Ellos le harán sus diligencias en bicicleta, le recomendarán un spa que brinda manicures vegan (sin derivados de animales) o le comprarán ropa orgánica para usted y su perro. Hasta le reservarán unas vacaciones de ensueño y le comprarán las apropiadas compensaciones por emisiones de carbono. La vida ecológica es simplemente mucho más fácil cuando uno tiene su propio concierge ecologista personal.
«El problema con volverse ecologista es que las personas creen que se necesita mucho trabajo, mucho esfuerzo, mucha toma de decisiones conscientes», señaló Letitia Burrell, presidenta de Eco-Concierge NYC, negocio de un año de existencia en Manhattan que trata de facilitarles a las personas la eliminación de toxinas de sus hogares, la contratación de chefs de cocina sustentable y la búsqueda de tintorerías orgánicas.
Las membresías van desde 175 dólares mensuales hasta 3 mil 500 dólares anuales, dependiendo del nivel de servicio. O se puede optar por un servicio a la carta de entre 25 a 50 dólares la hora. Por lo menos una media docena de servicios han surgido por todo Estados Unidos, tanto para ayudarles a los consumidores sin tiempo a manejar sus vidas, como a mitigar la culpa de aquellos preocupados porque están defraudando al planeta, aunque hay dudas respecto a qué tan grande es la diferencia que pueden hacer los individuos respecto al cambio climático.
«Hay personas que acuden a nosotros con entusiasmo y quieren hacer un cambio radical en el estilo de vida», expresó P. Richelle White, quien dejó un empleo en publicidad hace cuatro años para iniciar Herb’n Maid, servicio de limpieza y concierge ecológicos en St. Louis. «Estos son profesionistas ocupados que no tienen el tiempo para hacer ellos mismos la investigación sobre diferentes productos y servicios».
Tracy Stamper, entrenadora personal en St. Louis, contrató a Herb’n Maid para limpieza ecológica después de que los productos utilizados por un servicio convencional empeoraron el asma de su esposo. Luego, White le recomendó un estilista, a unos pasos de distancia, que le pintaría el cabello con tintes naturales. Después, el esposo de Stamper compró un ventilador solar para el desván. Lo que sigue para los Stamper podría ser cambiar a la ropa orgánica hecha sin colorantes químicos o pesticidas.
Las compañías de concierge dicen investigar a los proveedores, al enviarles cuestionarios, checar el estatus de certificación ecológica y reunirse con ellos directamente.
Carrie Starner-Keenan, concierge en San Francisco quien solía trabajar en gestión inmobiliaria, comentó que sus clientes tendían a ser personas con propiedades caras.
«Ahora voy camino a encontrarme con un cliente con tres casas, una de ellas de 900 metros cuadrados en la playa», expresó. «Voy a cambiar todos los pesticidas y productos de limpieza, a cambiar todos los focos y a establecer sistemas y manuales para el personal».
¿Acaso esas pequeñas medidas equivalen a una mayor diferencia? Algunos expertos en clima dicen que realmente no, y explican que sólo las naciones e industrias tienen el poder colectivo de reducir el calentamiento global.
Sin embargo, los concierges ecológicos dicen que cada contribución cuenta. Leeann Brzozowski, propietaria de QiLiving en Manhattan, expresó: «Queremos dar los primeros pasos con nuestros clientes, así que no es un cambio tipo, ‘oh, tengo que cambiar todo en la casa'».
Fuente: Reforma, suplemento The News York Times.
Por: Jennifera A. Kingson.
Publicada: 24 de diciembre de 2011.