La dislexia es un trastorno del aprendizaje que supone la dificultad para leer así como para identificar los sonidos del habla y para comprender cómo estos se relacionan con las letras y las palabras. La dislexia, que también se denomina dificultad de lectura, afecta zonas del cerebro que procesan el lenguaje.
Los niños que tienen dislexia tienen una capacidad lectora por debajo de su edad cronológica, por lo que no causa un gran interés cuando se le presenta un libro.
Para eliminar ese desinterés y la complejidad en el entendimiento, Mercedes Lafourcade, maestra y psicopedagoga le propuso a la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) fundar su propia editorial inclusiva con la que ayudaría a los niños con dislexia al incluir en los libros algunas ilustraciones realistas o con textos adaptados que impulsen el aprendizaje y el placer por la lectura.
Editorial hispana para niños con dislexia
“En los ámbitos en los que he trabajado me di cuenta que había denominadores comúnes: por mi lado, siempre recurría a la literatura como un recurso infalible, no sólo para aquietar temores o carencias que pudieran tener en las zonas rurales, sino también en los ámbitos más favorecidos culturalmente, en donde muchos niños presentan carencias a nivel emocional”, sostiene la profesora.
“Cuando había conflictos o situaciones en los que no sabía a qué recurso apelar, utilizaba los cuentos, que funcionaban tanto en los contextos de pobreza extrema como en los de niveles altos de cultura”.
Según ella, la idea de la editorial inclusiva es crear libros de cuentos adaptados que tengan fácil lectura. Son adaptaciones en la forma, el contenido y el procedimiento. Cada libro de la colección va a estar ambientado en un continente distinto, para así incorporar conocimientos del mundo. Esta publicación es la primera de América Latina.
«Por ejemplo, el primero está ambientado en la selva de Papúa y en la Patagonia argentina, mientras que el segundo recorre las islas árticas y Canadá y el próximo será en Japón. También apostamos al formato de álbum ilustrado, donde las imágenes y el texto tienen el mismo peso. Cuando apuntamos a la inclusividad no queríamos tener audiocuentos, por ejemplo. Nosotros queremos que los niños lean solos y sean felices haciéndolo”.
Cada libro tiene una historia que atrae a los niños, sin embargo, están hechos para que aprendan a medida en la que su lectura avanza.
De acuerdo con una entrevista con La Diaria, los tomos que están en circulación están divididos en dos partes, así como lo estarán los próximos cuatro.
La primera es de fácil acceso: se utiliza una tipografía aumentada con interlineados generosos sobre fondo blanco. “La elección de las palabras es clave, en esta primera parte sólo se usan palabras que tengan una estructura silábica simple, es decir, empiezan con consonante y siguen con vocal, y nunca hay dos consonantes seguidas. Además, son palabras fonéticas: tienen perfecta correspondencia entre la letra y el sonido, por ejemplo, en la palabra luna cada símbolo tiene un sonido único».
La complejidad aumenta respecto a la historia, puesto que al llegar al final ésta aumenta. Cabe mencionar que en la segunda palabra del libro la autora trabaja con diversos desafíos tales como el uso de la b y la y l y hasta los signos de puntuación.
«Otra de las características de estos libros es que manejan la diacronía de manera diferente: “Una de las dificultades que tienen los niños con dislexia es la forma de percibir el tiempo y sus saltos, por eso les cuestan más las materias como historia y geografía. En estas historias, la primera y la segunda parte son paralelas en el tiempo, pero se descubre recién al final, lo que ayuda a manejar los distintos tiempos en los que suceden las cosas”, detalló la autora.
Según entrepreneur, Lafourcade ha convertido la dislexia en su objeto de estudio más cercano. No se trata sólo de reconocer los aspectos del trastorno, sino también entender el perfil cognitivo, la forma de procesar la información, cómo hace el cerebro disléxico para procesar la información, los códigos escritos.
Para ayudar a mejorar los procesos de lectura a niños con dislexia, se sugirió el título Milo y Manu, ya que según Lafourcade, cada uno de los elementos que integran estos títulos, desde cómo funciona una palabra y una oración hasta qué efectos tienen en el cerebro de los niños disléxicos para facilitar o no su lectura.
“No todas las palabras tienen la misma estructura silábica, ni la misma extensión, ni la misma frecuencia en su uso”, dice la experta.