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De contaminación, pirotecnia y festejos

Forma y Fondo CXLI
Por: Pedro Silva Gámez

Es innegable la belleza polícroma de la pirotecnia, siempre asociada a la alegría, la fiesta y el color de una celebración importante. Ni qué decir del trabajo de sus artífices, su creatividad, su experiencia y conocimientos para manejar tan peligrosos materiales en los que no sólo les va la salud sino la vida misma, como ha ocurrido últimamente en varias comunidades.

En este año de festejos patrios han sido muchas las ceremonias que incluyeron el espectáculo de luz y color, o al menos el estruendo, las que fueron diurnas. Seguramente el más fastuoso fue el de la capital de la República, por las dimensiones del Zócalo, sin hacer menos a los otros estados.

Sin embargo poco se habla de lo que subyace después de la quema de tantas sustancias químicas. La explosión de la pólvora produce óxido nitroso, también usado como abono; bióxido de carbono, partícipe en el efecto invernadero y trióxido de azufre, presente en las erupciones volcánicas. Son sustancias que existen en la naturaleza, lo peligroso son las concentraciones y las combinaciones.

El colorido y los efectos de estas exhibiciones se consiguen al mezclar metales y sales con la pólvora, que después de su combustión originan mucho humo, liberando partículas metalíferas que al quedar suspendidas en el aire son inhaladas y pueden quedar profundamente en el pulmón, aun en proporciones pequeñas.

Hasta treinta elementos y compuestos químicos se han encontrado. Los niveles de plomo, cobre, estroncio, potasio, magnesio, aluminio, titanio, bario, antimonio y las concentraciones de óxido nítrico y dióxido de azufre se disparan en el aire circundante.

La sal perclorada, otro componente principal, crea un compuesto tóxico al combinarse con los metales pesados, produciendo el olor característico de los petardos y dañino al respirarse o al quedar en tierra o agua.

Las partículas suspendidas en el aire que inhalan los habitantes de las ciudades, originadas por las emisiones de vehículos automotores, fábricas, humo de cigarro, y otros gases de origen diverso, empeoran con el denso humo de los fuegos pirotécnicos.

Muchas de las recomendaciones par presenciar estos espectáculos parecen absurdas: no exponerse al humo para no afectar la salud, no inhalar los gases, colocarse en un lugar al que no lleguen los gases, colocar la exhibición de tal forma que el humo se aleje de los espectadores. Sería deseable, pero no aceptado por los asistentes. Ahí están los miles de espectadores que ignoran lo anterior, porque quieren estar cerca.

También algunos funcionarios cuyos señalamientos son en el sentido de que verificarán si afecta o no la quema de fuegos artificiales, ya que al ser días no laborables es menor la contaminación atmosférica. Olvidaron a la ciudadanía como parte del colorido y ambiente de la fiesta y que el tránsito vehicular aumenta porque las familias aprovechan para acudir a las celebraciones.

Hay que añadir que también están presentes la contaminación auditiva y lumínica, esta última por los destellos de luz ultravioleta, según estudios de la universidad india Jawaharlal Nehru. Además afecta el comportamiento de fauna y mascotas, y hay posibilidad de incendios, de los que hay antecedentes catastróficos. Las mascotas y animales silvestres alteran su comportamiento por el estrés derivado de las explosiones, que puede afectar sus ciclos reproductivos

Como alternativa ecológica, la pirotecnia ha incorporado el uso de de materiales ricos en nitrógeno o nitrocelulosa, reemplazando al perclorado, cuya combustión es más limpia y con menos humo. Pero al ser menos contaminantes son más costosas, motivo por el que en la mayoría de espectáculos pirotécnicos se utilizan materiales económicos a pesar de su impacto ambiental.

La incorporación de la tecnología no ha permanecido al margen del espectáculo. La informática y la electrónica son punto clave en este arte. Hasta hace unos años el artífice encendía directamente la mecha, con el riesgo que implicaba. Actualmente los castillos y figuras se disparan a prudente distancia mediante mecanismos electrónicos, consolas con controles y kilómetros de cable conductor de corriente eléctrica. Además de seguridad para los operadores, hay más creatividad desde diferentes puntos.

Y la modernización continuó. Ahora se incluyen sofisticados programas de computación que ordenan los intervalos de las explosiones con milésimas de segundo. Ahí nacieron las secuencias digitales o de fuego progresivo con efectos de abanico, recorridos, etc. Se logró el espectáculo piro musical en que al ritmo de una melodía las diferentes piezas detonan con cadencia y capricho.

El deporte tampoco quedó al margen. En los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 se sustituyeron los fuegos artificiales en parte por la agresiva contaminación ambiental de la ciudad y porque los efectos fueron más impresionantes al ser totalmente creados dentro de una computadora y superpuestos en video con sofisticados sistemas de seguimiento de cámaras.

En la próxima Olimpiada de Londres en 2012, el Comité Olímpico Internacional decidirá si prohíbe o no tan espectaculares despliegues pirotécnicos en las ceremonias de inauguración y clausura por el impacto ambiental y las implicaciones en el rendimiento de los deportistas.

La forma: el empleo de elementos naturales enriquece las celebraciones.

El fondo: evitar daños al medio ambiente, patrimonio histórico y a la salud.

Y no lo olvidemos: TODOS SOMOS NATURALEZA

Fuente: Acacia Fundación Ambiental A.C

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