La credibilidad lleva su tiempo, pero cuando se consigue provoca una energía extraordinaria alrededor de la persona o la organización.
La credibilidad es un recurso, un activo que incrementa la base de influencia y autoridad de cualquier directivo, gerente o líder. Las personas con credibilidad tienen más capacidad de generar acción y de comprometer a los demás que aquellas carecen de ella. Donde existe la credibilidad hay confianza y cooperación, impulsores indiscutibles de los resultados personales y colectivos.
La credibilidad no es casual. Se construye, se fundamenta en las decisiones diarias. No se puede exigir; es algo que las personas otorgan libremente dependiendo de su experiencia con uno. La credibilidad lleva su tiempo, pero cuando se consigue provoca una energía extraordinaria alrededor de la persona.
Un persona construye credibilidad por medio de cuatro elementos:
1) Integridad.
Una vida alineada a valores y principios.
2) Intenciones.
Sinceridad con el objetivo común y transparencia.
3) Capacidades.
Habilidad para lograr los objetivos.
4) Resultados.
Logros conquistados.
Cuando alguien construye con este activo, el liderazgo fluye, el equipo se compromete de una forma completa, es más sencillo gestionar el cambio, la comunicación se fortalece, y se avanza de una forma sólida hacia el futuro.
También existe la credibilidad organizacional, es decir, el nivel de confianza que inspira una organización a sus stakeholders. Cuando una organización tiene credibilidad hacia su interior, provoca una fuerza cohesiva muy difícil de imitar. Entonces se logra que la gente crea en la organización, en sus decisiones, en los medios para conseguir sus fines, en su liderazgo, en los procesos de promoción, en la justicia en las compensaciones. Creer es poder, y cuando las personas creen en la organización donde colabora, liberan ese poder.
De la misma forma que en lo personal, la credibilidad organizacional se construye con el tiempo, con la forma de tomar decisiones. Se construye con los mismos cuatro elementos que lo personal: integridad, valores vivos; intenciones, fin común sobre fines particulares; capacidad, competitividad de la organización; resultados, historial de éxitos.
Las personas en su memoria recuerdan y cuentan las historias que les hicieron confiar en su organización. Los colaboradores sienten orgullo de trabajar en una empresa en la que creen y confían; se les nota y lo transmiten. Estas empresas se convierten en extraordinarios lugares para trabajar, tienen una cultura distintiva y dejan una influencia positiva y permanente en las personas.
No se puede menospreciar el poder del crédito que las personas dan a su capacidad y a su competencia personal y organizacional. Protege y cultiva esta credibilidad, pues es uno de los recursos más valiosos de los que dispones. Un recurso tan poderoso que cualquier agresor puede encontrar en él la manera perfecta de atacarles.
Fuente: Forbes México