Alemania se convirtió ayer en la primera gran potencia industrial en renunciar a la energía atómica tras el accidente que tuvo lugar en la central nuclear japonesa de Fukushima como consecuencia del sismo y posterior tsunami del pasado 11 de marzo.
El Gobierno de coalición alemán anunció que, en diferentes etapas, las 17 plantas nucleares del país habrán dejado de funcionar a finales de 2022 y centrará sus esfuerzos en desarrollar energías verdes.
«Somos la primera gran nación industrial que da el viraje hacia las energías renovables», dijo la Canciller alemana, Angela Merkel, cuya decisión se ha visto influenciada por Fukushima y el repunte de Los Verdes en recientes elecciones regionales como consecuencia de lo ocurrido en la central japonesa, el peor accidente nuclear desde Chernobil.
Y es que, hace apenas unos meses, a finales de 2010, la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Merkel y sus socios del Partido Liberal Demócrata (FDP) reformaron la ley de desconexión nuclear aprobada en 2002 por el Gobierno de su antecesor, Gerhard Schröder, según la cual las centrales alemanas cesarían sus operaciones hacia 2021, prorrogando la vida útil de las plantas del país en un promedio de 12 años.
Aquel movimiento de la Canciller y su Gobierno en favor de la energía nuclear como «tecnología de transición» hacia las renovables generó un movimiento antinuclear en Alemania que se tradujo en numerosas protestas y se acentuó tras el accidente de Fukushima.
Ante lo que algunos ven como una rectificación del Gobierno respecto a su política anterior, el país europeo tendrá ahora que hallar vías para sustituir al sector nuclear, que genera 20 por ciento de la electricidad que consume.
Empresas eléctricas han advertido que el apagón nuclear elevará los precios, hará crecer el número de centrales de carbón y obligará al país a importar energía, lo que podría aumentar el número de centrales atómicas en naciones vecinas como Francia y República Checa, reportó la BBC.
Además, muchas de las plantas alemanas que dejarán de funcionar en 2022 operan en el sur del país, abasteciendo a las grandes industrias de Munich o Stuttgart, lo que plantea la necesidad de construir una inmensa red de cables de alto voltaje que atravesaría algunos de los más bellos parajes naturales de esas regiones, a lo que se oponen los ecologistas.
«No se trata sólo de saber cómo salimos de lo nuclear sino también a qué velocidad y con qué ambición ingresamos en las energías renovables», señaló ayer la copresidenta de Los Verdes, Claudia Roth.
Merkel esbozó las líneas a seguir: «No sólo queremos renunciar a la energía nuclear para el 2022, también queremos reducir 40 por ciento nuestras emisiones de dióxido de carbono y duplicar nuestra generación de energías renovables, de casi 17 por ciento en la actualidad a 35 por ciento».
Además, explicó que el Gobierno prevé medidas para reducir en 10 por ciento el consumo eléctrico de la nación antes de 2020 y añadió que para cubrir el vacío que dejará el sector nuclear se construirán centrales eólicas, pero también de carbón, el más contaminante de los combustibles.
La pasada semana, Suiza anunció su propio apagón nuclear para 2034 y la cancelación de los nuevos reactores que tenía previsto construir. Sin embargo, no parece que los otros 15 países europeos que poseen centrales nucleares vayan a emprender el mismo camino.
El Primer Ministro francés, François Fillon, descartó ayer que su país vaya a optar por esa vía, y la comisaria europea del Clima, Connie Hedgaard, pronosticó que la energía nuclear seguirá siendo una realidad durante en Europa durante cierto tiempo.
Fuente: Reforma, Internacional, p. 15.
Publicada: 31 de mayo de 2011.
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