El 2008, según el horóscopo chino, es el año de la rata; la astrología oriental está regida por ciclos lunares, a diferencia del zodiaco occidental que depende del ciclo terrestre alrededor del sol; esto quiere decir que para ellos, cada signo es «celebrado» durante un año.
De este modo, millones de chinos celebraron el pasado jueves su Año Nuevo: el 4706 según su calendario lunar, dando la bienvenida al ‘Año de la rata’. El acontecimiento no sólo se festejó en el país más poblado del planeta, con más de 1.300 millones de habitantes, sino también en cientos de ciudades alrededor del orbe donde la comunidad oriental está presente. Estamos hablando de casi un quinto de la población mundial.
Aprovechando esta situación, la organización PETA (Personas por el Trato Ético a los Animales) solicitó durante este año, el boicot a la compra de ratoneras, aduciendo que estas trampas mutilan a los roedores y a todos los animales que caen en ellas generando un «círculo de sufrimiento y muerte».
PETA defendió su tesis de que las ratas son mamíferos «inteligentes y sensibles» que aprenden «rápido»; de hecho, muchísima gente mantiene roedores como mascotas.
La mundialmente conocida OSC observó que «la única solución a largo plazo para controlar el crecimiento poblacional de los pequeños animales es modificar el hábitat para que se convierta en poco atractivo o inaccesible para ellos».
Lo realmente interesante de esta situación es observar que este tipo de organizaciones civiles mantienen estrategias de marketing mucho más sólidas y organizadas que las de gran parte de la iniciativa privada. Así lo deja ver el «timing» de esta campaña, su desarrollo de productos y la difusión, que en el contexto y circunstancia de los países orientales, por inverosimil que parezca, puede ser calificada como un esfuerzo socialmente responsable.