Por Kenya Giovanini
Todos en algún momento de nuestra infancia, hicimos alguna travesura o tuvimos un mal comportamiento que nos dejó sin el privilegio de salir a jugar con nuestros amigos o nos mantuvo sentados escribiendo largas planas sobre lo que es correcto e incorrecto.
Sin duda una de las frases más aterradoras de nuestra niñez fue: “no sales al recreo”, eso por no hablar de la temible regla que atemorizó a varias generaciones y que aún después de desaparecida formó parte de las leyendas urbanas de los salones de clase.
Así los regaños, castigos y distintos métodos disciplinarios aplicados por los profesores pasaron a formar parte de nuestras historias personales, las de nuestros padres y nuestros abuelos; y por qué no decirlo de uno que otro cuento de terror.
Afortunadamente los tiempos cambian, las reglas y los golpes en las manos han desaparecido de la lista de acciones disciplinarias y las instituciones emprenden cada vez más esfuerzos por erradicar toda forma de violencia dentro y fuera de las aulas. Un vivo ejemplo de ello es la escuela primaria Robert W. Coleman ubicada en Baltimore, que decidió estas sanciones a través de una iniciativa bastante peculiar. ¿Cómo?
En alianza con Holisic Life Foundation, este instituto sustituyó el temido “no sales a jugar” por una sesión de meditación para aquellos estudiantes que presentan mal comportamiento. La llamada política de meditación fue integrada recientemente a su plan de estudios y los resultados han sido evidentes, pues desde que el programa se puso en marcha, los casos de detención se han detenido prácticamente por completo.
La asociación se ha generado a través de los trabajadores sociales de la escuela, la enfermería y escuela de psicología que a menudo mandan a los alumnos a la sala para ayudarlos con problemas de ansiedad, estrés, jaqueca, problemas de estómago o emocionales”.
Al llegar a la sala correspondiente, los niños comienzan con una plática dirigida durante cinco minutos a los cuales siguen quince más de meditación guiada. De acuerdo a las necesidades de cada estudiante esta terapia puede o no incluir ejercicios de respiración y yoga. Una vez pasados 20 minutos, los estudiantes reciben una retroalimentación y permiso para reintegrarse a sus actividades regulares.
La sala de meditación es un oasis de calma disponible en cualquier momento del día. Los alumnos tienen la opción de mandarse a sí mismos a la “Mindful Moment Room”, o bien los profesores pueden enviar a los estudiantes que no se porten bien o entorpezcan el transcurso de la clase para que reciban asistencia individual con autorregulación emocional, según comparte el sitio web de Holisic Life Founation.
Entre los beneficios que aporta la meditación para la salud se encuentra el reforzamiento del sistema inmunológico, reduce el estrés, mejora las habilidades y permite que la energía fluya de manera más positiva, además de que puede ayudar a despejar la mente.
Integrar esta práctica de manera temprana en el desarrollo de los niños, les permite canalizar de forma más responsable sus emociones y acciones, también fomenta un espacio de creatividad y calma.
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Esta nueva iniciativa puede ser la solución para sustituir los métodos de castigo que en ocasiones más que reparar el daño, pueden incentivar más violencia o un mal comportamiento.
Tan sólo 20 minutos de meditación al día puede influir para que el comportamiento no sólo de los alumnos sino de las personas en general, mejore. Ojalá más escuelas integren prácticas como está a su modelo de estudio.