Por: Josep M. Lozano
A cualquier persona más o menos vinculada al club de la RSE le resultan más o menos familiares organizaciones (y siglas) como por ejemplo GRI, Business in the Community, Global Compact, SAI, Caux Round Table, Domini Social Index, Business for Social Responsibility…, y muchos otros, claro está. Todos ellos son -a la vez- hitos y resultados de un proceso que en los últimos 30 años ha influido decisivamente en la agenda empresarial. Una influencia hecha a base de creatividad, compromiso, iniciativa e innovación social, y que se ha cobijado hasta hoy bajo la etiqueta de la RSE, aunque la desborda.
Este es un proceso en el que ya empieza a ser hora de hacer un cierto balance, y de levantar acta de su urdimbre. Conviene ya dirigir una cierta mirada hacia el itinerario seguido porque nos encontramos en una encrucijada en la que no podremos orientarnos bien sino incorporamos una perspectiva que nos permita separar el grano de la paja e identificar lo que pueden ser los puntos de apoyo para seguir avanzando. Esto es lo que ha hecho en el mundo anglosajón (por cierto: a ver cuando lo hacemos en nuestro país) Sandra Waddock, en su libro The Difference Makers, donde explora el camino que se ha seguido para ir construyendo el entramado de organizaciones, marcos institucionales y redes que configuran lo que ella denomina la infraestructura de la RSE.
Hasta aquí, puede pensar el lector, nada nuevo: interesante, pero convencional. Pero el trabajo de Sandra Waddock no lo es, de convencional. Porque ha hecho una aproximación a la cuestión que nos ocupa de la manera que, quizás, nos puede resultar más sugestiva a todos los lectores. Podríamos decir que su propuesta es pasar de los logos los rostros. Es decir: lo que nos interesa no es sólo saber y analizar cómo nació y creció la infraestructura de la RSE. Sino, sobre todo, qué movió e inspiró a las personas que impulsaron las iniciativas más relevantes que la configuran, cómo no perdierpn el aliento en las diversas dificultades que fueron encontrando, y cómo hoy siguen innovando sin quedar prisioneros de los resultados institucionalizados de su propia acción. Nosotros, hoy, vemos estas iniciativas más o menos consolidadas, pero ¿cómo y por qué determinadas personas las impulsaron, más allá de lo convencionalmente establecido? Es de esto, sobre todo, de lo que hoy podemos aprender. Por eso Sandra Waddock no ha sustituido su voz, sino que las ha dejado hablar.
Son perfiles y biografías muy diferentes y, al mismo tiempo, con algunos rasgos básicos compartidos. Cuando hoy vemos los logos institucionales y lo que está detrás de cada una de ellos, nos puede parecer que hay una trayectoria que responde a una cierta lógica. Pero todas ellas confirman que en sus orígenes hay más inspiración que planificación. En los orígenes hay mucha pasión, mucho no dejar de hacerse preguntas personalmente, y no dejar de compartirlas: preguntas sobre el estado del mundo, sobre el papel que juegan (y pueden jugar) las empresas, sobre qué papel personal hay que asumir ante esta realidad. Si evitamos ponernos demasiado grandilocuentes, podríamos decir que hay en muchas de ellas un cierto sentido de llamada o de misión ante la realidad que ven y viven. De hecho, muchas de estas personas ponen de relieve explícitamente que en algún momento de su biografía han vivido un momento fuerte que les ha hecho tomar la orientación que han tomado, no importa si este momento se identifica con una circunstancia concreta o con un destilado de su itinerario biográfico. Es lo que empuja a la acción, acción que, repito, tiene más direccionalidad que programación. Su pasión es hacer, hacer, hacer… e institucionalizar lo que hacen, dando lugar a las iniciativas que han configurado la infraestructura de la RSE. De esta acción apasionada nosotros sólo vemos logos como los que he citado al principio: GRI, Business in the Community, Global Compact, SAI, Caux Round Table, Dominio Social Index, Business for Social Responsibility …
Pero si en lugar de limitarnos a los logos prestamos atención a los rostros, esto nos lleva a una característica bien peculiar de muchos de estos perfiles: son una especie de activistas dentro del sistema, y decir eso ahora no es un oxímoron. Activistas que no paran de cuestionar lo que existe y de proponer alternativas. Y es ese aire de familia vital lo que explica, más que otras cosas, que muy a menudo hayan construido entre ellos redes y relaciones que multiplican el impacto de su acción. Hace poco hablé de los emprendedores sociales como unas personas que no se resignan a que la única alternativa posible sea entre apocalípticos e integrados. Muchas de las personas de las que estoy hablando se consideran a sí mismas emprendedores sociales. Si bien, en términos estrictos, quizá no les corresponde esta denominación, lo que es seguro es que han abierto una inmensa brecha entre los apocalípticos y los integrados, lo que es seguro es que son auténticos innovadores sociales. Son personas que amplían fronteras y que, como decimos en ESADE, inspiran futuros.
Y esto me lleva a una última cuestión, que considero muy relevante para nuestros tiempos. Son personas que configuran una tipología muy peculiar, que podemos calificar de pragmáticos con principios. Su pragmatismo es total, denso, determinante, con todos los ingredientes … pero un pragmatismo con conciencia. Hay que tener un pragmatismo y una eficiencia muy grandes para haber afrontado todos los retos que han afrontado. Pero hay que tener unos principios muy interiorizados para no perder la hoja de ruta –repito otra vez- para haber afrontado todos los retos que han afrontado. Es un pragmatismo con principios, pero que no está identificado con un discurso ideológico elaborado y coherente; es más: podríamos decir incluso que no es prisionero de ningún discurso ideológico elaborado y coherente. Ahora, hay siempre detrás de todo lo que hacen e impulsan un compromiso personal como la copa de un pino con valores como justicia, sostenibilidad, cambiar o mejorar el mundo en el que viven, holismo … y la convicción de que estos valores no se pueden impulsar sin las empresas, pero -sobre todo- sólo con un tipo de empresas, y aquí es donde se juega también el pragmatismo con principios. Todas estas personas viven la pasión de la transformación social, pero esta pasión no la canalizan elaborando una filosofía sobre cómo debería ser esta transformación, sino a través de una práctica transformadora, y es a partir de ella, en todo caso, como construyen su reflexión. Una práctica y una reflexión que, en resumidas cuentas, se orienta hacia un doble cambio: es necesario que la empresa contribuya positivamente al cambio social que estamos viviendo, y para hacer esto hay que cambiar sustancialmente la manera de entender y de gestionar a las empresas .
Lo que aún nos queda por saber es cómo se puede reproducir y multiplicar esta nueva especie de pragmáticos con principios.
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Josep M. Lozano
Profesor del Departamento de Ciencias Sociales e investigador senior en RSE en el Instituto de Innovación Social de ESADE (URL). Sus áreas de interés son: la RSE y la ética empresarial; valores y liderazgos en las organizaciones; y espiritualidad, calidad humana y gestión. Ha publicado sus investigaciones académicas en diversos journals. Su último libro es La empresa ciudadana como empresa responsable y sostenible (Trotta) Otros de sus libros son: Ética y empresa (Trotta); Los gobiernos y la responsabilidad social de la empresa (Granica); Tras la RSE. La responsabilidad social de la empresa en España vista por sus actores (Granica) y Persona, empresa y sociedad (Infonomía).
Ha ganado diversos premios por sus publicaciones. Fue reconocido como Highly commended runner-up en el Faculty Pionner Award concedido por la European Academy of Business in Society i el Aspen Institute. Ha sido miembro de la Comissió per al debat sobre els valors de la Generalitat; del Foro de Expertos en RSE del MTAS; del Consejo Asesor de la Conferencia Interamericana sobre RSE del BID; y de la Taskforce for the Principles for Responsible Business Education del UN Global Compact. En su página web mantiene activo un blog que lleva por título Persona, Empresa y Sociedad