La Tierra, hasta donde sabemos, es el único planeta del universo que alberga vida, desde enormes ballenas azules y secuoyas hasta diminutas bacterias y hongos. Esta biodiversidad ambiental está íntimamente ligada al bienestar humano, pero a medida que las sociedades se han industrializado, es cada vez más claro que esta relación de equilibrio se ha visto afectada.
El calentamiento del planeta avanza a un ritmo sin precedentes. Para abordar este desafío global, expertos han señalado que otorgar derechos y protecciones legales a entidades no humanas, como animales, árboles y ríos, es esencial si los países quieren luchar contra el colapso climático y la pérdida de biodiversidad, según refiere The Guardian.
¿El ecocidio es un crimen internacional?
En el informe titulado Law in the Emerging Bio Age (2022) se menciona que los marcos legales son cruciales para regular cómo las personas interactúan con el medio ambiente y la biotecnología. En países como Ecuador y Bolivia ya se han consagrado derechos para el mundo natural, mientras que hay una campaña para convertir el ecocidio —cualquier acto ilícito o arbitrario perpetrado a sabiendas de que existen grandes probabilidades de que cause daños graves, intensos o duraderos al medio ambiente— en un delito procesable en la corte penal internacional.
La acción global resulta imperativa sobre la biodiversidad, quien ya está sufriendo por las acciones humanas. Al respecto, United Nations Foundation revela que actualmente la tasa de extinción es de 10 a 100 veces mayor que en los últimos 10 millones de años. Por ello, el informe de Law Society, el organismo profesional de abogados en Inglaterra y Gales, explora cómo la relación entre los humanos y la madre tierra podría recalibrarse a partir de dar derechos legales a animales en el futuro.
«Hay una comprensión creciente de que se debe hacer algo muy diferente si nuestros hijos van a tener un planeta para vivir que sea de alguna manera agradable».
Dra. Wendy Schultz, coautora del informe.
Derechos legales a animales son tendencia
De acuerdo con la Dra. Trish O’Flynn, coautora del informe e investigadora interdisciplinaria que anteriormente fue líder nacional para contingencias civiles en la Asociación de Gobierno Local, los marcos legales deberían ser «aptos para un futuro más que humano» y tener efecto en desarrollos como la modificación genética o ingeniería. Esto significa cubrir todo, incluidos ríos, robots y tejido cerebral cultivado en laboratorio.
Según O’Flynn, ocasionalmente creemos que existimos fuera de la naturaleza y que tenemos control sobre ella. «Pero en realidad, solo somos una especie diferente que vive en la naturaleza. Si piensas en la evolución como un proceso lineal, los humanos están en la parte superior del árbol evolutivo en ciertos aspectos. Aún así, el medio ambiente global es mucho más poderoso que nosotros». Y esto que está sucediendo con el cambio climático y la pérdida de biodiversidad está empezando a mostrar cómo pensamos al respecto.
«Un ejemplo de un derecho podría ser el desarrollo evolutivo, donde una especie y un individuo pueden alcanzar su pleno potencial cognitivo, emocional y social».
Dra. Trish O’Flynn, coautora del informe e investigadora interdisciplinaria.
O’Flynn explica que tal derecho aplicaría a las cerdas en los criaderos intensivos, los terneros separados de sus madres e incluso las mascotas. Y agregó: «Lo digo como amante de los perros. Restringimos su comportamiento para que se adapte a nosotros».
Responsabilidad sobre las acciones humanas en la naturaleza
En este contexto, la iniciativa de los derechos legales a animales plantea otras interrogantes sobre la ética en los avances de biotecnología, en relación con la recuperación de especies extintas y la erradicación de algunas existentes. Y es que científicos han estado debatiendo sobre la reintroducción de mamuts lanudos e incluso sobre la eliminación de los mosquitos, que transmiten enfermedades como la malaria.
Pero Wendy Schultz es enfática y precisa al respecto: «No somos lo suficientemente sabios para manejar todas estas capacidades y para manejar el efecto dominó de las decisiones que tomamos sobre nuestra relación con el entorno de vida». Por ello, incorporar un tipo de marco que contemple derechos legales a animales podría favorecer la vinculación legal y responsabilidad de las acciones humanas sobre la naturaleza.
No obstante, existen otros desafíos culturales ante la propuesta de ley. Los autores reconocen la resistencia potencial de tradiciones y creencias muy diferentes en algunos países occidentales, en comparación con Ecuador y Bolivia, donde los derechos a la naturaleza se otorgaron bajo gobiernos socialistas e influidos por creencias religiosas.
De acuerdo con Schultz, necesitamos cambiar la forma en que interactuamos con la naturaleza: «Esto es reconfigurar para ubicarnos donde siempre hemos estado y donde deberíamos pensar que pertenecemos, como solo un nodo en esta gran red de vida en el planeta».
