«Algo está podrido en el Estado de Dinamarca» es una afirmación que hace mucho dejó de ser cierta.
El país escandinavo ha encabezado el ranking de países menos corruptos del mundo de Transparencia Internacional (TI) desde 2011, en buena medida por la confianza existente entre los daneses, quienes incluso dejan bicicletas sin candado en las calles y carreolas sin supervisar en las banquetas.
«La vida diaria es fácil porque la gente no se tiene que proteger a sí misma de posiblemente ser engañada. Confían en la Policía, el Gobierno, los burócratas y las cortes. Creen que el Estado es bueno y los ayudará», afirma Gert Tingaard Svendsen, politólogo danés experto en temas de capital social.
«Es hasta impensable para nosotros que alguien pida o dé sobornos», concurrió Knut Gotfredsen, director de la oficina danesa de Transparencia Internacional.
Tan sólo 1 por ciento de los daneses encuestados por TI en 2013 reportó haber dado una mordida, frente a 61 por ciento de los mexicanos que dijo haber pagado algún soborno a la Policía y el 55 por ciento que admitió haberlo hecho a un juez.
«Si te topas con alguien en Copenhague y le pides direcciones, no dudas que te está diciendo la verdad. Pero quizás si haces lo mismo en México, piensas que quien te da direcciones te está mandando a quién sabe dónde.
«No es una razón exacta y matemática, pero es la fundación de nuestra sociedad transparente: que confiamos», explicó Gotfredsen.
Esa confianza viene de lejos.
Ya en 1660, el entonces Rey Federico III instauró medidas que hoy aplaudiría Transparencia Internacional, como un servicio civil basado únicamente en el mérito, fuertes castigos para quienes recibieran regalos o dieran mal uso a fondos estatales y facilidades para reportar a quienes incumplieran sus deberes.
Ese afianzamiento ha significado, incluso, que muchas reglas de transparencia no tengan que ser escritas -Dinamarca ni siquiera tiene un organismo anticorrupción- para ser acatadas.
«Es tan simple como que si alguien es corrupto -que raramente sucede- otros le dirán a las autoridades y sabrán que la persona será sentenciada y el público informado», indicó Svendsen, de la Universidad de Aarhus.
De hecho, el único caso de corrupción que los expertos pudieron recordar se dio el año pasado, cuando fue revelado que una empresa de informática sobornó con viajes a funcionarios para hacerse con contratos.
«Fue tan inusual que todos estábamos sorprendidos», señaló Gotfredsen.
Fue la misma compañía, Atea, la que decidió volver pública la investigación policial. Los funcionarios involucrados fueron detenidos en dos meses y el director ejecutivo de la compañía fue despedido.
«Nos favorece que nuestra prensa es muy atenta, que hay muchos auditorías cuyos hallazgos se informan oportunamente. Si el ombudsman recomienda al Gobierno hacer algo, aunque no puede obligarlo, siempre acaban haciendo caso a sus sugerencias», indicó Gotfredsen.
Pero la experiencia centenaria de Dinamarca no debe ser vista como la única condición para el éxito en la lucha contra la corrupción.
«La desconfianza se puede volver confianza si se batalla a la corrupción con pasos concretos», apuntó Svendsen.
«Como la introducción de mayores castigos, que éstos sean aplicados, y el fortalecimiento de agencias anticorrupción independientes», dijo el académico, quien urgió a que la Auditoría Superior de la Federación del País se vuelva más transparente e independiente.
Por lo pronto, tras casi 200 años de relaciones diplomáticas, Enrique Peña Nieto se convertirá mañana en el primer protagonista de una visita de Estado mexicana a Dinamarca.
Fuente: Reforma