Roland Zahn, Ph.D., un científico de Janssen y experto en vacunas virales, estuvo al frente de la investigación durante el brote de Ébola. Hoy él y su equipo están trabajando a una velocidad récord para ayudar a administrar una vacuna potencial para el nuevo coronavirus.
Como Director Científico Senior de Inmunología preclínica de vacunas virales en la compañía farmacéutica Janssen de Johnson & Johnson, el Dr. Zahn se enfrenta a lo que puede ser el mayor desafío de su carrera: ayudar a desarrollar y probar una vacuna para la COVID-19.
Desde enero, antes de que muchas personas hubieran oído hablar del nuevo coronavirus, él ya estaba estudiando cómo se podría detener la enfermedad.
El 30 de marzo, Johnson & Johnson anunció que había identificado una posible vacuna experimental para COVID-19.
Ha sido un momento muy estresante, pero en el buen sentido, porque sabes que eres parte de algo muy importante al trabajar en una posible solución para ayudar a detener esta pandemia global.
Dr. Zahn.
El Dr. Zahn habla sobre cómo sus experiencias pasadas al investigar los virus del VIH y Ébola, han ayudado a allanar el camino para el trabajo que está haciendo ahora, y que podría ayudar a salvar muchas vidas.
También menciona que no fue hasta después de completar su Ph.D. en bioquímica en 2005, y haber pasado algún tiempo en la academia, que se interesó en el desarrollo de vacunas.
En la academia, mi trabajo se centró en comprender la interacción de los virus con el sistema inmune: ¿cómo se equilibra esa relación para proporcionar protección contra los virus sin causar una respuesta inmune en el cuerpo? ¿Cómo pueden ciertos virus coexistir con una persona durante un período prolongado de tiempo sin causar una enfermedad aparente?
Dr. Zahn.
Mi desarrollo en la academia era importante, pero quería hacer un trabajo donde pudiera tener un impacto visible en la vida de las personas. Si bien es posible hacer una investigación así en la academia, es decir, una investigación de laboratorio que se pueda utilizar para desarrollar nuevos tratamientos o procedimientos, en realidad no se puede ver el trabajo hasta la etapa final, cuando se convierte en un producto médico con licencia, y esa es la etapa en la que realmente estás ayudando a las personas.
Entonces, después de completar mi trabajo posdoctoral, tomé un empleo en una compañía de biotecnología que se enfocaba en desarrollar vacunas para enfermedades virales como el VIH, que causa el SIDA, y el virus sincitial respiratorio (VSR), que provoca infecciones en los pulmones y las vías respiratorias.
Lo que me encanta de trabajar con vacunas, es que pueden ayudar a mejorar la salud de personas tanto de países desarrollados como en los de vías en desarrollo por igual.
El sufrimiento humano a veces puede parecer lejano cuando trabajas en un laboratorio donde todo se siente bajo control, pero trabajar con una vacuna cuando ocurre un brote es muy diferente. La gente está muriendo, lo que cambia tu percepción de tu trabajo en el laboratorio: hay un propósito muy claro de por qué estás allí.
Dr. Zahn.
Primero experimenté esto con el Ébola . Comencé a trabajar en una vacuna contra el filovirus en 2009. Los filovirus, que incluyen el Ébola, son un tipo de virus que puede causar fiebres hemorrágicas.
Luego, en 2014, todo cambió: hubo un brote de Ébola en África occidental que fue más grande que todos los brotes anteriores combinados. Más de 28,000 personas se enfermaron, más de 11,000 murieron, y hubo una carrera para desarrollar una vacuna, como la que había estado trabajando.
Pasé un tiempo en África antes de que esto sucediera, así que me sentí muy apegado a las personas de allí y a sus necesidades, ya que enfrentaban la posibilidad de infectarse.
Janssen finalmente implementó su vacuna en la República Democrática del Congo y los países vecinos, para ayudar con lo que se ha convertido en el segundo brote de Ébola más grande de la historia. Hasta la fecha, más de 50,000 personas han sido vacunadas con la primera dosis de nuestra vacuna.
Enfrentando una pandemia global con igual propósito y pasión
Cuando supimos por primera vez sobre el nuevo brote de coronavirus en China, nuestro equipo de científicos rápidamente comenzó a trabajar en el desarrollo de una vacuna, sabiendo que los coronavirus tienen el potencial de propagarse rápidamente, como observamos con el SARS.
Y la velocidad de nuestro trabajo en esta vacuna potencial para COVID-19 realmente no tiene precedentes en el desarrollo de vacunas.
El proceso de diseño, prueba, selección y fabricación de una vacuna generalmente lleva varios años, pero en este caso, estamos tratando de comprimirlo a ocho meses. Toda la comunidad de investigación se unió rápidamente para compartir información sobre la COVID-19, lo que realmente nos ayudó a acelerar nuestra respuesta.
Mi equipo y yo somos específicamente responsables de evaluar los candidatos a vacunas para obtener inmunidad protectora contra el virus, trabajando muy de cerca con Jerome Custer, Director Científico Senior de Investigación de Vacunas en Janssen, quien está diseñando con su equipo, los candidatos a vacunas.
Desde febrero, hemos estado realizando pruebas preclínicas de más de 10 posibles candidatos a la vacuna COVID-19. El 30 de marzo, anunciamos la selección de nuestro candidato principal, y esperamos comenzar los estudios clínicos de este candidato en septiembre, con el objetivo de tener datos clínicos sobre su seguridad a principios del próximo año.
Nuestro equipo de científicos ha aprendido mucho del trabajo que hemos realizado para responder a epidemias en el pasado. La tecnología que estamos utilizando para desarrollar la vacuna COVID-19 también se usó para desarrollar nuestra vacuna contra el Ébola, así como los candidatos a la vacuna para el virus Zika , RSV y VIH .
El énfasis de Janssen en el desarrollo de asociaciones globales, también juega un papel crucial en nuestra rápida respuesta a la nueva pandemia de coronavirus. Hemos ampliado nuestra asociación con BARDA, la Autoridad de Investigación y Desarrollo Avanzado Biomédico, parte de la Oficina del Subsecretario de Preparación y Respuesta (ASPR) del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los EE. UU., y hemos estado colaborando con Beth Israel Deaconess Medical Center, que es parte de la Escuela de Medicina de Harvard, en la evaluación y prueba de posibles vacunas COVID-19.
Estas asociaciones nos permiten desarrollar una vacuna rápidamente. Al identificarla, trabajar en la fabricación y prepararnos para los primeros ensayos clínicos al mismo tiempo, podemos avanzar lo más rápido posible para administrarla al mismo nivel de seguridad que en nuestros otros programas de vacuna.
El objetivo de Janssen es fabricar más de mil millones de dosis de la posible vacuna preventiva para fines de 2021.
Trabajar en el desarrollo de vacunas significa que siempre se está abordando una necesidad médica no satisfecha. Ahora estamos en una pandemia para la que no estábamos completamente preparados, por lo que este trabajo es aún más urgente y necesario.