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Donald Trump, ¿ambientalista?

El presidente Donald Trump basó parte de su campaña en la promesa de que acabaría con las regulaciones ambientales de Estados Unidos. En la primera semana de su mandato, ha quedado claro que seguirá por la misma línea.

Basta revisar las decisiones que Trump tomó este miércoles en la tarde: el nuevo gobierno autorizó avanzar en la construcción de dos polémicos oleoductos (Keystone XL y Dakota), promovió un regreso a la era de los combustibles fósiles con la propuesta del Plan de Energía Estados Unidos Primero (America First Energy Plan), removió todas las referencias al cambio climático de la página web de la Casa Blanca, propuso recortes masivos en los programas para luchar contra el cambio climático y, en una medida sin precedentes, le prohibió a la Agencia de Protección Ambiental que le diera información a la prensa.

¿Es este el trabajo del nuevo presidente ambientalista?

Aparentemente, así es como lo ve el presidente.

“Soy una persona muy grande en lo que tiene que ver con el medio ambiente”, les dijo Trump a líderes empresariales este lunes. “He recibido premios ambientalistas”.

Para entender mejor la primera frase, llamé a algunos ambientalistas. “Tienes que reírte”, me dijo Tim Donaghy, investigador principal de Greenpeace USA. “Supongo que ríes o lloras”.

“Es chocante, es terrible”, dijo Bob Deans, director de participación estratégica del Consejo para la Defensa de Recursos Naturales (NRDC, por sus siglas en inglés). “En sus actos de campaña lo oímos decir que el cambio climático era una mentira. No es una mentira. Es el desafío medioambiental más importante de nuestro tiempo y es una amenaza para el futuro de nuestros hijos”.

“¡Bien! Me alegra que lo sea (al decir que es un ambientalista) y espero algunos cambios positivos”, dijo Jim Brainard, el alcalde republicano de Carmel, Indiana, que ha trabajado para reducir la contaminación de carbono de su ciudad.

Y agregó: “Digo esto en tono algo sarcástico”.

El movimiento ambientalista parece menos interesado en lo que Trump está diciendo que en lo que está haciendo.

Por eso, seleccioné estas cinco acciones con las que Trump podría realmente ganarse el título del ambientalista del 2017.

1. Liderar la transición global para dejar atrás los combustibles fósiles

Hay algunas matemáticas inflexibles detrás del cambio climático y uno de los números más importantes que hay que conocer es el cero. Para evitar los efectos más catastróficos del calentamiento global (grandes sequías, inundación de ciudades costeras, refugiados climáticos, extinción masiva del mundo natural y poderosas tormentas) los líderes mundiales, como parte del Acuerdo de París contra el Cambio Climático, acordaron reducir a cero las emisiones netas de gases de efecto invernadero. Y dijeron que eso sería una realidad en este siglo.

Eso significa, básicamente, que no habrá más combustibles fósiles y que tendremos drásticos cambios en el uso que le damos a la tierra -mucha menos deforestación tropical, por ejemplo-, así como posibles esfuerzos tecnológicos para sacar el carbono de la atmósfera.

Una política energética de cero carbono no se parece en nada a lo que Trump ha propuesto.

“Debemos aprovechar los casi 50.000 millones de dólares del esquisto, el petróleo y las reservas de gas natural sin explotar, sobre todo de aquellas en las tierras federales que son propiedad de los estadounidenses”, se lee en el Plan de Energía Estados Unidos Primero, de la Casa Blanca. Además, para algunos académicos esa es una interpretación equivocada del valor de las reservas. “El gobierno Trump también está comprometido con las tecnologías de carbón limpio y con revivir la industria del carbón”, dice el plan.

Petróleo, gas y carbón son, por supuesto, combustibles fósiles, de los cuales el carbón es el más sucio de todos. Y el mundo no puede quemar mucho más de esos combustibles si queremos tener alguna esperanza razonable de lograr las metas del Acuerdo de París, firmado a finales del 2015.

Solo el 5% de las reservas de carbón de Estados Unidos podrían ser quemadas hasta el 2050 si queremos cumplir ese objetivo, según un análisis publicado, en 2015, en la revista científica Nature.

“Si Trump quiere ser un ambientalista, necesitará decirles no a las energías sucias y a proyectos con combustibles fósiles como los de Keystone XL y Dakota Access, además de que tendrá que impulsar una revolución de energías limpias en el país y alrededor del mundo”, opina Jamie Henn, cofundador del grupo de defensa 350.org.

2. Aprovechar al sector que realmente crea trabajos: el de las energías limpias

Trump solo piensa en trabajos. Pero al concentrar la atención en recuperar los trabajos de los combustibles fósiles, está perdiendo la oportunidad de crear muchos más puestos de empleo (y más duraderos) en el sector de las energías limpias, según ambientalistas.

Sorprendentemente, en Estados Unidos hay muchos más trabajos solo en el sector de la energía solar que en los del petróleo, la extracción de gas o la minería de carbón, según un reporte de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA, por sus siglas en inglés) del 2016.

“Los trabajos en la industria de la energía solar crecieron 12 veces más rápido que la creación general de trabajos en la economía estadounidense”, dice el informe. Los 209.000 puestos de trabajo de la industria de la energía solar en el 2015 superaron en número a aquellos del petróleo y la extracción de gas -187.000- y a los de la minería de carbón -67.929-. El grupo también calcula que en el 2015 la industria de las energías renovables empleó a 769.000 personas en Estados Unidos.

Comparar la cantidad de trabajos de todas las industrias puede ser algo difícil. Hay cálculos de mayor alcance para el número total de empleos de energías limpias o “verdes” en Estados Unidos, por ejemplo. Pero para los ambientalistas está claro que los investigadores en energías limpias, los técnicos de granjas eólicas y los fabricantes de paneles solares eclipsarán los trabajos de la industria de los combustibles fósiles.

“Si los trabajos y la independencia de la energía realmente preocupan a este gobierno, la energía eólica y solar y otras fuentes de energía renovables son el futuro”, dice Doug Hayes, abogado de planta del Sierra Club.

3. Seguir algunos consejos de…. ¿China?

Los dos países que más contaminan cada año en el mundo -Estados Unidos y China- impulsaron el Acuerdo de París sobre cambio climático. Pero mientras Estados Unidos parece interesado en “anclar nuestro futuro a los combustibles sucios del pasado”, según Deans, del NRDC, China está emergiendo como líder político y tecnológico del cambio climático.

“El mundo ha mirado a Estados Unidos para que lidere el tema del clima y la energía”, dice Deans. “Si vamos a retroceder” en Estados Unidos, entonces “ese liderazgo llegará tal vez de China”.

Las noticias sobre clima y energía en China y en Estados Unidos parecen haber sido muy distintas en las últimas semanas. China canceló la construcción de más de 100 centrales de carbón que ya estaban planeadas. También prepara la creación de un mercado nacional del carbono este año, una herramienta política que, junto a los impuestos al carbono, es vista por muchos economistas como el santo grial de la regulación del clima.

Además, China anunció que invertirá cerca de 360.000 millones de dólares en proyectos de energías renovables hacia el 2020. “Hoy enfrentamos el cambio climático y sabemos que ha sido causado por el uso que le damos a la energía”, dijo este mes el ministro de Energía de China, Nur Bekri, citado por The New York Times. “Por eso, el gobierno chino le da mucha importancia al desarrollo de energías limpias”.

“El Acuerdo de París es un logro duramente conseguido que va en la dirección de la tendencia de desarrollo global”, dijo el presidente de China Xi Jinping en su discurso durante el Foro Económico Mundial en Davos (Suiza). “Todos los países firmantes deberían cumplirlo en lugar de alejarse de la responsabilidad que debemos asumir por las futuras generaciones”.

Trump ha amenazado con sacar a Estados Unidos de ese proceso. Incluso si no lo hace, algunos ambientalistas temen que trabaje para socavar el objetivo de conseguir un mundo sin carbono al que se llegó en el Acuerdo de París.

“Sacar a Estados Unidos del Acuerdo de París será malo para el medio ambiente”, dice Sam Adams, directo del Instituto de Recursos Mundiales, una organización sin ánimo de lucro que se concentra en políticas e investigación. “Habrá daños colaterales para Estados Unidos si se mantiene en contra del mundo”.

4. Reconocer los costos del carbón y el carbono

Trump es un hombre de negocios, pero los ambientalistas -y los economistas ambientalistas- dicen que no logra comprender las costosas consecuencias de quemar combustibles fósiles y permitir que el cambio climático se desboque.

(Que quede registro: el 97% de los científicos expertos en clima concuerdan en que el mundo se está recalentando y los humanos tienen la culpa de ello, por la contaminación. El papel de la humanidad en el cambio climático no está en discusión, a pesar de lo que puedan decir Trump y algunas de sus elecciones para integrar el gabinete).

Hay dos puntos que los ambientalistas destacan aquí: el primero es que el carbón, en particular, es un combustible sucio y letal. La Fuerza de Tareas del Aire Limpio, una ONG dedicada a mejorar la calidad del aire, calculó en 2010 que la contaminación de las centrales de carbón contribuye a 13.200 muertes prematuras, 9.700 hospitalizaciones y más de 20.000 ataques cardiacos en Estados Unidos cada año.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) dice que la contaminación del aire exterior está relacionada con 3 millones de muertes por año en todo el mundo.

El segundo punto es que los costos de no hacer nada en lo que tiene que ver con el cambio climático son significativos. “En los próximos 15 años, el aumento del nivel del mar y las mareas de tempestad incrementarán el costo anual promedio que las tormentas costeras tienen sobre la costa este y el Golfo de México, de 2.000 millones de dólares a 3.500 millones de dólares”, dice un reporte del 2014 del Risky Business Project (Proyecto de negocios arriesgados).

“Si se suman cambios potenciales por la actividad de los huracanes, el aumento del promedio de pérdidas anuales sería de 7.300 millones de dólares, lo que implicaría que el costo anual total por huracanes y tormentas costeras sería de 35.000 millones de dólares”.

5. Hacer que la infraestructura de Estados Unidos sea respetuosa con el clima

Finalmente, los dos partidos políticos de Estados Unidos están hablando de infraestructura.

¿Pero cómo es esa infraestructura? A los ambientalistas les importa que las inversiones en infraestructura incluyan proyectos de ahorro de energía como transporte público, rutas de buses, carriles para bicicletas y actualizaciones de redes eléctricas inteligentes para apoyar el desarrollo de energías renovables, entre otras cosas.

Lo que construimos ahora tiene consecuencias durante muchos años, si no décadas, en el futuro. Y los ambientalistas quieren ver la posición de Estados Unidos para usar menos energía que provenga de combustibles fósiles, para impulsar su eficiencia y crear puestos de trabajo relacionados con las energías limpias.

“Por más de un siglo -desde Teddy Roosevelt- la idea de heredarles a nuestros hijos un mundo habitable ha sido un objetivo de los dos partidos políticos”, dice Deans, del NRDC. “Es un valor estadounidense. Es solo desde hace poco, 2010 diría, que hemos visto a un partido hacer todo lo posible por relajar generaciones enteras de progreso bipartidista”.

“Lo que Donald Trump puede hacer es construir ese legado de gestión bipartidista y no tratar de romperlo”, agrega.

Los ambientalistas no están aguantando la respiración hasta que eso pase. Están planeando formas de rechazarlo.

Y eso incluye una gran marcha que se realizará el próximo 29 de abril en Washington, organizada por el People’s Climate Movement (Movimiento de la gente por el clima).

Fuente: CNN

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