En una conferencia de cerveceros realizada esta año, un grupo de lobby de la industria de bebidas alcohólicas hizo un disparo de advertencia en lo que se ha convertido en una multimillonaria batalla global. Los funcionarios de salud pública «quieren venir a decirle a la gente que el alcohol causa cáncer», dijo al auditorio Sarah Longwell, directora general del Instituto de Bebidas de Estados Unidos. La industria, agregó, estaba en riesgo de perder su «halo de salud».
Durante décadas, los productores de vino, cerveza y licor han sido ayudados por la noción -consagrada por una serie de recomendaciones de las autoridades sanitarias- de que un poco de alcohol puede aportar ciertos beneficios para el corazón y otros aspectos de la salud humana. Este consenso está cambiando rápidamente. A la luz de investigaciones recientes que destacan posibles riesgos de cáncer, funcionarios de salud pública en todo el mundo están reexaminando sus recomendaciones.
El cambio presiona a la industria de licores en algunos de sus principales mercados, como EE.UU., Reino Unido y Rusia. La respuesta del sector es tan amplia y tan costosa como la amenaza que percibe, e incluye el ataque a los promotores de políticas contra el alcohol, la colaboración con los gobiernos para elaborar nuevas medidas de salud y la financiación de sus propias investigaciones.
Las autoridades del Reino Unido atenuaron en enero la recomendación (vigente desde hace 20 años) de que el consumo moderado de alcohol podría ayudar al corazón, diciendo que esos beneficios son menores de lo que se había pensado. El gobierno emitió nuevas directrices diciendo que la ingesta de alcohol aumenta el riesgo de ciertos tipos de cáncer.
También en enero, el Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU. (HHS, por su sigla en inglés) eliminó de sus recomendaciones la parte que indicaba que beber moderadamente podría disminuir el riesgo de enfermedades del corazón en algunas personas. Cuando se le preguntó la razón, la portavoz del HHS dijo que hacían falta más revisiones «para comprender mejor los resultados de salud que pueden o no estar asociados con el consumo moderado de alcohol».
Mientras tanto, Corea del Sur, citando posibles riesgos de cáncer, siguió este año a Australia en restringir el máximo consumo de alcohol recomendado. Hace unos años, después de un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) describiera diversos peligros que, en su opinión, beber representa para la salud, como conducir a un mayor número de accidentes e infecciones, Rusia limitó la venta de alcohol y fijó impuestos a la cerveza y el vodka (los países difieren en lo que consideran consumo moderado).
Los consejos influyen en los gobiernos a la hora de establecer impuestos a las bebidas alcohólicas, horarios de venta al por menor y restricciones a la publicidad. De manera más sutil, pueden influir en la actitud del público hacia el alcohol. El gigante cervecero Anheuser-Busch InBev NV incluye en su estado de riesgo corporativo que la OMS trata de reducir lo que llama el uso nocivo del alcohol en 10%.
En Australia, el consumo de alcohol se redujo después de que el gobierno aconsejó en 2009 beber menos. La ingesta cayó de 10,6 litros anuales por persona a 9,7 litros. En Maryland, EE.UU., las ventas de licores, vinos y cervezas cayeron después de que el gobierno aumentó los impuestos al alcohol en 2011. Las ventas de alcohol en Rusia han descendido más de 20% a lo largo de varios años, luego de que el gobierno tomara medidas contra la venta de bebidas alcohólicas en reacción al informe de la OMS.
La idea de que el consumo moderado de alcohol podría ser bueno para la salud en algunos aspectos se remonta a cuatro décadas de investigación. Arthur Klatsky, un cardiólogo de California, estaba tratando de determinar los factores del estilo de vida que pueden afectar la salud cardiovascular cuando sorpresivamente descubrió que los bebedores moderados tenían me-nos ataques al corazón y un riesgo estadístico menor de morir por una enfermedad coronaria que los abstemios.
Este hallazgo «cambió el paradigma para el estudio de los efectos del alcohol», según la Fundación de Investigación Médica de Bebidas Alcohólicas. La organización precursora de esta entidad financió en ocasiones el trabajo de Klatsky.
Ahora, la investigación está volviendo a cambiar el consenso.
Uno de los primeros síntomas se produjo casi una década atrás, cuando los funcionarios de la OMS se propusieron desarrollar una nueva política sobre el alcohol, focalizándose en la «carga global de la enfermedad», una evaluación de una amplia gama de posibles efectos sobre la salud, incluidos los indirectos, como las tasas de accidentes y ciertas infecciones.
Más recientemente, los funcionarios de salud pública se han centrado en investigar la relación entre el consumo moderado de alcohol con el mayor riesgo de ciertos tipos de cáncer. Mark Bellis, un funcionario de salud pública de Gales, dijo que la recién descubierta capacidad de aislar los efectos de alcohol de otros factores como la dieta y el ejercicio ha puesto de manifiesto «pruebas abrumadoras» de la relación entre el cáncer y el alcohol.
En Irlanda, ante un proyecto de ley que prohibe la publicidad del alcohol, fija precios mínimos y obliga a poner etiquetas de advertencia en los envases, el conglomerado de licores Diageo PLC financió a un grupo que promueve la moderación al beber. Este grupo se convirtió en objeto de controversia cuando se supo que Diageo lo financiaba. El proyecto de ley sigue en estudio.
AB InBev y Diageo y sus rivales Heineken NV y Pernod Ricard SA comparten parte de los costos del primer ensayo aleatorio que evalúa los efectos de salud del alcohol. El estudio cuesta US$55,4 millones y será supervisado por el Instituto Nacional de Abuso de Alcohol y Alcoholismo de EE.UU.
Dos médicos de la Universidad de Boston han debatido estos asuntos durante años. Uno de ellos, Tim Naimi, es parte de un grupo de investigadores subvencionado por el gobierno. El otro, Curtis Ellison, solía recibir mucha financiación de grupos de la industria del alcohol, pero dejó de recibir esos fondos en 2013 a pedido del nuevo decano de la escuela de medicina.
En un análisis publicado en marzo, Naimi y sus coautores describen lo que denominan un error en algunos estudios que encontraron más enfermedades del corazón en los no bebedores que en los bebedores moderados. Algunos de los no bebedores dejaron el acohol luego de sufrir una enfermedad, dijo el análisis. Después de corregir esta y otras cuestiones, los investigadores concluyeron que el consumo moderado de alcohol no tuvo beneficios netos sobre la salud.
Según Ellison y sus colegas, el análisis de Naimi no tuvo en cuenta estudios que hallaron efectos beneficiosos de la ingesta de alcohol y descalifica estudios en animales que han demostrado que el alcohol aumentaba la protección del colesterol. Esta omisión es «inconcebible», dijo el grupo de Ellison, denominado Foro Científico Internacional para la Investigación del Alcohol.
Fuente: La Nación