Hace unos días, el diario británico The Times, publicó información que señalaba que ExxonMobil había violado su propio compromiso de no financiar más a grupos que ponen en duda la contribución humana al cambio climático. Hoy, ExxonMobil responde, pero…
El Times señaló que la compañía contribuyó el año pasado con cerca de un millón de libras a la campaña de grupos contra la imposición de controles gubernamentales a las emisiones de gases invernadero.
En 2007, ExxonMobil había publicado un informe titulado Corporate Citizenship Report (Informe sobre Ciudadanía Corporativa), en el que se comprometía a dejar de financiar a esos grupos y el año pasado volvió a dar seguridades de ello para atenuar muchas voces escépticas.
Ayer, la petrolera ExxonMobil desestimó lo publicado por The Times, señalando que éste distorsiona la posición de ExxonMobil con respecto al cambio climático. «En ExxonMobil tomamos muy en serio el tema de cambio climático y sus riesgos, los que nos exigen tomar acciones», puntualizó. La empresa subrayó que apoya a un amplio espectro de organizaciones académicas y de análisis de políticas públicas y que como cualquier otra empresa, evalúa de manera regular los apoyos financieros que otorga a terceros.
La cuestión aquí no es de financiamiento, sino de reputación corporativa. La pregunta es ¿A quién le cree la gente? ¿La sociedad es más proclive a pensar que The Times publicó un artículo con poco fundamento o a creer que ExxonMobil en verdad financia a estas organizaciones?
En otras palabras, la respuesta de la petrolera debe lucir más enfocada a los stakeholders y menos a sus shareholders. La ciudadanía corporativa debe vivir en el ADN de las compañías para que, en caso de que se presenten eventualidades como ésta, los grupos de interés puedan creer en la palabra dada. No olvidemos que el último gran derrame petrolero, antes del de BP, fue el del Exxon Valdez en 1989 (257,000 barriles de petroleo en la costa de Alaska), lo que implica que la compañía prácticamente debe mostrarse impecable si busca reposicionarse ante la sociedad.
Otros casos de petroleras y responsabilidad social
La situación trae a la memoria otros casos, como el de Shell en Nigeria, donde la compañía jamás obtuvo la licencia social y el choque entre la petrolera y las comunidades terminó con la salida de la empresa de la comunidad Ogoni y con la desatinada ejecución, por parte del gobierno, de los líderes de los grupos de protesta; situación que escaló hasta ser una caso internacional en el que Shell prefirió pagar 15,5 millones de dólares para zanjar la situación. El caso fue tan sonado que sin importar cuál fue la verdad, la reputación de Shell quedó fuertemente mancillada.
Asimismo aparece ahora el de BP y el derrame del Golfo. Para efectos de prestigio, ya no importa lo que la empresa haga, sino lo que hizo y dejó de hacer. Su reputación también ostenta hoy una enorme mancha tan oscura como el petróleo; y una cosa es segura, pasará mucho tiempo antes de que BP pueda siquiera hablar de medio ambiente o vuelva a ostentar con orgullo su logotipo verde.
La prueba ácida de la RSE
Por supuesto que el caso de ExxonMobil no se compara con estos dos, sin embargo el fondo vuelve a ser el mismo y la única pregunta que importa es ¿Pueden sus stakeholders creerle a la compañía cuando ésta habla? Ésa es la real prueba ácida de cualquier ciudadanía corporativa, de cualquier responsabilidad social.