Pasión, especialización y conciencia social. Si busca estas tres características en un solo empleo, quizá deba dejarlo todo por la economía verde. Con esta idea, cada vez más jóvenes y directivos se lanzan a montar un negocio relacionado con energías renovables, gestión de residuos, agricultura ecológica o transporte sostenible. Un nombre les describe bien: ecoemprendedores. Son todavía una minoría, pero el sector de la economía verde ya da empleo a medio millón de personas en España, un 2,6% de la población ocupada, cifra que, según varios estudios, no dejará de crecer en la próxima década.
“Se ha superado el cliché de que la economía verde es cosa de cuatro chiflados. Ahora supone una excelente salida laboral, las empresas no tienen más remedio que ser sostenibles, y el consumidor está abierto a nuevas propuestas”, explica Josep Ballesté, fundador de Vertical Farming. La idea de Ballesté puede parecer descabellada, pero firmas de Estados Unidos y Canadá ya la aplican con éxito: plantar huertos urbanos en el tejado de los edificios para cultivar casi cualquier tipo de fruta o verdura orgánica, sin tierra ni pesticidas de por medio, todo a base de agua. “Se emiten 500 gramos de CO2 menos por kilo producido porque el producto está más cerca del consumidor y apenas es necesario transporte ni embalaje”.
Ballesté negocia ahora con dos grandes cadenas de supermercados de Madrid y Londres para instalar un huerto en la azotea de sus sedes. Por metro cuadrado de cultivo obtendrían entre 40 y 50 kilos de hortalizas. El coste de una instalación de 500 metros cuadrados ronda los 125.000 euros, cifra elevada en cualquier proyecto y más si es ecológico. “Los inversores están obsesionados con retornos a corto plazo, sobre todo en España, y los negocios de economía verde son apuestas a largo plazo”, señala Josep, que busca 200.000 euros de financiación para hacer viable Vertical Farming.
Fernando Zallo, director de la red de business angels de Esade, organizó en 2011 el primer encuentro de inversores y ecoemprendedores, y coincide con el problema. “Son proyectos intensivos en capital y de maduración muy lenta. Sin embargo, Gamesa, Repsol o Iberdrola están empezando a invertir fuerte en estas ideas y eso abre nuevas oportunidades”. Según Zallo, el perfil ideal de un ecoemprendedor es el de un técnico, un ingeniero, rodeado de un sólido equipo, con experiencia previa en el sector ambiental y sobrado de motivación.
Eduard Perramon lo cumple a la perfección. “Llegaba a casa de trabajar y me quedaba hasta la una de la mañana desarrollando el proyecto. Noches, fines de semana y vacaciones, así durante casi tres años”. Ingeniero, de 37 años, Perramon sonríe ahora al explicar su travesía en el desierto. En 2007 tuvo una idea, desarrollar un aparato para controlar mejor el consumo energético en administraciones, empresas y hogares. Lo creó a la vez que trabajaba en una firma de renovables, se lo presentó a su jefe y le encantó. “Invirtió y conseguimos los primeros clientes. Luego decidí montar la empresa de forma independiente y ya somos cinco empleados”.
Así nació Webdom Labs. Entre otras actividades, ayuda a los Ayuntamientos a medir mejor el consumo de su red de alumbrado. “Nuestro sistema permite reducir gradualmente la intensidad del alumbrado entre medianoche y las cinco de la mañana, lo que ahorra hasta un 40% de consumo”, explica. Su último producto es un aparato de 150 euros con el que cualquier consumidor puede monitorizar el gasto de agua, luz, gas o renovables en su hogar. “El simple hecho de ser conscientes de lo que cuesta poner una lavadora o encender el microondas ayuda a reducir un 15% el consumo anual de suministros”, dice.
A la pasión y la especialización, Perramon añade un requisito para convertirse en ecoemprendedor: preocupación social. “Solo a una minoría nos preocupa el estado del medioambiente, la herencia que estamos dejando. Si no tienes la inquietud de querer mejorar las cosas, mejor no meterse”.
La escasa oferta educativa sobre sostenibilidad en España, tanto en estudios universitarios como en programas para directivos, no ayuda. “Tuve la suerte de conseguir una beca para un MBA de la Haas School of Business (California) y eso me cambió. Allí, la gente no va para convertirse en banquero, quiere cambiar la sociedad, y las ideas sobre emprendimiento social y negocios ecológicos se respiran en cualquier conversación”, explica Ángel López. A su vuelta a España, este ingeniero de 30 años creó Ozone Drive, una empresa de alquiler de coches eléctricos que verá la luz el próximo verano en Baleares.
“Empezaremos allí porque queremos ligar la idea al turismo, luego nos expandiremos por Valencia, Barcelona y Canarias”, dice López. El coste diario del alquiler será de 37 euros, con la diferencia de no pagar combustible. Esperan llegar a una flota de 300 coches en cinco años, con lo que, entre kilómetros recorridos y CO2 no emitido, el impacto beneficioso equivaldría a plantar 45.000 árboles al año. “Imagínate, es como plantar un Parque del Retiro cada año”, sonríe.
Para ecoemprendedores como López, Perramon o Ballesté, es cuestión de tiempo que la economía verde gane peso en generación de riqueza y empleo. Por ahora, los sectores con más oportunidades son los de las energías renovables (especialmente, la eólica), transporte y tratamiento de residuos. Otros, como el ocio sostenible y la agricultura ecológica, prometen. “Si alguien lo quiere intentar, le aconsejaría que no desista”, dice Ballesté. “Es el futuro”.
Fuente: ElPais.com
Por: Miguel Ángel Méndez.
Publicada: 8 de abril de 2012.