Alrededor de 3 millones de personas en el mundo son víctimas del flagelo que no hace muchos años los organismos internacionales y los Estados comenzaron a mirar.
La pobreza y la falta de oportunidades son los principales factores que convierten a la trata en el segundo negocio ilegal después de la venta de drogas, generando cerca de 35.000 millones de dólares anuales. Es la nueva forma de esclavitud del siglo XXI, que vulnera los derechos sobre todo de mujeres, niñas, niños y adolescentes.
En América Latina, las redes cooptan a miles de personas gracias a la permeabilidad de las fronteras, a la connivencia de gobiernos e ineficiencia de las leyes. Los países latinoamericanos son de origen, tránsito y destino de víctimas de trata, con una tendencia creciente en la participación de redes internacionales de crimen organizado y bajo condiciones de trabajo indigno.
Conocemos bien los talleres clandestinos de confección de indumentaria y maquilas que son proveedores de empresas multinacionales, los burdeles ilegales, la explotación de los trabajadores y trabajadoras del campo.
El tráfico y la trata se dan dentro del continente o hacia afuera, Cada año, 100.000 mujeres y adolescentes serían víctimas de engaños y falsas promesas de empleo para trasladarse a países ricos como Estados Unidos y Europa (España, Grecia, Alemania, Bélgica y Holanda), Medio Oriente (Israel) y Asia (Japón) donde además están radicadas las empresas multinacionales.
La globalización cumplió uno de sus objetivos básicos liberando las fronteras que nadie controla. Sin embargo, desde 1926 se han ido firmando una serie de Tratados Internacionales para abolir toda forma de explotación, comenzando con la Convención sobre la Esclavitud, el Convenio Contra la Trata de Personas y la Explotación de la Prostitución Ajena en 1949, y la Convención de Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional, y su Protocolo para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas, especialmente mujeres y niños, también conocido como Protocolo de Palermo. Este último fue firmado por más de 100 países en el año 2000 pero nada mejora desde entonces.
Las organizaciones que integramos Red Puentes Internacional, que promovemos el comportamiento responsable de las empresas y los cambios estructurales que armonicen la realización plena de los derechos humanos, la sustentabilidad global, la justicia económica y social y la democracia, expresamos nuestro repudio a la vulneración de derechos, pedimos a las empresas que dejen de mirar para otro lado y exigimos a los gobiernos que cumplan con los tratados firmados, e implementen medidas de prevención y sanción para evitar que millones de personas sean traficadas y esclavizadas cada año.
