Desabasto alimentario Global (y local…)

Forma y Fondo CLIV

A lo largo de la Historia del Homo Sapiens, el control de los granos alimenticios y el agua, ha sido decisivo para el bienestar y el progreso de los pueblos. Iniciando con el trueque, siguió el uso de metales, piedras preciosas y monedas: la compra-venta y la especulación, con base en la oferta y demanda. Fue a partir de los años ochenta del siglo pasado en que los grandes capitales especulativos irrumpieron con fuerza en el mercado de los cereales, nicho que había permanecido a cierta distancia de ellos.

Dicen los expertos que el alza de precios en alimentos y materias primas y sobre todo su volatilidad, resulta de la entrada de miles de millones de dólares de capital especulativo al mercado de los comodities, como consecuencia de la caída de los grandes mercados, antecedente de la actual crisis financiera mundial.

A mediados de este año se calcula que la Tierra llegará a siete mil millones de habitantes. Cada día aumenta en cientos de miles la cantidad de hambrientos en todos los países. De ellos casi mil quinientos millones vivirán por debajo de la línea de la pobreza. Pero qué significa línea de pobreza o umbral de pobreza. Es el nivel de ingreso mínimo, necesario para tener un estándar de vida. De ahí que los que viven por debajo de tal estándar, son los que milagrosamente sobreviven con un dólar o menos al día.

Como respuesta, en el inicio de esta segunda década del siglo XXI se han agudizado las manifestaciones sociales, hasta llegar al grado de revueltas que derrocan gobiernos. Apenas sucedió en Egipto, pero sus efectos se extienden a Jordania, Yemen, Túnez, en el norte de África, y ya alcanzaron Asia; es el principio. El fenómeno, aumentó su fortaleza e influencia gracias a las redes cibernéticas. Ya se denominan como revoluciones sociales de internet.

Los motivos que originan tales reacciones, tienen cierta similitud con la actualidad mexicana. Los impuestos, combustibles y alimentos siempre en ascenso. La corrupción y su hermana la impunidad son inmensas, profundas y sistemáticas, con grandes atropellos desde los círculos de poder. La convivencia social en crisis, es resultado del gran déficit democrático. Existe una brecha que se agranda entre gobernantes y gobernados, que deriva en más lejanía y falta de identidad. La población juvenil con o sin estudios sufre por igual la falta de oportunidades para crecer como individuos y contribuir a fortalecer el tejido social.

Por si faltaba algo, la noche del 3 al 4 de febrero pasado heló intensamente dañando más del setenta por ciento de la cosecha a campo abierto, de tomate, pepino, pimiento morrón y otros vegetales. A raíz de ello, entrevistado el Secretario del ramo acerca de los daños causados en los cultivos, en los estados de Baja California, Coahuila, Chihuahua, Durango, Sonora y con mayores pérdidas en Sinaloa y Tamaulipas, dio a entender que todo está bajo control.

Recordaba que en el 2009 la suma de hectáreas agrícolas siniestradas fue muy parecida a la de 2011 y la única diferencia es que aquella la originó la sequía y esta el frío. Pero sigue lo bueno. Continuó diciendo que en ese año no se habían afectado ni los precios ni el abasto de productos, por lo que el resultado tiene que ser similar en esta ocasión.

De ser así, entonces los efectos desastrosos y penurias para los miles de campesinos y jornaleros que se desplazan cada año de Veracruz, Tabasco, Oaxaca, Chiapas y a veces de países vecinos del sur, no son preocupantes. No importa que no reciban ingresos por la falta de trabajo en los campos agrícolas, que no tengan para comer ni para enviar dinero a sus familias, para satisfacer sus legítimas y mínimas necesidades, ni siquiera para regresar a sus lugares de origen, en esta ocasión con menos de lo que llevaban al salir.

Sería genial para la imagen de cualquier político, hacer un ejercicio sociológico intentando vivir un mes con los ingresos ya no de un jornalero que es ínfimo, sino con un salario mínimo de alguno de los millones de empleados, burócratas o no, que mal viven en todo el país. La moneda queda en el aire.

El desastre agroalimentario está ahí desde antes de las heladas. Para los varios millones de campesinos que no están arropados con la dádiva oficial, es un agrocidio, una muerte lenta por ser el ramo en el que menos se ha invertido debido al espejismo de la importación de granos, pero del que depende la población; el abasto alimentario es materia de seguridad nacional.

Aunado al panorama mundial, el caldo de cultivo está preparado para un aumento record en los precios internacionales, además de las casi inexistentes reservas públicas de alimentos.

En los últimos lustros han levantado la voz por igual organizaciones de pequeños y medianos agricultores, agroindustriales, académicos, investigadores, y ONG’s sin olvidar a la ciudadanía, llamando a reconocer los errores del modelo agroalimentario nacional y proponiendo políticas públicas viables, acordes a las necesidades actuales. Sin embargo tales propuestas ni se ven, ni se escuchan y menos se atienden.

La forma: sigue la constante de, cómo resolver el problema porque ya está aquí y más grande.

El Fondo: la lejanía y desconocimiento para proyectar a mediano y largo plazo, pero más, entender el alcance de la previsión.

NOTA: ya somos muchos más para celebrar LA HORA DEL PLANETA, el próximo sábado 26 de marzo a las 20:30 hrs.