Por Teófilo Benítez Granados, Rector del Centro de Estudios Superiores en Ciencias Jurídicas y Criminológicas
La nueva normalidad no debe detentarse como una añoranza al tiempo anterior a la aparición de la pandemia. Es el inicio de una realidad en la que jugará un rol esencial la educación.
Ahora existen tres objetivos fundamentales:
1. Mejorar la calidad y eficacia de los sistemas de educación y formación. La calidad está centrada también en la formación de los docentes como un pilar de cambio, así como el fortalecer las competencias básicas de los alumnos. También destaca el uso de las T Tecnologías de Información y Comunicación para eliminar la desigualdad social.
2. Facilitar el acceso de todos a la educción y a la formación.
3. Abrir la educación y la formación a un mundo más amplio. La imagen debe cambiar la imagen y no cerrarse ante la sociedad, debe abrirse a los modelos de trabajo, debe ser un enlace entre el alumno es su formación y su ocupación laboral. Por otro lado, se deben disminuir las barreras del lenguaje.
Aunque el principio de “educar para todos y para la vida” se estableció desde el año 2000 en diferentes foros de trabajo pedagógico, como el realizado en Lisboa, hoy es crucial para facilitar el acceso tanto a niños como adultos y hacer flexible el proceso de inserción educativa.
Generar una genuina ciudadanía e igualdad de oportunidades es un reto para la nueva normalidad. Para ello, se debe pensar en una restructuración profunda, no sólo en política educativa o social, sino en los programas de estudio y metodologías de trabajo que animen a los alumnos a estudiar realmente.
Asimismo, conviene fortalecer un aprendizaje que fomente el conocimiento, creatividad e innovación. El logro dependerá de la consolidación de las competencias básicas de los alumnos.
La diferencia con los programas anteriores está en el énfasis de aplicación de estrategias de aprendizaje y en rescatar fórmulas para generar conocimiento: educación, investigación e innovación. Esto se establece a través de subprogramas como el generarlos en escuelas, educación superior, formación profesional y educación para adultos.
A la par, puede desarrollarse un programa clave para fomentar el aprendizaje permanente fuera de los espacios escolarizados como:
•Cooperación e innovación.
• Promoción del aprendizaje de idiomas.
•Desarrollo de contenidos, servicios, pedagogía y prácticas innovadoras basadas en las TICS.
•Difusión y explotación de los resultados del proyecto.
En tales programas transversales se observan no sólo contenidos útiles para la escuela y el trabajo, sino herramientas para la vida.
Entre otros logros esto permitiría: Mayor permanencia en la escuela, mayor autonomía para los centros educativos, calidad en educación, profesión docente, financiación de la educación y una relación más estrecha entre titulados-empleos.
En sí, cambiar el mundo implica dar nuevas respuestas a viejos problemas educativos.