En un nivel práctico, simplemente no podemos reciclar para salir del daño que los desechos plásticos están causando a nuestro mundo, nuestro medio ambiente y a nosotros mismos. Es por eso que es hora de considerar el nuevo concepto de desciclar, es decir, reducir a cero el uso de plásticos de un solo uso.
Terminas de almorzar y te paras frente a una serie de contenedores de basura con los colores del arcoíris, cada uno con un propósito específico y claramente etiquetado. Dejas tus compostables en el verde, tu plástico en el azul y lo que queda en el marrón. Luego subes al vehículo híbrido o eléctrico de tu elección y te marchas con una pequeña sensación de satisfacción por haber hecho del mundo un lugar más sostenible. Pero, ¿realmente lo hiciste? De acuerdo con Sustainable Brands, la respuesta es no.
La dura verdad es que, ya sea que coloques tu botella de agua vacía en el bote del color correcto o simplemente la arrojes directamente a un desagüe pluvial, es probable que todo termine en el mismo lugar: flotando en el océano con miles de millones de otros pedazos de residuos plásticos.
El reciclaje como concepto es un empeño noble y digno; pero, desafortunadamente, ha estado muy por debajo de lo que se necesita para reducir significativamente la cantidad de desechos que ingresan a nuestro ecosistema, especialmente en el caso de los plásticos de un solo uso.
¿De qué sirve desciclar?
Un estudio publicado por la Agencia de Protección Ambiental encontró que en 2018, poco menos del 9% de los 35.7 millones de toneladas de plástico de consumo generados en los EE. UU. se reciclaron en nuevos productos. Y, si bien ese es un número deprimentemente bajo, un segundo estudio de Bennington College encontró que en realidad había caído al 5% para 2021.
Otro estudio, realizado por McKinsey, encontró que aproximadamente de cinco a diez millones de toneladas métricas de desechos plásticos fueron arrojados al océano en 2018. Ese número creció a medida que la pandemia provocó un aumento en la demanda de productos de plástico de un solo uso, incluyendo máscaras faciales, guantes, batas de hospital y otros equipos médicos relacionados.
Estos números dejan en claro que el reciclaje por sí solo no hará una mella significativa en las montañas de desechos que inundan nuestros océanos, vías fluviales y vertederos. No es exagerado decir que los desechos plásticos que llenan nuestros océanos representan un desastre natural, porque el plástico constituye el 80% de los desechos marinos. Esto no solo es mortal para la vida marina, sino que también se descompone y finalmente encuentra el camino de regreso a nuestros cuerpos en forma de microplásticos.
El problema del comercio de plásticos
Como si eso no fuera suficiente, la fabricación de botellas de plástico también contribuye en gran medida al cambio climático: la producción de solo cuatro botellas libera emisiones equivalentes a conducir más de un kilómetro en automóvil.
Una de las principales razones por las que el reciclaje se queda corto es que el plástico nuevo o «virgen» sigue siendo más barato de comprar que el plástico reciclado. Además, el comercio de plástico reciclado se vio gravemente interrumpido en 2018 cuando China, que alguna vez importó la mitad de los desechos plásticos reciclables del mundo, prohibió su importación. Puesto que varios otros países del sudeste asiático siguieron su ejemplo.
A nivel individual, esto puede parecer desalentador, considerando el alcance del problema; pero hay varias formas en que podemos, dentro de nuestras propias vidas, contribuir activamente a reducir los desechos plásticos. Entre ellas desciclar.
¿Cómo podemos desciclar?
Una de las soluciones más sencillas y efectivas es utilizar una botella de agua recargable en lugar de una de plástico de un solo uso. El consumidor estadounidense promedio bebió un poco más de 170 litros de agua embotellada en 2020, considerando que el tamaño estándar de una botella de agua de plástico es de 500 mililitros.
Eso significa que una sola persona que cambie a una botella de agua reutilizable podría ahorrar aproximadamente 340 botellas de agua de plástico al año. Ampliando ese número a una familia o incluso a una comunidad o empresa, se puede ver cómo solo un pequeño cambio puede reducir la cantidad de plástico que obstruye nuestro ecosistema en miles de botellas.
Si bien no existe una solución milagrosa para proteger el medio ambiente, la eliminación gradual de nuestra necesidad de plásticos de un solo uso, desde pajillas hasta bolsas de compras y tapas de café, es uno de los pasos más poderosos que podemos tomar como individuos para terminar con este desastre plástico y construir un mundo más sostenible. Simplemente cambiando de una botella de agua desechable a una reutilizable, podemos tener un impacto real y medible en la cantidad de estos desechos no biodegradables que contaminan nuestros recursos más preciados.