La tierra muere por el cambio climático
Analistas: México no será suficiente para dar de comer a su población
Organismos gubernamentales, internacionales y académicos pintaron ya el futuro de México en materia de cambio climático.
Las conclusiones a las que llegaron establecen que entre 2020 y 2025 las lluvias disminuirán, se agravará la escasez de agua y las temperaturas extremas causarán estragos en la vida cotidiana. El sector alimentario será uno de los más afectados.
La poca agua disponible será insuficiente para abastecer cultivos de riego, al ganado e incluso a los humanos.
Distintas proyecciones realizadas por investigadores del Instituto Nacional de Ecología, UNAM, IPN y ONU mencionan que en el norte del país prevalecerán más las sequías; en el centro, las heladas e inundaciones y en el sur, las lluvias extremas y los huracanes.
Los estudios advierten que en 10 años se reducirán las zonas de cultivo de maíz, principalmente en Sonora. Este grano será de los más impactados por el calentamiento global, debido a que gran parte de su producción es de temporal.
Pero en 40 años el escenario se tornará peor: “La superficie de cultivo pasará de 40% del territorio nacional a sólo 25% del país, lo que implica que el área total de cultivo de maíz se reducirá en una tercera parte” y alertan: “Esto claramente afectará la posibilidad de alimentar a una población creciente”.
Expertos y productores advierten sobre los riesgos de hambruna, pues el mundo sufrirá también los estragos del clima y no habrá alimentos para completar los granos que México necesita. Recordaron que el país perdió ya la autosuficiencia agrícola, por lo que urgieron a dar un sentido “estratégico” al campo para garantizar las cosechas futuras.
El Universal informó ayer que la Auditoría Superior no encontró registros de que el gobierno federal haya utilizado un préstamo del Banco Mundial por 500 millones de dólares para diseñar programas contra el cambio climático.
Científicos mexicanos pronostican que, de no tomar las medidas necesarias, en 15 años el maíz escaseará en 28 estados, pues la producción se habrá perdido debido a inundaciones en el sur del país y a las severas sequías en el norte.
¿Ha pensado en un México sin maíz? ¿Ha previsto que en un futuro la producción nacional de ese grano, que es la base de nuestra nutrición, sea insuficiente para alimentar a todos los mexicanos? Los expertos que han estudiado el impacto del cambio climático en la agricultura sí, y sus pronósticos son contundentes.
Prevén que: para el año 2025 el suelo apto para cultivo comenzará a reducirse y para 2050, sólo 25% del territorio nacional podrá ser usado para producir alimentos del campo.
Viajemos al futuro. Veamos a México 10 años después.
Año 2025. Huracanes intensos. Lluvias extremas. Inundaciones frecuentes. Heladas inesperadas. Sequías prolongadas. Incendios generalizados. El maíz escasea en 28 estados de la República. La producción se perdió en inundaciones en el sur del país y por las severas sequías en el norte del territorio. Los cultivos de riego se disputan la poca agua disponible con las cabezas de ganado e, incluso, con los humanos.
Los campesinos, para sobrevivir, cambiaron la producción de maíz por la de fruta en el mejor de los casos. En los peores, abandonaron sus infértiles tierras y los pobres de las zonas rurales ya no tienen tortillas en sus comales.
Este escenario no es la catástrofe de una próxima película estadounidense. Tampoco es ninguna profecía. Es el resultado de las proyecciones hechas por un grupo de científicos mexicanos que colaboran con el gobierno en el establecimiento de medidas de mitigación que eviten al país llegar a esos extremos.
Los pequeños y medianos productores de maíz piden al gobierno mexicano no esperar 15 años para hacer frente al problema, porque fenómenos como El Niño —caracterizado por lluvias extremas e intensas sequías— y el calentamiento global, ya comenzaron a hacer estragos en las cosechas.
En 2009, según la Confederación Nacional de Productores Agrícolas de Maíz de México, la producción de maíz disminuyó 10% respecto a 2008.
El Instituto Nacional de Ecología (INE) y el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) advierten que, debido a que la mayor parte de su producción depende del temporal, el maíz es y será el grano más afectado por las inclemencias del tiempo.
No es el único
En un solo mes y medio de 2010, campesinos de 11 estados de la República (Chiapas, Hidalgo, Nayarit, Puebla, Tabasco, Veracruz, Yucatán, Tamaulipas, San Luis Potosí, Nuevo León y Yucatán) tuvieron afectaciones en sus cultivos de maíz, frijol, sorgo, trigo, café, caña de azúcar y plátano debido a lluvias, heladas, nevadas, granizo y tornados.
Héctor Mayagoitia Domínguez, coordinador del Programa Ambiental del Instituto Politécnico Nacional (IPN), agrega que la producción de alimentos ya es de por sí insuficiente en el país, pues hace 20 años había autosuficiencia y se exportaba.
Ahora, dice, dependemos de las importaciones “y si no hacemos nada por fortalecer el campo mexicano veremos una hambruna en una gran parte del territorio nacional”.
¿En dónde sembrarán?
En el mundo, los científicos estudiosos del cambio climático han hecho proyecciones sobre los posibles daños que ocurrirían en diversos ámbitos de la vida si aumentara 2 grados centígrados la temperatura del planeta.
En México también. El INE, el Instituto de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM, el INIFAP y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, han registrado desde 2005 el comportamiento del clima y los estragos que causan las temperaturas extremas y los fenómenos meteorológicos en la República Mexicana.
Los estudios están basados en modelos debidamente certificados.
Su pronóstico es poco alentador para la agricultura, el sector más expuesto a los vaivenes climatológicos.
El reporte sobre “El cambio climático en México” establece que entre 2020 y 2025, las lluvias de verano disminuirán, lo que generará un impacto negativo en la agricultura de temporal, sobre todo, en la producción de maíz.
Ya desde 2020 advierten que “habrá una reducción moderada de las zonas de aptitud para cultivo de maíz, principalmente en Sonora”.
En el año 2030, alertan, al cambio climático se sumará el agravamiento de la escasez de agua y por lo tanto, los cultivos que dependen del riego también sufrirán las consecuencias.
Según el diagnóstico “la sobreexplotación de los acuíferos llevará a que los distritos de riego dejen de ser económicamente viables ante los costos de bombeo para riego”.
Para 2050, el escenario empeora. “La superficie de cultivo pasará de 40% del territorio nacional a sólo 25% del país, lo que implica que el área total de cultivo de maíz se reducirá en una tercera parte” y alerta que “esto claramente afectará la posibilidad de alimentar a una población creciente”.
En las proyecciones que esas instituciones mexicanas han hecho por estado se puede observar que 28 entidades del país se verán afectadas en mayor o menor medida por el cambio climático.
En el norte, prevalecerán más las sequías; en el centro, las heladas e inundaciones y en el sur, las lluvias extremas y los huracanes. Todos ellos, fenómenos que causarán pérdidas totales o parciales de cultivos.
Destaca el caso de Morelos, pues los campesinos ya no siembran maíz ni sorgo sino que cambiaron a otro cultivo, como los frutales por la falta de agua, la deforestación y la poca rentabilidad que significaba esa actividad productiva.
Los expertos de dichas instituciones basaron su pronóstico en hechos constatables como la sequía atípica que afectó gran parte del territorio nacional.
Ese año, aseguran en su reporte sobre el cambio climático en México, el retraso de las lluvias produjo una caída de la producción agrícola de 13%, pues dañó los cultivos de 668 mil 939 hectáreas. En lo económico, el costo de esas pérdidas representó un total de 778 millones de pesos.
Pero ese mismo año, en verano, los huracanes Emily, Stan y Wilma causaron pérdidas totales y parciales en 422 mil 39 hectáreas de cultivos y el costo económico de las mismas fue de 4 mil 49 millones de pesos.
“Algunas estimaciones —destaca el diagnóstico— sugieren que el pago de seguros agrícolas a cultivos de temporal en un año pueden alcanzar hasta 100 millones de pesos por retrasos en las lluvias —como en 2005—, lo cual sigue resultando insuficiente para responder a los desastres climáticos del sector”.
La bióloga Julia Martínez, coordinadora del programa de cambio climático del INE, explica que hay diversos escenarios posibles y que la metodología de investigación para conocer el grado de vulnerabilidad en todo el país será más detallada conforme avance el desarrollo científico en la materia.
Hasta ahora, dice, se sabe que uno de los escenarios posibles sugiere que habrá un incremento de las lluvias y la humedad en el centro del país, como en los estados de Puebla y Tlaxcala, lo que podría favorecer un aumento en la producción de alimentos del campo. Pero el agua de riego disminuirá si no se toman las previsiones necesarias.
Otro será el panorama en el noroeste, dice la especialista del INE, pues además de la escasa agua disponible para consumo humano y riego agrícola, podría haber sequías severas por la disminución de la lluvia.
En ambos casos, señala, el riesgo es que se reduzca la superficie cultivable y que se limite la producción en el ciclo primera-verano.
La bióloga Martínez explica que tanto los cambios en la temperatura global del planeta como la escasez de agua en el país afectarán en la misma medida y en el mismo periodo a la agricultura.
Hambre, la peor amenaza
Héctor Mayagoitia Domínguez, coordinador del Programa Ambiental del Instituto Politécnico Nacional, dice que un aumento de 2 grados centígrados en la temperatura del planeta, puede ser aprovechado por la agricultura en las zonas del mundo donde habrá una mayor lluvia, “pero si para 2050, ese incremento es mayor a los 2 grados, simplemente desaparecerán las tierras productivas, no habrá alimentos y las hambrunas serán más severas”.
En México, asegura, es el mismo panorama en el aspecto climatológico, “pero la situación podría empeorar si nuestra soberanía alimentaria sigue amenazada como hasta ahora”.
Refiere que hace 20 años México era autosuficiente en la producción agrícola, lo que le permitía no sólo alimentar a la población nacional sino que le permitía también exportar.
Menciona que actualmente “para alimentarnos, México importa la tercera parte del arroz que consumimos, 3 millones de toneladas de trigo y 8 millones de toneladas de maíz”.
Mayagoitia Domínguez atribuye esa dependencia alimentaria al aumento de la población, pero también a la falta de apoyo a los productores nacionales y al poco avance en el desarrollo tecnológico de la agricultura.
Advierte que como el cambio climático es global, Estados Unidos —el principal importador de granos en México— también se verá afectado en su agricultura, por lo que buscará tener las reservas suficientes para el consumo de su población y, a la vez, producción para la elaboración de biocombustibles. “Llegará el momento en que Estados Unidos no tenga granos para exportar y entonces nosotros tendremos que producir mínimo esas 8 millones de toneladas de maíz que ahora nos venden, pero no lo vamos a poder hacer si antes no atendemos nuestros rezagos en el sector agrícola”.
Considera que de continuar esta insuficiencia alimentaria, México será uno de los países donde la hambruna será más severa.
“No hay que olvidar que en este momento, cuando aún los efectos del cambio climático no son tan dañinos, tenemos 21 millones de mexicanos en pobreza alimentaria. Imagínese qué será después cuando los cultivos sean arrasados por el clima y ya no tengamos agua suficiente”.
Sin seguridad alimentaria
Carlos Salazar, secretario general de la Confederación Nacional de Productores Agrícolas de Maíz de México, advierte que si el gobierno federal sigue sin considerar al campo como tema estratégico y sólo beneficia a los grandes productores y empresas transnacionales, “los pequeños y medianos productores de maíz no podremos garantizar que la cosecha sea suficiente para alimentar a los mexicanos en 2040”.
Explica que los efectos del cambio climático son visibles en los cultivos, pues el año pasado se perdió 10% más de producción que la registrada en 2008.
“De las 17 millones de toneladas de maíz que se sembraron en el ciclo de primera-verano, se perdieron 4 millones de toneladas en sequías, granizadas e inundaciones”.
Asegura que con las actuales políticas agrícolas aunadas a las inclemencias del tiempo, los campesinos estarán en peores condiciones.
“Algo que no se ha previsto en esos pronósticos de las afectaciones del cambio climático son los aspectos financieros. Hay que tomar en cuenta que los seguros y créditos agrícolas se verán reducidos”.
Especifica que “a medida que los riesgos de siniestro aumenten, la capacidad de crédito para los productores nacionales disminuirá y los seguros serán cada vez más costosos”.
Carlos Salazar señala que el aumento en el precio del diesel está causando dificultades a los campesinos, pero también el crecimiento de las ciudades, el rezago en la tecnificación y el financiamiento casi nulo.
“Pero el gobierno no contabiliza nuestras pérdidas porque los grandes productores no sufren, ellos si siguen produciendo con todos los apoyos que reciben y aún así, no hay estrategias eficaces de abasto de maíz”.
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