Desde su cierre, el 19 de diciembre de 2011, autoridades ambientales no han realizado ninguna inspección al Bordo Poniente, pese a que es un foco de contaminación por el dióxido de carbono y el metano que emite a la atmósfera, además de la fuga de líquidos tóxicos que produce la basura y que van a parar al subsuelo.
De acuerdo con documentos obtenidos a través de la Ley de Transparencia, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente visitó el tiradero en diciembre de 2011 y enero, abril y agosto de 2012 para verificar las acciones realizadas por el Gobierno de la Ciudad de México relacionadas con el cierre de la cuarta etapa.
Tras la última inspección se advirtió que eran necesarias medidas urgentes para detener la fuga de lixiviados, al representar riesgos de contaminación a acuíferos como el río Churubusco y el Canal de la Compañía y los drenes de Xochiaca y general del Valle.
Se recomendó reemplazar las geomembranas porque estaban rotas o en mal estado.
Pese a su cierre, el Bordo recibe diariamente cuatro mil toneladas de basura orgánica, está plagado de garzas que antes pasaban de largo, tiene fauna nociva y genera olores nauseabundos que llegan hasta el aeropuerto capitalino.
Sin inspecciones los últimos cuatro años
La revisión más reciente de las autoridades al relleno sanitario fue en 2012.
Desde hace cuatro años, autoridades ambientales no realizan ninguna inspección al Bordo Poniente, a pesar de que es un foco de contaminación latente para el Valle de México por la emisión de gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono y el metano, así como la expulsión de partículas suspendidas a la atmósfera y la fuga de lixiviados (jugos tóxicos que produce la basura).
Hasta antes de su cierre, el 19 de diciembre de 2011, el relleno sanitario recibía alrededor de 12 mil 600 toneladas de basura al día, suficientes para llenar dos veces el Estadio Azteca, desde el campo de juego hasta la última grada.
De acuerdo con documentos obtenidos a través de la Ley de Transparencia, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) llevó a cabo las últimas visitas al tiradero en diciembre de 2011 y enero, abril y agosto de 2012, para verificar las acciones realizadas por el Gobierno de la Ciudad de México relacionadas con el cierre de la cuarta etapa.
Como resultado de esas inspecciones, la Profepa impuso en ese entonces una multa de casi 2.5 millones de pesos a la administración local, quien tiene la concesión sobre los terrenos federales para aplicar las medidas de saneamiento y remediación, así como el aprovechamiento del gas metano.
El miércoles, Excélsior dio a conocer que las emisiones diarias del bordo son semejantes al esmog que producen un millón de vehículos en circulación, los mismos que dejan de transitar todos los días por el Hoy No Circula parejo.
El 30 de enero de 2012, el entonces titular de la Profepa, Hernando Guerrero Cázares, concedió una entrevista a este diario en la que explicó las irregularidades encontradas en el Bordo Poniente, donde los residuos acumulados a lo largo de 26 años alcanzaban una altura de 22 metros, –12 a nivel de piso y diez hacia el subsuelo– en una superficie de 412 hectáreas.
El doctor en Ingeniería de Procesos Químicos advirtió que era necesario establecer medidas urgentes para detener la fuga de lixiviados al representar riesgos de contaminación a acuíferos de la zona, como el río Churubusco y el Canal de la Compañía, así como los drenes de Xochiaca y general del Valle.
“El tema de las lagunas de lixiviados nos ocupa y nos preocupa mucho; la primera medida de urgente aplicación será que el Gobierno de la Ciudad de México establezca toda la infraestructura perimetral necesaria para que no haya un solo derrame de lixiviados”, señaló.
Subrayó que otro punto importante era el reemplazo de las geomembranas, que aíslan los desechos del subsuelo, porque se encontraban rotas o en mal estado.
“Eso va a implicar que, en algunos casos, se remueva toda la montaña de basura para volver a aplicar una membrana y controlar adecuadamente los lixiviados”, manifestó.
Guerrero Cázares agregó que se pondrían límites al ingreso de residuos orgánicos destinados a la planta de composta del Bordo Poniente porque existía la posibilidad de que el relleno sanitario se convirtiera en un tiradero a cielo abierto.
Actualmente, este sitio al aire libre donde se reciben diariamente cuatro mil toneladas de basura orgánica se encuentra plagado de garzas, que antes pasaban de largo y ahora viven ahí, además de que hay un grave problema por la presencia de fauna nociva y la generación de olores nauseabundos que llegan hasta el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
Fuente: Expansión