América Latina es la región donde más diversidad de culturas hay, así como la más urbanizada y al mismo tiempo la más desigual. En este lugar, la diferencia es muy marcada entre los que más y menos tienen.
Es más del 80% de la población en esta región que vive bajo esta tendencia de urbanización y al parecer es una constante.
El primer cambio se vivió en 1963 cuando América Latina dejó de ser una región con población predominantemente rural y campesina, para comenzar con el cambio y convertirse en una urbana.
De esta manera, sus habitantes también aumentaron. En 1950 el 41% de la población vivía en ciudades, en contraste con el 2010 donde la cifra llegó al doble: 82%.
Para 2050 se estima, según el Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (ONU-Hábitat) que la tasa de urbanización en la región será del 89% de la población.
Sin embargo, como sostiene Marcelo Corti en su libro La ciudad posible: “Este dato no es un indicador de desarrollo sino más bien de las contradicciones propias de la región. Gran parte de lo que llamamos ciudad es en realidad un aglomerado sin calidad, carente de los servicios y atributos que definen lo urbano”.
De acuerdo con información de El País, las ciudades en los países en desarrollo crecen de forma muy rápida en dos aspectos simultáneos.
Primero, por el crecimiento de su tamaño de población a causa del crecimiento natural, la inmigración rural, el aumento en la esperanza de vida. También se expanden físicamente a medida que la población demanda más espacios para vivienda y que las industrias, sobre todo que consumen una mayor cantidad de suelo se desplazan del centro hacia la periferia urbana.
El crecimiento de las ciudades trae consigo consecuencias: contaminación del suelo, agua y aire; desplazamiento de sectores sociales más pobres o campesinos por la demanda de espacio para la vivienda, así como la privatización de espacios públicos, el incremento de la pobreza urbana y de la violencia, el aumento del uso de transporte privado y la incapacidad del transporte público para atender a la demanda, calles y avenidas con poco o nulo mantenimiento, falta de infraestructura para que la industria se desarrolle, etc.
Otra de las variables también es la migración, puesto que en la búsqueda de una mejor vida y mejores oportunidades, los ciudadanos que se encuentran principalmente en zonas rurales migran hacia las ciudades más pobladas.
Pasan a engrosar los cordones periféricos de las principales ciudades. El crecimiento demográfico desmedido, el mal uso del suelo, la falta de respeto a las planificaciones urbanas (en caso de existir) hace que las ciudades se encuentren imposibilitadas de dar respuestas reales a las demandas de los nuevos vecinos en cuanto a provisión de servicios públicos, viviendas, movilidad, espacios públicos, espacios de cuidado.
Estas son las desigualdades que marcan la decisión de migrar a las ciudades. Por lo tanto, es necesario que se tengan sociedades más justas en su territorio y trabajar en conjunto para lograrlo.
Según Gonzalo Quilodán, director de la Asociación Civil Estudios Populares Salta, en un artículo para El País, dice que la planificación urbana tiene que ser abordada desde la complejidad de los problemas que presentan las ciudades en los países en desarrollo y en coordinación con gobiernos locales próximos y gobiernos locales rurales no tan próximos.
En tal sentido, existen siete puntos que el autor del texto considera relevantes:
- Primero, atendiendo a las diferentes demandas de los habitantes, suelo, construcción de viviendas, transporte y vías de comunicación.
- Segundo, estableciendo las condiciones para que las industrias aprovechen las economías de escala que ofrece la aglomeración urbana, por ejemplo, la eficiencia en el traslado de personal, los proyectos de infraestructura y la dotación de servicios públicos.
- Tercero, asegurar el desarrollo social de sus habitantes y vecinos, garantizando el acceso a los servicios de salud, educación, agua, cloacas, electricidad; pero también, el respeto a los espacios públicos y la protección de la propiedad de las personas, así como su seguridad.
- Cuarto, fortalecer el cuidado del medio ambiente, haciendo eficiente la separación y recolección de desechos y sancionando a empresas contaminadoras e impulsando e incentivando el transporte no contaminante.
- Quinto, la planificación tiene que ser pensada en términos metropolitanos e involucrar a otros territorios, ya que la fuerte expansión urbana sobrepasa las fronteras político-administrativas.
- Sexto, el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, capaz de ofrecer empleo pleno y productivo y trabajo decente para todos, es un elemento clave del desarrollo territorial y urbano sostenible, y que las ciudades en coordinación con gobiernos locales rurales pueden aprovechar tanto la economía de escala de la aglomeración de unos, y los recursos naturales y la potencialidad productiva de otros.
- Séptimo, se tienen que coordinar acciones con gobiernos locales próximos y gobiernos locales rurales no tan próximos, para entre todos tomar en cuenta el factor poblacional para prever la demanda futura de servicios, suelo y transporte, en este aspecto es que entendemos que se trata de una planificación de mediano y largo plazo coordinada y consensuada entre ciudades metropolitanas y gobiernos locales rurales.