Robert Lustig tiene dos objetivos. El primero es que el azúcar sea tratado como una droga peligrosa, similar a la cocaína, el tabaco o el alcohol. El segundo es más ambicioso: regular a la industria alimenticia para que venda «comida real».
Lustig, pediatra endocrinólogo y experto en obesidad infantil de la Universidad de California, San Francisco, es una de las figuras más reconocidas de un movimiento joven en Estados Unidos que le ha declarado la guerra al azúcar, una droga «oculta»: el 74 por ciento de los alimentos que se consiguen en los supermercados tiene azúcar agregada.
En los últimos 50 años, el consumo global de azúcar se triplicó, mientras que la población se duplicó.
Ese aumento y el uso excesivo ha sido una de las principales razones del avance de la obesidad, diabetes (tipo 2) y de enfermedades coronarias, y científicos lo han vinculado con el cáncer, pérdida de memoria y Alzheimer y envejecimiento.
Lustig explica el avance del azúcar con un argumento simple: es una droga.
Al ingerir azúcar, el cerebro libera dopamina, un neurotransmisor, en un área del cerebro llamada el «núcleo accumbens», conocida como la «zona cero» para las adicciones.
A medida que se ingiera más azúcar, el cerebro reduce la cantidad de dopamina que libera, por lo cual hay que consumir cada vez más para obtener el mismo placer.
«No hay ninguna duda de que el azúcar conduce a tolerancia de la misma manera que la cocaína, la anfetamina, la nicotina, el alcohol o la heroína», afirmó Lustig.
«Y la industria alimenticia lo sabe», agregó.
Erika Montoya, Editora de la revista Ser Padres, dejó el azúcar por razones de salud.
Ahora, usa sólo miel.
«No me siento cansada, con sueño, no me hace falta. Me siento mejor», afirmó.
Knut Røed, un noruego amante del deporte, ensayó el mismo camino, pero no le resultó fácil.
«Lo más difícil fueron las primeras dos semanas. Ansiaba azúcar instintivamente a donde fuera. Tuve dolor de cabeza y, la verdad, me sentí enfermo», recordó.
La industria alimenticia, afirmó Lustig, vende alimentos que son perjudiciales para la salud porque tienen azúcar agregada (existen al menos 61 tipos de azúcares distintos en alimentos en Estados Unidos) para ser más deliciosos, y, además, porque ayuda a preservar los alimentos.
«Tenemos que lograr que sea racional para la industria alimenticia ganar dinero vendiendo alimentos reales. Necesitamos un nuevo modelo de negocios para los alimentos, y para empezar tenemos que cambiar lo que está empujando el consumo de comida hoy, y eso es el azúcar», afirmó el experto.
Los estadounidenses han comenzado a tomar nota: creen que el azúcar es más dañina que el cannabis, según una encuesta que realizó el periódico The Wall Street Journal y la cadena NBC.
Cuando se les preguntó qué sustancia creían que era la más dañina, el 49 por ciento dijo el tabaco; 24 por ciento, el alcohol; 15 por ciento, el azúcar, y 8 por ciento, la mariguana.
Brian Kennedy, Director de Comunicaciones de la Asociación de Productores de Víveres (GMA, según sus siglas en inglés), uno de los principales grupos de cabildeo de la industria alimenticia, dijo en un intercambio de correo electrónico que la industria está «comprometida al objetivo de reducir las tasas de obesidad y fomentar estilos de vida saludables.
«El exceso de consumo de cualquier alimento o ingrediente calórico, incluido el azúcar o alimentos con azúcares añadidos, puede conducir a la obesidad u otras consecuencias negativas para la salud importantes», matizó.
Elogio a México
México es uno de los pocos países del mundo que han impuesto un impuesto a las bebidas azucaradas para combatir la obesidad, una medida celebrada por Robert Lustig, pediatra de la Universidad de California, San Francisco, quien se encuentra en la primera línea de la ofensiva contra el azúcar.
«Los impuestos son la medida más simple, rápida y efectiva», afirmó Lustig.
México, Noruega, Francia, Hungría y Finlandia han implementado un «impuesto a las sodas» para combatir la obesidad, una medida similar a la que se aplica para reducir el consumo de cigarrillos.
En Estados Unidos, lo votantes de Berkeley, California, aprobaron en un referendo en las últimas elecciones legislativas la imposición de un impuesto a las sodas.
La medida comenzará a aplicarse el 1 de enero de 2015 y será el primer experimento en Estados Unidos que intentará controlar el consumo de bebidas azucaradas y se sumará al resto de políticas implementadas para contrarrestar la epidemia de obesidad del país.
El antiguo Alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, intentó reducir el tamaño de los vasos de bebidas azucaradas, pero la medida sucumbió ante una férrea Oposición de los sectores libertarios y conservadores, que tildaron al filántropo de «niñera» por querer inducir los hábitos de consumo de los estadounidenses.
Fuente: Reforma