En casi dos años han renunciado o han sido despedidos más de 35 integrantes.
La Compañía Nacional de Danza atraviesa por un conflicto laboral. Más de 35 miembros han dejado la institución, hay denuncias de maltrato y acoso laboral ejercidos por su directora artística, Laura Morelos, y por el personal docente y administrativo.
Los intérpretes que manifestaron su desacuerdo por las medidas tomadas por Morelos han padecido las consecuencias: fueron sometidos a órdenes que pusieron peligro su salud: fueron despedidos, no se les renovó contrato o han renunciado ante las presiones que padecieron por meses y por no tolerar más el ambiente hostil y las pocas oportunidades de crecimiento.
«En México sólo lo que está documentado en un papel existe», dijo en entrevista el bailarín australiano Jesse Inglis. Bajo esta premisa, la compañía se burocratizó. De marzo de 2013, cuando fue nombrada Laura Morelos como directora, a diciembre de 2014, los bailarines generaron más de 30 oficios con solicitudes que iban desde la compra de suministros básicos del área de fisioterapia hasta denuncias por «hostigamiento laboral por parte de la dirección y del jefe de personal artístico, Gabriel Rizo», 10 cartas de quejas con prácticamente la misma petición, 20 renuncias de bailarines y siete de personal técnico y administrativo. Además de seis bailarines y dos maestros despedidos. En total, en un año y 10 meses, 35 personas han dejado de formar parte de la compañía.
En entrevista reciente, Morelos indicó no tener datos sobre cuántos intérpretes han dejado de formar parte de la compañía durante su gestión. «Soy una directora del lado artístico», dijo.
Aseguró que haría llegar la información al respecto a través de la dirección de Comunicación Social de INBA, pero al cierre de la edición no se obtuvo el informe.
Morelos reconoció que en casi dos años «ha habido movimientos». «Ha habido gente que siente que ya no quiere seguir bailando porque ya les duele el cuerpo, personas que se quieren ir a criar a sus hijos y hay otros que se quisieron ir». Para los seis bailarines entrevistados por este diario, nunca antes se habían registrada tantas bajas en tan poco tiempo.
Sobre los despedidos, Morelos reconoció que durante su gestión sólo al bailarín Harold Quintero le fue rescindido el contrato, por que mostró problemas de sobrepeso y de técnica y no las modificó en el tiempo establecido.
Respecto a las quejas documentadas, la ex bailarina reconoció que había «un par» y aceptó mantener «diferencias» con algunos integrantes porque «es difícil caerte bien a 70 bailarines».
La Compañía Nacional de España, organismo público que pertenece al Instituto Nacional de las Mes Escénicas y de la Música, por número de integrantes y por ser financiada por el Estado, es similar a la agrupación mexicana; en su caso, en cuatro años no ha registrado una baja.
La tormenta
No sólo el inusual movimiento de personal y de intérpretes generó inquietudes entre los bailarines, también que los maestros comenzaron a registrar en papel y en fotografías lo que consideraban actos de indisciplina. Los intérpretes contabilizaron 48 reportes en dos semanas. El fenómeno, nunca antes visto en la compañía, fue considerado por los bailarines como acoso laboral.
En una carta fechada en agosto de 2014 expusieron que les parecía «excesiva, arbitraria, injusta y poco transparente la expedición de dichas amonestaciones», porque causaban un «ambiente laboral insano».
En entrevista, Laura Morelos reconoció que para mantener la disciplina fue necesario realizar lo que llamó «extrañamientos», pero dijo ignorar el número registrado y aseguró que ya no existen a petición de los bailarines y para trabajar a partir de «la buena fe».
Las quejas por conductas irrespetuosas también alcanzaron a los maestros de la compañía; en una carta fechada en junio de 2014, firmada a nombre de los 70 bailarines, se solicitó a la dirección «buscar soluciones para crear un entamo laboral ameno para todos y así promover un ambiente propicio para la danza que hacemos día con día».
Jessie Inglis, quien por su buen desempeño formó parte del programa de «Estrellas de la CND», implementado por Morelos, era representante de los bailarines y estaba indentificado por sus compañeros como uno de los que mostró más iniciativa para resolver los conflictos. Por ejemplo, en una junta que los representantes de los bailarines sostuvieron con la directora del INBA, María Cristina García Cepeda, el bailarín le explicó a la funcionaria que en diversas ocasiones le enviaron oficios solicitando que el área fuera renovada. Ante el comentario, Laura Morelos informó a los bailarines que a partir de una primera visita de la directora a las instalaciones de la compañía, se «consiguió» que en una semana se arreglara un cubículo.
«Cuando bajé a ver las instalaciones ime dio pena!, e inmediatamente dije que los bailarines tenían que tener un espacio digno y que esto no podía estar así, por eso se arreglaron los baños y otras cosas», comentó García Cepeda a los intérpretes.
Sin embargo, en entrevista con este diario, Morelos indicó que el área de fisioterapia comenzó a ser remodelada el 19 de enero de este año y aseguró que no se había realizado ninguna compra de material ni remodelación alguna durante los últimos meses porque «no había presupuesto»; el monto ejercido para la adquisición de material y remodelación no lo pudo precisar.
Inglis renunció en diciembre pasado tras meses de «hostigamiento laboral». Lorena Kesseler renunció a la representación de bailarines, Erick Santamaria, también representante, estaba a la espera de aceptar un periodo más. Para ayer martes debió decidirse quiénes son las nuevas voces cantantes de los bailarines.
Fuente: El Universal