La emergencia sanitaria ha ocasionado miles de muertes alrededor del mundo, generado consecuencias catastróficas en la economía y disminuido la capacidad de generar empleos. Por ello, no es casual que en la actualidad cantidad de personas se encuentren en una crisis financiera.
De acuerdo con El Economista, la primera ola de la pandemia en América Latina y el Caribe (ALC) terminó con 31 millones de trabajos. Y el desempleo se concentró en mujeres y jóvenes con bajo nivel educativo que trabajan en la informalidad y en personas de la tercera edad.
Sumado a ello, un estudio reciente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) señala las malas condiciones del mundo laboral en América Latina y el Caribe.
Pandemia de desempleo
El mundo aún no logra alcanzar la situación pre-pandémica y aunque es cierto que no todas las industrias decayeron, la realidad es que la mayoría atravesó dificultades de adaptación.
Por lo que una de las enseñanzas que ha dejado la pandemia es la necesidad de robustecer los sistemas sanitarios a nivel mundial, pero también las economías, ya que se observa que las consecuencias fueron de diversa índole para las economías mundiales.
En 2020 el PIB de América Latina y el Caribe cayó en un 7% (comparado con un 4,7% en economías avanzadas y un 2% con otras economías emergentes).
Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
En México, prueba de ello es que en 2020 el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) reportó que más de 12 millones de personas dejaron de percibir ingresos por su trabajo, y aunque esta situación se está revirtiendo no es suficiente, e incluso se recrudecen más las desigualdades.
En la actualidad, 6 de cada 10 trabajadores forman parte del empleo informal en México, o en otras cifras, un aproximado de 31 millones. Esto de acuerdo a la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) correspondiente al trimestre abril-julio de 2021 presentada por el INEGI.
Tales cifras dan una idea del incremento en el empleo informal y las dificultades que conlleva, además de agudizar el desempleo en grupos vulnerables. Sin embargo, así como los efectos a las economías no han sido iguales, lo mismo sucede con la sociedad.
Desempleo para grupos vulnerables
Para dar una idea del desempleo para grupos vulnerables, basta recordar que el BID señala que las personas trabajadoras con nivel educativo bajo han perdido entre 3 y 4 veces empleo en comparación con las de una alta educación, especialmente mujeres.
Con el propósito de dimensionar la situación actual, diversos organismos internacionales la comparan con las consecuencias que dejó la Segunda Guerra Mundial. El desempleo para grupos vulnerables se concentra en dos factores: género y nivel educativo.
Género
En México, la tasa de desempleo de las mujeres fue ocho veces superior a la de los hombres. Incluso de acuerdo con el BID, la pérdida de trabajo por edad y género se dio de la siguiente manera en nuestro país:
- 14 a 24 años: Hombres -6.24%. Mujeres -11.19%.
- 25 a 34 anos: Hombres -2.50%. Mujeres -4.02%.
- 35 a 55 años: Hombres -0.96%. Mujeres -3.44%.
- 56 a 70 años: Hombres -4.31%. Mujeres -11.21%.
Tal como señalan los datos anteriores, la pérdida de empleo para las mujeres siempre fue mayor en todas las edades. Salta a la vista que la juventud y la vejez fueron los sectores que perdieron más empleo, aunque claramente el porcentaje mayor lo ocupan las mujeres.
Con estos datos se infiere que el desempleo para grupos vulnerables está encabezado por mujeres jóvenes y de la tercera edad y, a pesar de que los hombres también se ven más vulnerables en esos rangos de edad, el porcentaje sin duda refleja mayor afectación a las mujeres. Ahora bien… ¿qué pasa con el nivel educativo?
Nivel educativo
El Banco Interamericano de Desarrollo tomó como variable la cantidad de años de estudio y el género para medir la pérdida de empleo. La cantidad de años va de 0 a 8 años (nivel secundaria), 9 a 13 años de estudio (en México equivale a preparatoria); y de 14 años o más (equivalente a educación superior o más).
Con estos referentes claros, a continuación se muestran los datos obtenidos por el BID:
- 0 a 8 años: Hombres -6.27%. Mujeres -11.29%.
- 9 a 13 años: Hombres -2.40%. Mujeres -7.72%
- 14 años más: Hombres 0.97. Mujeres 1.55%
En estos datos resulta relevante que tanto hombres como mujeres con mayor cantidad de años de estudio no cayeron en el desempleo, de hecho el porcentaje se incrementó, además son las mujeres quienes tienen un porcentaje mayor.
Sumado a estos dos factores, se añadió la tecnología, pues en México, Uruguay y Chile entre el 35% y el 60% de los trabajadores de alta educación estaban teletrabajando, mientras menos del 10% de los trabajadores con baja educación pudieron hacerlo, lo cual hace evidente que la pandemia profundizó las desigualdades.
Pese a este panorama poco alentador, la realidad es que es un área de oportunidad para la Responsabilidad Social Empresarial (RSE), ya incentiva a que las empresas no solo generen empleos, sino que se involucren con su comunidad para evitar el desempleo para grupos vulnerables, y fortalezcan sus organizaciones en beneficio de los sitios en donde tienen operaciones.
Me parece que todos los datos que se vierten en la nota son interesantes, pero más que eso son graves y no sólo en nuestro país, podemos comprobar con preocupación que los estragos que está dejando esta emergencia sanitaria son estratosféricos a nivel mundial; 31 millones de empleos perdidos tan sólo en América Latina y El Caribe.
Pero esta nota de Margarita Romero podría quedarse corta si consideramos las cifras que la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que estima que los daños de la COVID-19 a largo plazo traerán consigo una lenta recuperación del empleo y riesgo de mayor desigualdad y demográfica, más pobreza y menos trabajos dignos; y lo que es peor, nos revela que la pandemia no terminará en un corto plazo y al menos hasta 2023 el crecimiento del empleo no logrará compensar las pérdidas que en cada continente ha dejado. El déficit de puestos de trabajo derivado de la crisis mundial llegará a los 75 millones en 2021 para luego reducirse a 23 millones en 2022.
En mi opinión personal, sigue siendo una cifra terrible y, lamentablemente para nosotros los mexicanos pienso que la alarma sigue y seguirá en rojo mientras el actual gobierno siga evadiendo sus obligaciones y responsabilidades en general, pero en particular en materia de salud y de generación de empleos. No hay día en que se registren más muertes por su incapacidad para manejar la crisis sanitaria, y sumémosle que lejos de solucionar la complicada agenda nacional, todo el tiempo se mete en problemas, peleándose con todo actor político, institución, o empresa que se atreve a protestar o quejarse de su ineptitud, o por hacerle ver su incapacidad para resolver cada problema que aqueja a nuestro país. Son muy mencionados los últimos conflictos con la UNAM y la Organización Mundial de la Salud (OMS), que una vez más lo dejan mal evaluado. La verdad es que es inevitable no contextualizar cada tema con su mal gobierno. En mi opinión, es inevitable no hacer mención de sus errores en cada tema que se aborde.
Como cita la autora del artículo, una de las enseñanzas que ha dejado la pandemia es la necesidad de robustecer los sistemas sanitarios a nivel mundial, pero también las economías, lecciones que a nosotros los mexicanos nos convendría aprender, empezando por el ilustre jefe del Ejecutivo.