Una de las metas que se debe cumplir para máximo el año 2030, dentro del marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (EDS) marcados por la ONU, es disminuir la pobreza extrema de cientos de millones de personas.
Sin embargo, en la actualidad son más de 2 millones de personas que se ven afectadas por la violencia y por conflictos económicos y políticos que existe en diferentes partes del mundo.
Para poder cambiar la realidad de estas personas, los inversores privados deberían invertir en dichas zonas, sin embargo no lo quieren hacer.
Los inversores se están fijando en el impacto de desarrollo, como una tasa de rentabilidad.Por ejemplo, Sarona Asset Management con sede en Ontario (Canadá), se dirige a los mercados emergentes y de frontera, invirtiendo capital de crecimiento en fondos de capital privado y empresas que beneficien a las comunidades locales y el medio ambiente. CrossBoundary, con sede en la ciudad de Washington (EE. UU.), proporciona servicios de asesoramiento y de inversiones a esos mismos mercados.
¿Cómo cumplir y ayudar a los países más frágiles?
Es importante que los inversionistas piensen también en las zonas de conflicto del mundo para poder cumplir con los ODS. Según datos del We Forum, se necesita con frecuencia que los Gobiernos y el sector privado trabajen de manera mancomunada. “Es necesario crear nuevos instrumentos financieros y plataformas que permitan mitigar el riesgo y fomentar el flujo de capital privado hacia mercados más complejos”.
Por su parte, la Corporación Financiera Internacional (IFC) ya ha ayudado a atraer inversión privada a una gran cantidad de mercados emergentes, utilizando fondos de pensiones privados y otros a fin de construir nuevas carreteras y autopistas en Colombia por un valor superior a los USD 24 000 millones, asociarse con inversionistas privados para suministrar energía solar fuera de la red a casi 500 000 personas en África oriental, y llevar la banca móvil a África al sur del Sahara. Hemos creado una serie de plataformas innovadoras, incluido el Programa de Carteras de Cofinanciamiento Administradas para Infraestructura, que han movilizado miles de millones en inversiones en los mercados más difíciles del mundo. Estos inversionistas están dispuestos a ir a los países en desarrollo porque IFC ayuda a preparar el camino hacia dichos lugares, absorbiendo parte del riesgo.
Son muy pocos inversionistas quienes “les están echando ojo” a las zonas vulnerables y afectadas por conflictos. Según Brookings Institution, “de las 1600 alianzas público-privadas de la USAID [Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional] desde 2001, un tercio se encuentra en los 50 países de la lista de Estados frágiles”.
La mayoría de esos países tienen un buen potencial en términos de desarrollo, sin embargo les hace falta tecnología, un mayor acceso a los servicios de salud, oportunidades educativas y servicios bancarios.
Es necesario que los inversionistas corran más riesgos en los países que requieren ayuda, esto con el fin de exterminar a la pobreza e impulsar un crecimiento. Todavía existen países, como África que no tienen un acceso a la economía digital.
Es necesario que los inversionistas corran más riesgos en los países que requieren ayuda, esto con el fin de exterminar a la pobreza e impulsar un crecimiento.
Cabe mencionar que la Asociación Internacional de Fomento (AIF) del Banco Mundial creó recientemente un Servicio de Financiamiento para el Sector Privado dotado de USD 2500 millones para propiciar inversiones del sector privado en los países más pobres, en particular en Estados inestables y devastados por guerras.