Diseñadoras italianas han trabajado mano a mano con exprostitutas, enfermos de sida o indigentes para crear una marca de productos artesanales, en un proyecto dirigido a personas marginadas en Tailandia.
La colección Dignity Design (Diseño Dignidad) incluye bolsas, cojines, telas, bisutería y complementos para bebés confeccionados en los cinco centros donde la Fundación El Buen Pastor emplea a más de 500 personas en este país del Sudeste Asiático.
«El mismo nombre de la colección responde a la misión de dignificar el trabajo de estas personas y sumar el diseño italiano como valor añadido a los productos de artesanía», indicó a Efe Andrea Curreri, coordinador del proyecto.
«El objetivo es renovar las colecciones que realizaban en los centros de la fundación y mejorar su estrategia de mercadotecnia y coordinación para aumentar las ventas», agregó Curreri.
El proyecto ha contado con la colaboración de un grupo de diseñadoras, la mayoría italianas, como Paula Carallo, de Designtrip, y Luisa Bochhietto, presidenta de la Asociación Italiana de Diseño Industrial, aunque también de otras nacionalidades, como la alemana Mikky Eger y la fotógrafa danesa Charlotte Quitzau.
Hace un año, algunas de estas diseñadoras se desplazaron al centro de El Buen Pastor en Bangkok, así como a los tres de la provincia de Nong Khai (noreste) y el de Chiang Rai (norte), para ayudar a crear la nueva colección y los folletos de promoción.
En los dos primeros centros trabajan hombres y mujeres con sida o víctimas de la pobreza, la drogadicción o la prostitución, mientras que en Chiang Rai la fundación emplea principalmente a miembros de las minorías étnicas, la mayoría en situación de marginación.
Los diseños modernos de Dignity Design se asimilan al estilo y las técnicas artesanales nacionales, como la confección de telas tradicionales de Isan, objetos con papel tailandés de la morera y bisutería con arcilla.
Debido a su manufactura artesanal y con materiales de calidad, el número de artículos producidos es limitado.
«Hay que enseñar a las mujeres y hombres que llegan sin ningún tipo de experiencia, por lo que también es complicado producir a gran escala», explicó Curreri.
Por el momento, no cuentan con una página web para venta en Internet, aunque los pedidos se pueden realizar a través de los centros de la fundación, presente en 73 países.
La colección se exhibe en este momento en Siam Paragon, uno de los mayores centros comerciales de Bangkok, y se expondrá también en ferias de Milán y Florencia (Italia).
«Queremos aumentar las ventas en Estados Unidos y Europa, pero es difícil por la crisis, por lo que también pretendemos abrir mercado en Tailandia», manifestó Carreri.
Una de las mujeres del proyecto, de 49 años, terminó en la prostitución tras divorciarse de su marido y hacerse cargo de sus dos hijos antes de ingresar en el centro Fatima de la fundación en Bangkok, donde lleva 17 años.
«Tenía trabajo en una fábrica, pero eran turnos de 10 horas y el dinero no me llegaba para mantener a mis hijos y tampoco tenía el apoyo de mi marido», relató la mujer, procedente de la región de Isan, la más atrasada y pobre de Tailandia.
No se atrevía a volver a su ciudad natal, donde envió a sus hijos con los abuelos.
A través de una amiga, decidió llamar a la puerta del centro Fatima en Bangkok y pudo rehacer su vida y reconciliarse con su marido, con el que tuvo un tercer hijo.
«En el centro, pinto y confecciono los vestidos de muñecos de cuentos como Cenicienta», señaló.
Aunque está satisfecha por poder ganar 6.000 bat mensuales (unos 190 dólares, 150 euros), admite que es difícil costear la escolarización de sus tres hijos, a los que quiere ofrecer las oportunidades que ella no tuvo.
La Fundación El Buen Pastor, perteneciente a la congregación católica del mismo nombre, cuenta con proyectos humanitarios en más de 20 países, entre ellos Kenia, Madagascar, Filipinas, Colombia, Perú o El Salvador. Gaspar Ruiz-Canela.
Fuente: teinteresa.es
Publicada: 17 de Junio de 2012