Durante los últimos años, las campañas contra alcoholismo en jóvenes se han centrado, mayormente, en el problema que liga el hábito con el volante, sin embargo hay otras consideraciones que debieran tomarse en cuenta porque también son un grave problema social.
El que un adolescente tome el volante en estado de ebriedad es un riesgo enorme y quizás el problema principal que afecta a la comunidad; sin embargo, aún cuando no suceda un accidente, ya existe un daño realizado. Nos referimos a que el alcohol daña más el cerebro de un joven que no ha alcanzado su pleno desarrollo que el de un adulto; esto es porque en esta edad, el lóbulo frontal aún está formándose y la ingesta de alcohol impide varias de las conexiones que debieran realizarse para lograr una capacidad adecuada de aprendizaje y memoria. El daño es permanente e irreversible. En este sentido, el beber no sólo atenta contra la ley o pone en riesgo a los demás; también provoca un daño fatal en el cerebro de quien lo hace.
Esto es también un grave problema de responsabilidad social ¿Por qué? Porque los responsables de que los jóvenes beban son los adultos; aquellos que permiten su entrada a los bares, las autoridades, los meseros, los minoristas, los publicistas y una larga cadena de entidades que hacen que el alcohol sea accesible a los jóvenes prácticamente a cualquier edad. Por si fuera poco, en México y en otros países, la entrada a los bares es legal a los 18, cuando el crecimiento en realidad deja de suceder a los 21. Para respaldar este dato, habría que decir que el alcoholismo es el problema No. 1 de adicción, obviamente por encima de cualquier droga ¿No es esto un grave problema social?
La campaña aquí presentada, sin palabras, pretende demostrar el daño que el tomar hace en los adolescentes. También se puede visitar el impresionante sitio que respalda esta ejecución. El responsable de la campaña es Madres en Contra de Conducir en Estado de Ebriedad (MADD), una ONG del pueblo, no lucrativa, con más de 400 agencias en Estados Unidos, cuya misión es evitar el conducir en estado de ebriedad, apoyar a las víctimas de ello y el prevenir que los menores de edad ingieran bebidas alcohólicas.
