El cambio climático se refiere a las alteraciones y a largo plazo en los patrones climáticos de la Tierra, resultado principalmente de actividades humanas que aumentan las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Estos gases, como el dióxido de carbono y el metano, atrapan el calor y contribuyen al calentamiento global.
Aunque el cambio climático afecta a toda la humanidad, su impacto no es uniforme, y los grupos más vulnerables suelen sufrir mayores repercusiones. Las comunidades marginadas, con bajos ingresos y acceso limitado a recursos, enfrentan mayores riesgos debido a su ubicación geográfica, infraestructuras precarias y menor capacidad para adaptarse.
En ese sentido, las personas pertenecientes a estos grupos pueden afrontar problemáticas como: seguridad alimentaria, fenómenos meteorológicos extremos y escasez de agua, por poner algunos ejemplos.
Por ello, se vuelve esencial abordar las emisiones a nivel mundial, al tiempo que se proporciona apoyo financiero y tecnológico a las comunidades más vulnerables. La promoción de prácticas sostenibles, la inversión en energías renovables y la adopción de políticas climáticas justas son pasos cruciales para combatir el calentamiento global y, a su vez, las desigualdades sociales exacerbadas por el cambio climático.