Por Javier Visoso
El serio problema de drogadicción y de narcotráfico que afecta a nuestro país, y me atrevería a decir que al mundo en general se ha convertido en una práctica tan común y ha alcanzado tal poderío, que ha rebasado la capacidad de control de las autoridades y de la sociedad.
En México, mientras cientos de familias se ven afectadas por la delincuencia organizada y por los efectos que causan las drogas, se ha iniciado un debate, tanto en la Asamblea del Distrito Federal, como a nivel nacional, para poner sobre la mesa de diálogo si la producción, distribución y comercialización de las drogas debería de legalizarse.
Este es un falso debate que debería de tener como punto de análisis lo que ha ocurrido con el tabaco y con el alcohol. Con estos dos productos hemos visto como la legalización no ha disminuido las tragedias al interior de las familias cuando un ser querido desarrolla cáncer o enficema pulmonar; hemos experimentado cómo la ingesta de alcohol, por legal que sea, no evita los terribles accidentes por conducir en estado de ebriedad; se ha visto cómo el sistema de salud tiene altos costos en el tratamiento de enfermedades y lesiones causadas por estos dos agentes. Hoy, se busca crear conciencia en la población con innumerables acciones publicitarias que revelan el daño que causa principalmente el tabaco y se han rescatado espacios públicos libres de humo.
Una de las hipótesis es que la legalización del proceso comercial de las drogas podrían disminuir su atractivo económico y la violencia, lo cual no es muy seguro, pues la industria del alcohol y del tabaco generan ganancias cuatiosas aún legalizadas. Independientemente de ello, el debate no debería de estar encaminado en este sentido si sus intenciones son auténticas. Si se quieren legalizar las drogas, que las legalicen. Si quieren mantenerlas prohibidas, que lo hagan, da igual, el problema real permanecerá.
Idealmente el rumbo del debate debería de ser analizar, diagnosticar y remediar aquellas acciones sociales que hemos fomentado para que la población prefiera el camino denigrante de las drogas a crear un panorama productivo y saludable.
Las drogas inutilizan al ser humano, lo hunden en un estado de dependencia y de adicción. Más allá, sumen al individuo y a sus familias en una dinámica de culpa, de reducción sensible de autoestima, de imposibilidad. Extraen al individuo y a sus familias de un ciclo productivo, los desfocalizan de su afán por salir adelante y los sumergen en un estado de supervivencia y emergencia para tratar de ayudar al ser querido a salir de este mal. ¿Resuelve algo entonces el hacer legal una sustancia que lleva intrínsecas estas consecuencias?
El debate entonces no está en buscar legalizar o no las drogas, sino en revisar las carencias del sistema educativo para abolir las causas de la deserción; en la forma de crear oportunidades laborales para que todo mexicano pueda satisfacer sus necesidades y ver la posibilidad de desarrollarse y en sacar provecho sustentable a nuestro país para hacerlo un escenario donde podamos hacer tangibles sueños, oportunidades y proyectos a todo lo largo y ancho del territorio.
El pivote de la discusión debería localizarse en cómo cambiar una percepción de que las drogas brindan un estatus y una “personalidad” a quienes la consumen, por enaltecer en su lugar a quienes se evocan al conocimiento, a la ciencia, al deporte, por privilegiar el crear el bien común, pero sobre todo, privilegiar a las personas de bien.
Entendamos que debatir sobre la legalización de las drogas, es solamente un pretexto para tener acceso libre a una falsa deidad. Si como sociedad realmente nos importa el tema, el debate debe de estar centrado en la persona, no en la droga.
Francisco Chávez Visoso
Estudió la carrera de Ciencias de la Comunicación en el Tecnológico de Monterrey, Campus Ciudad de México. En la Escuela Bancaria y Comercial (EBC) cursó la maestría en Administración y Mercadotecnia. Desde 2008 ha trabajado en actividades de Responsabilidad Social en empresas trasnacionales de origen mexicano. Actualmente labora en Grupo Bimbo desde donde busca aportar un grano de trigo a la mejora y fortalecimiento de la Responsabilidad Social y la Sustentabilidad.
