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NoticiasDesenmascarar el tabaquismo aporta, pero lo que detiene la enfermedad es conocerla

Desenmascarar el tabaquismo aporta, pero lo que detiene la enfermedad es conocerla

Aunque México está suscrito desde el 2004 y ratificado en 2008 al Convenio Marco para el Control del Tabaco de la OMS, el cual prohíbe la promoción, publicidad y patrocinio del tabaco, en los tratamientos para detener el tabaquismo se siente la influencia de la promoción de la industria tabacalera que siempre tiene que ver con modelos deseables de imitar. En la Clínica del Tabaco S.C. oímos de los fumadores que consumen un promedio de 6 o 7 cigarros al día, responder a la pregunta de ¿por qué empezaste a fumar? con “por imitación, curiosidad”, o “para sentirme grande”.

Las razones por las que se empieza a fumar no son las mismas por las que se continúa fumando. Es fundamental entender esto para poder ayudar a los que actualmente padecen de tabaquismo. Fumar tabaco no es un gusto, es una enfermedad que ha hecho perder el balance natural del sistema nervioso central, creando la necesidad fisiológica de consumir tabaco y que está probado exacerba la necesidad de consumir alcohol. Es el tabaco el que provoca el abuso del alcohol, no al revés. La interacción es terriblemente destructiva para el ser humano ¿o a qué crees que se debe la cruda?

Si bien es cierto que los fumadores son honestos en sus respuestas, también es cierto que les hace falta el entendimiento de la adicción fisiológica que la nicotina desarrolla muy rápido en el sistema nervioso, especialmente en los cerebros de los jóvenes, que aún no han desarrollado las conexiones neuronales suficientes para echar mano de todos sus recursos. La nicotina tiene una forma química tan parecida a un neurotransmisor que trabaja en el cerebro, que cuando este alcaloide vasoconstrictor venenoso llega a él, literalmente modifica la forma en la que nuestro órgano de raciocinio opera.

Esto es debido a que el cerebro ha evolucionado para cumplir las funciones elementales de supervivencia del ser humano, que son alimentarse, hidratarse, reproducirse, estar con los más necesitados, ganarse la vida, trascender, etc. Cuando la nicotina llega al cerebro, tergiversa esas funciones, haciendo que el consumidor de nicotina experimente una ansiedad que nunca hubiera existido de no haber ingresado a su cuerpo este insecticida. Ahora hay que incluir a la lista fumar.

La Encuesta Nacional de Adicciones (ENA) 2008 refiere que el inicio de consumo de tabaco se da a los 13.7 años de edad y la Encuesta de Tabaco y Juventud del 2009 indica que hasta 20% de los menores que experimenta con nicotina lo hace antes de cumplir 10 años. “Si bien hay que considerar los factores de riesgo, es más importante entender y explicar que la nicotina es un químico con capacidades de degradación neuronal extremadamente potentes”, subrayó Eduardo Hernández, fundador de la Clínica del Tabaco S. C.

Lo anterior es relevante porque está bien documentado que 26% de los consumidores de tabaco perdió el control sobre él tan sólo después de haber fumado de 3 a 4 cigarros; 44% después de 5 a 9 cigarros. El 82% de los hoy 17.3 millones de fumadores en el país ya fumaba regularmente antes de cumplir 18 años. Si somos serios en la intención de detener el tabaquismo, el abuso del alcohol y uso de sustancias en México, debemos llegar a los niños y jóvenes durante la educación secundaria antes que las tabacaleras.

Los fumadores no saben que la nicotina es un tóxico dos veces más potente que el veneno de la araña viuda negra, tres veces más tóxico que el veneno de la serpiente de cascabel. Los cerebros de los fumadores son más pequeños que los cerebros de los no fumadores, simplemente porque la nicotina destruye el tejido neuronal. Impactando en las capacidades cognitivas, de memoria, de dimensionamiento y entendimiento de procesos cotidianos. “La buena noticia es que dejando de inhalar este vasoconstrictor venenoso esas capacidades empiezan a recuperarse”, enfatizó el autor del libro Cómo dejar de fumar ¡definitivamente! y prevenir otras adicciones de Editorial Trillas recién presentado a medios y líderes del sector salud.

Con el conocimiento correcto, entregado de forma asequible, en un proceso entendible, los niños y jóvenes pueden tener claridad de los efectos que la experimentación con nicotina traerá a su organismo. Es difícil encontrar a un niño que tenga gusto por el tabaco, por el contrario, los pequeños encuentran el hedor del tabaco repugnante y desagradable. Es hasta que socialmente se encuentran ante la presión de los pares o inician la experimentación con el tabaco por curiosidad que la nicotina llega a su cerebro. En ese momento tienen las probabilidades en su contra.

El cerebro humano no termina su formación hasta entrados los 30 años. Es raro encontrar fumadores que iniciaron el consumo en sus 30’s o 40´s. Casi todos los fumadores comenzaron la experimentación con el tabaco cuando estaban en sus primeros 20 años de vida. A los jóvenes les conviene saber que debido a la inhalación del humo producto de la combustión de una planta seca se ingiere monóxido de carbono, que es un gas extremadamente venenoso.

Es de hecho el gas de desecho que se desprende de los tubos de escape de los coches. Debido a ello, su organismo, incluyendo a su cerebro, pierde de un 15 a un 20% de su capacidad de oxigenación y el cerebro trabaja con oxígeno y glucosa, no con monóxido de carbono y nicotina. Esto representa en la vida cotidiana un 15% de incapacidad en cualquier actividad que se vea involucrado. El fumador se va adaptando, cada vez con menos capacidad neuronal, cada vez inhalando más nicotina, hasta que el daño es irreversible y las consecuencias fatales.

A pesar de que en el humo de la combustión de la planta del tabaco se desprenden más de 7,000 productos químicos, entre los que destacan 81 conocidos cancerígenos, sólo hace falta entender tres. La nicotina, el monóxido de carbono y el alquitrán para comprender por qué los números oficiales refieren que México pierde cada año más de 65,000 mexicanos en edad productiva. No en sus 80’s o 90’s, sino en sus 40’s o incluso a edades menores.

Es la suma de los esfuerzos de la academia, la iniciativa privada y el gobierno lo que permitirá liberar a México de este pesado lastre que de acuerdo con los estudios del 2008 del Instituto Nacional de Salud Pública, le cuesta al país $75,200 millones de pesos en diagnóstico, tratamiento y rehabilitación de enfermedades por fumar que causan la muerte. Hay que subrayar que ese estudio sólo considera cuatro de las 34 enfermedades mortales por tabaquismo, por lo que se supone que los números son aún más grandes.

Revertir la epidemia del tabaquismo es posible, sin prohibir o coaccionar, sino llegando a nuestros niños y jóvenes con programas preventivos que generen resultados, como el Programa de Prevención del uso de nicotina, sustancias y abuso del alcohol de la Clínica del Tabaco, que en tres horas de trabajo expone de forma simple y objetiva a los muchachos la fisiología, para de forma objetiva comprender la psicología que se desarrolla cuando sustancias como la nicotina llegan al cerebro.

Además de la educación en tratamiento y prevención, aún tenemos retos importantes en la restricción de la venta de cigarros por unidad en cualquier esquina y la de la exhibición de tabaco en las tiendas de conveniencia de todo el país. Reto que deberá enfrentar con éxito la actual administración estatal y federal en línea con el Convenio Marco para el Control del Tabaco de la OMS y en beneficio de nuestra población.

Comunicado de Prensa

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