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Diversión, crueldad e ignoracia

Forma y Fondo CXXXI
Por: Pedro Silva Gámez

Durante los últimos días se vio desfilar por las calles de Toluca y Metepec una caravana de autos, camionetas y remolques con animales enjaulados y estridentes equipos de sonido que anunciaban las funciones del Circo de los Hermanos “N” como algo nunca visto.

Ni qué decir de los problemas viales originados porque la procesión no se detenía; además iban escoltados por patrullas conducidas por esforzados guardianes del orden al servicio de la sociedad (?), que eran los encargados de complicar la circulación de una forma muy profesional.

Al igual que ocurre cuando cualquier funcionario de medio pelo para arriba nos hace el favor de transitar por las maltratadas calles citadinas, y al que abren paso autos y motocicletas con sujetos mal encarados. El ciudadano que se aguante, el destino de la nación es preferente.

El origen de los animales circenses tiene dos procedencias. Una, los programas de cría en cautiverio, realizados por zoológicos o centros de estudio y conservación para la cría de especies salvajes o exóticas bajo condiciones controladas. Otra bastante común: el tráfico ilegal de especies, negocio que mueve anualmente seis billones de dólares, según datos de la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre (WCS)

Los animales son capturados por cazadores furtivos que, después de matar a parte de la manada, atrapan a las crías. A partir de ahí son difíciles las condiciones de transporte para viajar cientos o miles de kilómetros hasta su destino final: el cautiverio en circo, casa o finca, si no murieron en el trayecto. El tráfico de animales es una de las formas de depredación de la biodiversidad y en su proceso intervienen la ignorancia y la pobreza individual, regional o de países subdesarrollados, movidos por mafias o “respetables” delincuentes.

Existe un programa internacional regulatorio del comercio de especies en extinción, la Convención Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) Hasta ahora ciento setenta y cinco países lo han firmado, reconociendo la necesidad de regular el comercio de especies salvajes.

Es la única vía legal para comprar animales y cualquier circo que tiene especies protegidas o en especial estado de vulnerabilidad, como elefantes, tigres, leones, focas, osos, delfines, canguros, monos, chimpancés, etc. debe portar un certificado CITES de acuerdo a los estándares legales internacionales, sujeto a comprobación. De lo contrario es probable su procedencia ilegal, que obliga a la confiscación, aplicación de medidas legales y posterior reinserción a un hábitat adecuado.

El cautiverio origina comportamientos anormales por el sufrimiento derivado de los pequeños espacios para moverse o por permanecer atados al suelo. Esto impide el desarrollo de sus comportamientos naturales provocándoles frustración.

Según reportes de la Animal Defenders International (ADI) los caballos y ponis pasan noventa y seis por ciento del tiempo atados a cuerdas cortas. Los tigres y leones entre setenta y cinco y noventa y nueve por ciento en jaulas sobre los camiones. Los elefantes entre cincuenta y ocho y noventa y ocho por ciento encadenados al menos de una pata.

El confinamiento extremo origina patologías y comportamientos anormales, obsesivos y repetitivos al no tener control sobre su entorno, la imposibilidad de ejercitar su cuerpo y estimular sus instintos.

Entre los felinos y cánidos se observa que caminan siguiendo un mismo recorrido constante o dan vueltas en círculo. Las jirafas pueden lamer repetitivamente paredes, barrotes, las puertas de la jaula o morder barrotes. Los primates pueden girar el cuello de forma antinatural. Los simios a veces se balancean obsesivamente sentados y abrazados a algo. Los elefantes se balancean constantemente de lado a lado.

La separación y marginación forzosa de sus grupos sociales les produce apatía y pasividad; agresividad hacia objetos, animales o personas; automutilación y canibalismo al morderse la cola, las extremidades o golpearse contra la pared; coprofagia, al comer y jugar con los excrementos.

La forma: una breve descripción de la problemática que afecta a los animales salvajes en cautiverio, ignorada frecuentemente por propietarios y autoridades que otorgan permisos a lo largo de las giras circenses.

El fondo: sacar a los animales a desfilar por la ciudad genera diversos tipos de contaminación: ambiental por las emisiones de los automotores, consumo de combustible, pérdida de productividad laboral por los retrasos, estrés en conductores, contaminación auditiva por el uso del claxon, altos niveles de volumen en las bocinas que anuncian el espectáculo, riesgo de accidentes por acercamientos imprudentes a las jaulas de los animales y mucho más. Seguramente las diferentes autoridades conocen a fondo los protocolos para otorgar permisos y prevenir daños, mientras tanto: la función debe continuar. Y no lo olvidemos: TODOS SOMOS NATURALEZA.

Fuente: Acacia Fundación Ambiental A. C.

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