El papa Francisco advirtió hoy que quienes generan pérdida de puestos de trabajo provocan “un grave daño social”, al realizar una férrea defensa del empleo como un derecho de todos y como una actividad “sagrada” para el hombre.
Me pongo triste cuando veo gente sin trabajo, que no encuentra ocupación y no tiene la dignidad de llevar el pan a casa”, clamó ante varios miles de personas congregadas en el Aula Pablo VI del Vaticano con motivo de su audiencia general.
Además criticó a la moderna organización del trabajo que muchas veces demuestra una “peligrosa tendencia” a considerar la familia como una molestia y un peso para la productividad.
Cuestionó el uso de la palabra productividad y denunció que en ocasiones quien proyecta las fábricas o los lugares de laboro está interesado a la gestión de la fuerza-trabajo individual, que se puede ensamblar y utilizar o descartar según la conveniencia económica.
Asimismo consideró que la familia es como un gran “banco de pruebas” y constató que cuando la organización del trabajo la tiene “como rehén”, o llega a obstaculizar su camino, entonces se puede estar seguro que la sociedad humana empezó a trabajar contra sí misma.
Trabajar es propio de la persona humana. Expresa su dignidad de ser creada a imagen de Dios. Por eso se dice que el trabajo es sagrado. Y por eso la gestión de la ocupación es una gran responsabilidad humana y social, que no puede ser dejada en manos de pocos o descargada en un mercado divinizado”, dijo.
“Me alegro mucho cuando veo que los gobernantes hacen muchos esfuerzos por encontrar puestos de trabajo y buscar que todos tengan trabajo. El trabajo es sagrado, da dignidad a una familia. Debemos rezar para que no falte el trabajo en una familia”, insistió, hablando en italiano.
Sostuvo que de una persona seria y honesta la cosa más linda que se puede decir es que se trata de “un gran trabajador”, que en la comunidad no vive a costilla de los demás y “no vive de arriba”.
Precisó que el trabajo tiene “mil formas” y en dos ocasiones incluyó en esta categoría a las labores del hogar.
Por otra parte, estableció que la dignidad laboral y el respeto por la naturaleza van de la mano, porque una depende de la otra.
Cuando el trabajo es presa de la lógica del sólo beneficio y desprecia los afectos de la vida, el envenenamiento del alma, contamina todo: también el aire, el agua, la comida (…) La vida civil se corrompe y el hábitat se destruye”, indicó.
Fuente: Dinero en Imagen