Una granja atestada de árboles secos y sin plantar, en el ejido Dr. Domingo Chanona muestra con claridad lo sucedido con el programa federal ProÁrbol.
Pueden verse al menos tres centenas de árboles muertos, arrumbados.
A decir de los habitantes, aquellos llevaban más de mes y medio así, porque no hubo reforestación.
La mayoría en la comunidad esperaba los árboles porque deseaba trabajar y ganar el jornal, pero se los mandaron fuera del tiempo de lluvias y nadie quiso plantarlos.
Los pocos que sobrevivieron fueron los que vecinos se llevaron para delimitar terrenos o sembrar en sus milpas.
Pero en El Cedral, un predio comunitario de 75 hectáreas que por decisión del ejido se destinarían al rescate ecológico, no se plantó un solo árbol.