Sin pecar de ilusos o de catastrofistas, si podemos ver que algo ha salido mal, es decir el problema económico y la falta de crecimiento económico no es una ilusión óptica existe y nos está afectando a todos en menor o mayor grado. Cada día son más los que pierden su empleo y cada día tenemos menos posibilidades de generar nuevos empleos.
Existe muchos teóricos de diversas disciplinas que dan explicaciones a lo que estamos viviendo, y estas van desde las ilusiones económicas, hasta los fraudes maquinados casi a la perfección, pasando por los complots y la desmoralización social como causas de lo que estamos viviendo. No quiero en esta corta nota teorizar más sobre el hecho, sin embargo, si quiero proponer una reflexión sobre el “derecho de apostar”, algo que ya Hans Jonas (Jonas, 1995) había promovido como una traducción del imperativo Kantiano que reza: “Obra de tal modo que los efectos de tu acción sean compatibles con la permanencia de una vida humana auténtica en la Tierra” como traducción a nuestra era de la filosofía de Kant.
Sobre esta situación viene la génesis histórica de la responsabilidad social podemos ver esta durante todo el siglo pasado cuando se comenzó con los derechos laborales acabando con cuestiones que eran derechos de los patrones (y lastimosamente los siguen siendo en algunos casos hasta nuestra era): castigos físicos, derecho de pernada, reducción de salarios, etc. Terminando estos como “derechos naturales” de los patrones ya pasadas las guerras mundiales. Continuo amén de con una agregación de derechos laborales, con la agregación de los derechos del consumidor (el término cliente tomó real significado con la “revolución de la calidad” que vivimos en los años 60’s y 70’s) en donde también se termino otro “derecho natural” el derecho de construir y vender lo que fuera sin consideración a los clientes (no existían parámetros de salud y seguridad mas allá de los legales para quien utilizará un producto o servicio), finalmente en los 80’s y 90’s se vivió la consideración ambiental como la consideración de un bien común sobre el cual el “derecho natural” de tirar en mi propiedad (o desde mi propiedad en caso de emisiones y descargas) lo que yo requiera para producir también se perdió. El inicio de este siglo ha sido testigo de grandes avances en la percepción social de la organización y estamos viendo el ocaso del “derecho natural” a no ser parte de la sociedad en donde opera la organización (o sus productos y procesos).
Bien hasta ahora no existe dentro de mi conocimiento ninguna norma voluntaria, obligatoria o de guía que medie sobre el principio de apostar (el “derecho natural” de apostar todo lo que es mío). En el 2005 Inglaterra se opuso a legalizar la eutanasia y mientras que la decisión tiene todo el derecho para ser argumentada; quisiera llamar la atención sobre uno de los argumentos utilizados y fue el siguiente: “la muerte no es una cuestión individual sino social y tiene repercusiones en diversos miembros de la sociedad”. Traspasado esto a la vida de una organización de una empresa nos queda claro que el cierre de una empresa está muy lejos de solo afectar a su dueño (o dueños o accionistas) y sus efectos sociales se dispersan por toda la sociedad en la que opera o que tienen efecto sus actividades, productos o servicios.
Bajo este análisis entonces, la pregunta en la que se basa completamente esta pequeña nota es la siguiente: ¿Tienen derecho los dueños o sus representantes a apostar el futuro de una empresa en un intento por mejorar su desempeño económico? Pasaré antes de intentar agregar más material a esta perspectiva hacer ver que es claro que no se tiene derecho a apostar a toda la especie humana en ningún tipo de empresa (científica, militar o religiosa). También es común que se condene a padres por “apostar” la vida de sus hijos con prácticas que no se consideran morales, o éticas.
Ahora regresando ¿es en realidad un “derecho natural” el que una empresa apueste todo, incluyendo la estabilidad económica de sus empleados en su afán de obtener mayores beneficios económicos? Probablemente la respuesta inmediata sea un “si”, después de todo es su capital económico, sin embargo como ya mencione, realmente es suyo o tiene un deber y un compromiso de responsabilidad para el capital de sus empleados que están trabajando en ella y cuyos ingresos dependen de la subsistencia de la empresa. Es decir las decisiones estratégicas y de negocios son necesarias y todas conllevan un riesgo, es necesario sin embargo que en este riesgo las organizaciones se den cuenta que no es solo su futuro el que apuestan cuando “apuestan todo”, sino el de una parte importante de la sociedad. Cuando ENRON uso su “derecho natural” para apostar a operar fuera de la ley causó grandes repercusiones a nivel social. Así muchas organizaciones que apostaron por inversiones de alto riesgo y perdieron han causado un cisma social que si bien su etiología es económica, sus resultados distan mucho que amarrarse a esta única esfera.
Por lo tanto la meditación que dejo es la siguiente: ¿cómo debe elaborarse una guía sobre responsabilidad social corporativa para que se gestione el “derecho natural” de apostar toda la organización?
Jonas, H. (1995). El Principio de Responsabilidad. Herder.bitos.
Búho Negro
En cuanto a RS, el Búho Negro fue miembro fundador del grupo de Responsabilidad Social del Comité Técnico 207 (responsable de las normas ISO) en 1999; Presidente fundador del comité nacional para la normalización en responsabilidad social; representante del continente americano ante el grupo especial de asesoría ISO sobre responsabilidad social; Presidente del comité espejo ISO 26000; líder de delegación a las reuniones de ISO 26000 en Sidney y Viena; Presidente del grupo internacional de organizaciones de gobierno que participan en escribir ISO 26000 y actualmente coordinador de la maestría en Responsabilidad Social Corporativa de la Universidad Regiomontana en Monterrey.