gracias al progreso científico. El estudio más reciente, publicado el 8 de enero en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, emplea una tecnología láser innovadora, creada por el biofísico de Columbia y coautor del estudio, Wei Min.
Este avance tecnológico permitió a los investigadores encontrar fragmentos de plástico aún más diminutos en el agua embotellada, aumentando significativamente la cantidad detectada. De hecho, la nueva tecnología logró identificar un promedio de 240 mil fragmentos de plástico por litro de agua embotellada.
Aproximadamente el 90% de las partículas fueron consideradas nanoplásticos, es decir, tienen un tamaño inferior a 1 micrómetro. A diferencia de los microplásticos, estos nanoplásticos tienen la capacidad de atravesar el sistema digestivo y respiratorio para ingresar al torrente sanguíneo. A partir de ahí, pueden alojarse en órganos como el músculo cardíaco, traspasar la barrera hematoencefálica para llegar al cerebro e incluso ingresar al cuerpo de los fetos atravesando la placenta.
Una revelación inquietante
No es sorprendente señalar que uno de los tipos de nanoplastico más frecuentes en las tres marcas populares de agua embotellada analizadas (aunque los científicos no revelaron los nombres de las marcas) fue el tereftalato de polietileno, conocido como PET, el plástico más utilizado en la industria de bebidas embotelladas. Es probable que estas diminutas partículas se liberen en el agua cuando apretamos la botella o cuando abrimos y cerramos repetidamente la tapa.
Otra variedad común de plástico que se encontró en las muestras de agua embotellada fue el nailon. Beizhan Yan, un profesor de investigación en geoquímica en el Observatorio de la Tierra Lamont-Doherty de Columbia, sugiere que estas partículas podrían originarse en filtros diseñados para purificar el agua. En resumen, el tipo de plástico más común en estas marcas de agua embotellada se libera en el líquido cuando manipulamos la botella, ya sea al apretarla o al abrir y cerrar la tapa, y otra fuente potencial de estos plásticos podría ser los filtros utilizados para purificar el agua.
Explorando los riesgos ocultos de los plásticos en la salud
Hasta ahora, hay poca investigación que explique exactamente qué sucede cuando los nanoplásticos ingresan al torrente sanguíneo. Aunque los efectos directos de estos minúsculos fragmentos aún no están completamente comprendidos, existe una considerable evidencia que señala que los productos químicos utilizados en la fabricación de plásticos pueden ser perjudiciales para la salud humana y la reproducción de mamíferos.
Incluso si los nanoplásticos en sí mismos no son perjudiciales, pueden desempeñar un papel como transportadores de sustancias químicas peligrosas presentes en la producción de plásticos, tales como bisfenoles, ftalatos, dioxinas, contaminantes orgánicos y metales pesados. Estas sustancias, en concentraciones elevadas, aumentan el riesgo de cáncer y afectan órganos cruciales como riñones, hígado, corazón, sistema reproductivo y sistema nervioso.
Además, existe la posibilidad de que estos nanoplásticos se acumulen a lo largo de la cadena alimentaria, lo que significa que podríamos estar expuestos a ellos a través de los alimentos que consumimos. En resumen, aunque aún estamos aprendiendo sobre los efectos directos de los nanoplásticos, la presencia de sustancias químicas dañinas asociadas con ellos plantea preocupaciones significativas para la salud humana y el medio ambiente.
Un llamado a la Responsabilidad Social Empresarial de las embotelladoras
La reciente revelación sobre la presencia masiva de nanoplásticos en el agua embotellada plantea un desafío significativo para la industria de embotelladoras y destaca la importancia de abordar la contaminación plástica desde una perspectiva de responsabilidad social.
El biofísico Wei Min advierte sobre el vasto mundo de nanoplásticos que aún está por explorar. Aunque constituyen el 90% del número de partículas de plástico en el agua embotellada, su peso es notablemente menor. Este hecho, lejos de brindar consuelo, resalta una verdad incómoda: no es el tamaño, sino la cantidad, lo que podría tener implicaciones cruciales para la salud humana.
El estudio más reciente sobre cuánto plástico hay en una botella de agua arroja luz sobre un aspecto invisible pero impactante de la crisis de contaminación plástica. Las embotelladoras, junto con otros actores, deben liderar la búsqueda de alternativas a los plásticos convencionales y promover prácticas que reduzcan la huella de contaminación.