Por Antonio Tamayo Neyra
El desarrollo de la responsabilidad social depende en gran medida del capital social existente en una comunidad, una ciudad o de una sociedad entera.
Si bien la gestión de la responsabilidad social se ha acentuado en relación principalmente a la empresa, esta idea se ha complementado diciendo que la misma empresa por sí sola no puede ser responsable, requiere que sus directivos sean socialmente responsables, y de esta manera estos últimos busquen que la organización también ponga en práctica dicha responsabilidad, sin soslayarla, buscando que sus actividades económicas sean realizadas de forma responsable en relación a la sociedad donde opera.
En otras palabras, la responsabilidad social no surge de forma espontánea en la empresa ni tampoco en sus dirigentes, sino que crece y se desarrolla cuando existe el suficiente capital social en una determinada comunidad o ciudad. Es decir, este último viene a ser como el “caldo de cultivo” en donde se generan las condiciones necesarias para que nazca y se tome en cuenta de forma importante la responsabilidad que se tiene con el resto de los miembros de la sociedad, tanto como personas por sí mismas, como por el papel que desempeñan en el ámbito económico.
Por lo anterior, considero muy difícil el que se geste y desarrolle la responsabilidad social empresaria (o empresarial) en una comunidad donde exista poco capital social; vendría a ser como una isla inmersa en un ambiente donde dicha responsabilidad no es valorada ni considerada en forma destacada. De ahí la importancia de generar ese capital, que viene siendo como una especie de pegamento que une e integra a los miembros de la sociedad, generándose una cohesión en la comunidad.
Este capital social surge de una cultura que respeta y cumple la legislación formal en todos sus aspectos, como puede ser la lucha contra la corrupción, y primordialmente en la existencia de valores que no están inscritos en ninguna legislación, como son la ética, y con ella la confianza y la cooperación.
El primero de los tres valores mencionados, la ética, implica el ser responsable socialmente, involucra el reconocer la existencia del otro y de la forma como se va a relacionarse con ese otro. Y si existe una buena relación se genera confianza y también la cooperación.
Luego entonces si los miembros de una sociedad tienen una cultura lo suficientemente desarrollada que contenga todos los aspectos señalados, la responsabilidad social estará integrada en todos ellos y de esta manera será llevada a las empresas donde se gestionará en el ámbito productivo.
Existen países como Japón y Suecia por ejemplo, donde tienen mucho capital social (si puede hablarse de cantidades), basado en una cultura que cumple en forma amplia con los valores antes mencionados. Se requiere entonces que esos valores además de fomentarlos en nuestras relaciones sociales personales, los llevemos también a las empresas, respetar las reglas de la organización, respetar a los demás miembros, y con ello generar un ambiente de confianza y de cooperación.
Seguiremos platicando ….
Antonio Rey Tamayo Neyra
Dedicado al periodismo de investigación desde 1987 especializado en temas socioeconómicos. Desde 1991 colabora en el periódico El Financiero como Coordinador Editorial y Redactor de Proyectos Especiales, además de colaborar en otros medios. Desde el 2002 involucrado en la Responsabilidad Social, escribiendo y realizando proyectos editoriales de este tema, y además documentando las actividades de las empresas (tipo caso) También es profesor de posgrado e imparte capacitación en relacionales laborales. Licenciado en Administración por el Instituto Tecnológico Autónomo de México; su preparación profesional posterior incluye un Diplomado en Responsabilidad Social en el Tecnológico de Monterrey, y un Curso del mismo tema en la Universidad Abierta de Cataluña. Actualmente estudia la Maestría en Sociedad de la Información y el Conocimiento en la Universidad Abierta de Cataluña.