El objetivo era ocupar con mujeres un 30% de puestos directivos de las empresas, tanto del sector público como del privado, para el año 2020.
Sin embargo, dos años después de anunciarse el plan, esa meta ha sido reducida a tan sólo el 7% de los puestos gubernamentales y el 15% de puestos en compañías privadas.
Hay muchas razones detrás de esta corrección.
El año pasado me pregunté si mis paisanas estaban dispuestas a ser líderes, porque siendo niña en Japón yo también quería convertirme en ama de casa.
Hasta principios de los 1990, las niñas japonesas recibían educación sobre las tareas del hogar, mientras que los niños no.
Crecimos pensando nuestro papel era quedarnos en casa y cuidar a los hijos, y no convertirnos en una jefa de una empresa o una líder.
Pero entre quienes quieren o necesitan trabajar en Japón, la escasez de centros de cuidado infantil siempre ha sido un asunto importante.
«¡Muérete Japón!»
El gobierno repetidamente ha dicho que está trabajando en la construcción de más instalaciones de este tipo.
Pero el asunto ha recibido mucha atención desde que una madre anónima publicó un mordaz blog en el que decía: «Mi hijo no fue aceptado en la guardería. ¡Muérete Japón!».
El comentario incluso fue mencionado en un debate parlamentario cuando Shinzo Abe dudó de su autenticidad, lo cual provocó enojo y resultó en protestas frente al Parlamento.
Después el gobierno reveló que hay 72.000 niños en listas de espera para que se les acepte en centros de cuidado infantil.
El asunto provocó un debate sobre cuál es la causa de esta escasez.
Una de las principales razones es el bajo salario de los maestros de jardines de infantes.
Mariko Yanagisawa, de 53 años, ha sido maestra durante 24 años. Pero su salario neto mensual es de US$1.415, menos de la tercera parte de lo que los hombres japoneses en sus 50 años ganan en promedio.
«Soy apasionada de mi trabajo así que trato de arreglármelas, pero me preocupa que los jóvenes no eligen esta profesión debido a ello», dice.
«Muchos maestros han dejado la carrera porque encuentran difícil sobrevivir con nuestro salario, especialmente cuando este trabajo de cuidar a niños pequeños es físicamente exigente».
Según un sondeo del gobierno nipón, en 2013 el 20% de los maestros estaban considerando dejar su empleo por esa misma razón.
Sexismo arraigado
Actualmente casi el 70% de las japoneses están trabajando, pero la mayoría a medio tiempo o con contratos irregulares.
Kathy Matsui, del banco Goldman Sachs, quien fue la primera que escribió en sobre la «womenomics» (juego de palabras en inglés entre mujer y economía) a fines de los 90, cree que si se cierra la brecha laboral de géneros se podrían agregar unos 7,1 millones de empleados a la fuerza laboral y aumentar el Producto Interno Bruto en hasta un 13%.
Pero además de la falta de cuidado infantil, existe todavía una cultura de sexismo arraigada.
Acabar con ella requiere un liderazgo firme.
El productor de refrigerios Calbee es una de las pocas compañías que tiene probabilidades de alcanzar la meta original del gobierno de aumentar 30% el número de mujeres gerentes para 2020.
Esto gracias al presidente de la compañía, Akira Matsumoto.
Cuando Matsumoto asumió su cargo en la empresa en junio de 2009, sólo el 5,9% de los gerentes eran mujeres.
Cinco años después, el número ha sido triplicado a casi 20%.
«La clave es el compromiso de los altos directivos. Algunos ejecutivos en compañías japonesas todavía se muestran reticentes porque se sienten cómodos en un mundo masculino», dice.
Kazuko Fukuyama es la ejecutiva de más alto rango en Calbee, supervisando a 800 empleados.
Cuando Matsumoto la nombró le dijo que tenía la orden de salir del trabajo a las 4 de la tarde para que pudiera ir a su casa y ver a sus hijas.
«Yo no podía ser como el ejecutivo al que reemplacé pero el presidente me dijo que estaba bien, así que decidí probarlo», dice Fukuyama.
Matsumoto desea ver a las grandes compañías japonesas como las automotrices Toyota y Nissan ampliar su diversidad, porque piensa que así el resto de las corporaciones japonesas seguirá el ejemplo.
«Calbee es muy pequeña», dice con una humilde sonrisa.
Pero en Toyota sólo 3% de los gerentes son mujeres, mientras que en Nissan el número es un poco más alto, de 8%.
Y sólo el 3,5% de los altos cargos gubernamentales los ocupan mujeres.
Lo que Calbee ha logrado parece una tarea casi imposible para el resto del país.
Fuente: BBCMundo