En un entorno como el actual, donde la sociedad pide un mayor aporte a las empresas de las que consume debido a que lo ve como un ciclo de ayuda mutua, la responsabilidad social ha tomado fuerza. Miguel Ángel Moyano Santiago, especialista en sostenibilidad y responsabilidad social corporativa, afirma que para consolidar una buena RSE hay que educar, desde la escuela básica, en valores; despolitizar, porque el uso ideológico, sobre todo el radicalizado, aparta a la sociedad de una disciplina que a menudo aparece como el arma arrojadiza de posiciones ideológicas, y sobre todo, practicar.
El también sociólogo Moyano Santiago indica que al hablar de RSE hay que hacer varias distinciones para saber si ésta ha ido en aumento, pues por un lado en la sociedad que entendemos como occidental (OCDE), la responsabilidad social crece; quizá no al ritmo que sería deseable, pero avanza. “Las regulaciones y directivas, por ejemplo, en Europa, y las demandas del mercado hacia las organizaciones junto con una mayor sensibilización están motivando un aumento de la transparencia y de la calidad de la información”.
Sin embargo, la situación en las zonas en plena expansión y crecimiento económico, especialmente en Asia y algunos países del este de Europa, es diferente. Se están reproduciendo los errores cometidos por Estados Unidos, Japón o Europa durante el siglo XX. El uso intensivo de recursos naturales de forma no sostenible, el incremento de las emisiones contaminantes y el beneficio económico antes y por encima de las personas es la regla general del sistema productivo en las nuevas economías capitalistas.
Miguel Ángel Moyano asegura que una organización socialmente responsable es aquélla que toma conciencia de sus externalidades, ya sean negativas o positivas sobre el entorno social y medioambiental en el que actúa, así como de las repercusiones económicas de su actividad. “Como consecuencia de la toma de conciencia diseña e implementa acciones encaminadas a minimizar los impactos negativos, analiza los resultados y los comunica con transparencia y regularidad a toda la sociedad”.
El especialista indica que ya sean en empresas públicas o privadas, así como en administraciones públicas, la responsabilidad social aporta innumerables beneficios. Entre ellos, reducción de costes de transacción, incremento de la eficiencia de los recursos materiales y las personas, incremento de la competitividad y la valoración en los mercados, mejora del reconocimiento y la reputación, control de riesgos y mejora de la valoración bursátil en el caso de las cotizadas, por citar algunos aspectos muy obvios. Las empresas mejor valoradas cotizan en el DJSI. Además, las empresas socialmente responsables (ESR) tendrán una longevidad mayor que las que no lo sean y vivirán con mejor salud organizativa durante el tiempo que duren.
Para la sociedad los beneficios vienen, por un lado, de no tener que asumir el coste de las externalidades negativas, altísimas en muchos casos, por ejemplo en materia de medio ambiente. Pero sobre todo, no recibiría las agresiones directas derivadas de la corrupción y los sobornos, de las decisiones que perjudican al conjunto de los ciudadanos en favor de las corporaciones, “por ejemplo, en materia fiscal, o como consecuencia de regulaciones que favorecen los oligopolios y los mercados secuestrados en productos y servicios de primera necesidad”, destacó el especialista.
Con respecto a los indicadores para medir la RSE, Moyano Santiago considera que no existe un indicador único o principal para medir la eficiencia de la RSE en las empresas en términos generales.
Sin embargo, también refiere que la tentación por explicar la situación, maquillando hasta cierto punto el dato para que diga algo diferente a la realidad, es habitual en muchas empresas. “El defecto más evidente en los informes de sostenibilidad es la falta de equilibrio. En muchos casos se rehúye contar los pecados, y cuando se hacen confesiones se presentan como pecadillos sin importancia. Las empresas, cada vez más, irán descubriendo que el mercado no toma como creíbles los informes de sostenibilidad donde sólo se comunican aspectos positivos y se obvian los negativos y las áreas de mejora”.
Finalmente, el especialista destaca que este año debería acabar con la falacia en el discurso de algunos interlocutores y traer una RSE real.
Fuente: El Economista