Marismas nacionales, en los estados de Sinaloa y Nayarit, es uno de los ecosistemas costeros de mayor importancia para el Pacífico. En 2010 fue declarado sitio RAMSAR y decretado Reserva de la Biosfera por la CONAP. Desafortunadamente, su situación en términos de conservación es crítica, en opinión de la ganadora del Premio Internacional PEW de conservación marina.
Nunca se había revelado tan claro cómo se puede contar la historia de una nación con lo que ocurre en un pueblo hasta que visité Marisma nacional en los estados de Sinaloa y Nayarit.
Este lugar alberga uno de los ecosistemas costeros de mayor importancia para el Pacífico mexicano. Es el hábitat de crianza más grande para cientos de especies de peces y aves que migran hacia el golfo de California, por lo que en 1995 fue reconocido como un humedal, declarado sitio RAMSA y decretado Reserva de la Biosfera por la CONAP en 2010. Esta región es un reflejo de la paradoja de casi todos los países tropicales: inmensamente ricos en recursos naturales e inmersos en una humillante pobreza cultural y económica.
Navegando por las aguas turbias
Socialmente, los laberintos del mangle no sólo cuentan la historia contemporánea de todo México, sino la trayectoria de muchos países latinoamericanos que pierden su patrimonio natural e histórico sin construir un capital humano.
En el mismo lugar en el que las mujeres salen a la carretera a vender camarón para asegurarse el sustento, el ex gobernador Antonio Toledo Corro se dio a conocer recientemente por su controversial venta de terrenos aprecios altísimos para promover un megadesarrollo turístico y hacer una maroma fiscal para pagar los mínimos impuestos al municipio por la transacción. Cuentan los habitantes del lugar que, para llevar al olvido la transacción, don Antonio fundó una escuela para “promover con educación y trabajo el progreso de su natal Escuinapa”.
Amnesia sistemática
Así como el manglar conecta su salud con las montañas como si fueran sus pulmones y al océano como si fuera su corazón, la nación federal debe ejercer las políticas en coordinación entre las diferentes secretarías, estados y municipios. Pero no sucede: los ríos están cortados para servir a actividades agrícolas y ganaderas, y los municipios y gobiernos no tienen obligación de coordinarse con las políticas nacionales.
Federación y esteros yacen atomizados, sin vínculos con los componentes que les dan vida. Por ejemplo, mientras la Secretaría de Medio Ambiente declara Marisma Nacionales como Área Protegida (AP), el Fondo nacional de Fomento al Turismo (FONATUR) planea un inmenso desarrollo turístico en los terrenos recientemente comprados al ex gobernador.
Nadie recuerda la historia: se nos olvida que Sinaloa fue la cuna de las cooperativas, empresas sociales ejemplares a nivel mundial. Parecemos vivir una amnesia infecciosa.
La historia del manglar de Marisma Nacionales no está escrita en ningún libro. Sólo los pescadores locales han registrado en su memoria la dramática pérdida de los largos arrecifes de ostiones que funcionaban como filtradores naturales que en un día podía limpiar el agua en este inmenso estero.
Ausentes hoy, en el pasado llegaron a ser tan abundantes, que los antiguos habitantes construyeron con ellos una pirámide de 30 metros de altura. Ésta fue descrita por un arqueólogo norteamericano, y en sus restos sólo yace un letrero oxidado de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS).
Nadie recuerda tampoco cuándo ocurrió el cambio en la transparencia del agua, que antes bebían, y hoy se ha convertido en un río lodoso, efecto de la erosión de la región agrícola en las zonas altas y la ausencia de los grandes arrecifes de ostiones.
Servidores públicos al servicio de la nación
Así, en Escuinapa, como en todo México, no queremos quedar mal con los funcionarios. Se nos ha olvidado que ellos están al servicio de la nación.
Sumidos en la ignorancia, decidimos reducir nuestras playas a un espacio mínimo para poder desarrollar la costa con granes hoteles en vez de entender los mensajes sobre la riqueza que proviene del mar.
El proceso de muerte lenta de este sistema costero provoca desesperación.
Pero siempre se puede cambiar las cosas mientras cada ciudadano vigile y exija rendición de cuentas a nuestros servidores públicos. Se puede, siempre que recordemos que el conocimiento no se construye en un periodo de gobierno, y que construyamos sobre la sabiduría ancestral y la moderna una mejor relación sociedad-naturaleza. Un buen gobierno, junto con una ciudadanía activa, es lo único que salvará al manglar y a nuestro país.
El manglar agoniza y brilla. Es inmensamente rico y miserablemente pobre. Emociona y derrota. Eso es México. Eso es Latinoamérica. ¿Cómo le hacemos para crear sociedades prósperas sobre ecosistemas robustos, en los que no destruyamos el capital natural y donde aseguremos un futuro para próximas generaciones?
Si cambia la historia de este humedal, cambia la historia de México, y con ello, aportaremos para cambiar la historia del mundo. En los pequeños detalles están las grandes soluciones. O viéndolo al revés, si los detalles se miran bien, esto quiere decir que el sistema complejo funciona correctamente.
Fuente: Revista Equilibrio, p. 5-6.
Por: Andrea Sáenz-Arroyo, directora de Ciencia de la organización civil Comunicad y Biodiversidad A. C. Ha dedicado su investigación a describir la relación sociedad-naturaleza con una visión histórica. Recientemente recibió el premio internacional PEW de conservación marina.
Publicada: Febrero 2012.