La crisis energética mundial ha llevado a los gobiernos a tomar medidas sin precedentes para reforzar la seguridad y la accesibilidad de la energía, pero no a costa de abordar el cambio climático. En general, la mayoría de los países del G-20 mejoraron sus políticas de bajas emisiones de carbono en 2022, según un nuevo informe del grupo de investigación BloombergNEF (BNEF).
La mayoría de las medidas gubernamentales aplicadas desde que empezaron a subir los precios de la energía no deberían obstaculizar la transición a una economía con bajas emisiones de carbono. De hecho, muchas deberían tener el efecto contrario al fomentar la eficiencia energética o establecer objetivos para sustituir las importaciones de combustibles fósiles por energías renovables o energía nuclear. Además, la mayoría de los países del G-20 han puesto en marcha nuevas ayudas a las tecnologías y sistemas con bajas emisiones de carbono en el último año.
Como resultado, 17 países mantuvieron o mejoraron su puntuación en la tercera edición del Indicador de Políticas de Carbono Cero del G-20 del BNEF, un informe anual que evalúa y clasifica los gobiernos en materia de políticas de bajas emisiones de carbono. En conjunto, los países del G-20 obtuvieron una puntuación media del 54%, dos puntos más que en la evaluación de 2022.
México se ubicó en el lugar 13 entre los países del G-20 por sus políticas climáticas al aumentar en un 2 por ciento su puntaje general, obteniendo una calificación del 46 por ciento. Asimismo, México, junto con Sudáfrica, aumentó en un 8 por ciento su puntaje en economía circular, siendo el mayor incremento entre los países listados.
Teniendo en cuenta sobre todo los retos del año pasado, los resultados representan un neto positivo. Aun así, el informe subraya por tercer año consecutivo lo lejos que están todavía las mayores economías del mundo de aplicar políticas para abordar el cambio climático de forma integral.
Victoria Cuming, Directora de Política Global de BNEF, declaró: «Es una buena noticia que la crisis energética no haya provocado un retroceso generalizado en la política climática. Pero esto no es motivo para tomarse un descanso: ningún país del G-20 tiene suficientes políticas bajas en carbono para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París.»
El Indicador analiza cómo los países del G-20 aplican políticas de descarbonización en siete sectores: energía, transporte, edificios, industria, agricultura, economía circular y combustibles y captura, uso y almacenamiento de carbono. Los países del G-20 representan alrededor del 80% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
En general, los países desarrollados obtuvieron una mejor puntuación media en sus políticas de bajas emisiones de carbono: Los países del G-20 pertenecientes a la OCDE obtuvieron una puntuación media del 64% en la evaluación de este año, frente al 36% de los países no pertenecientes a la OCDE. Esto es preocupante porque la brecha entre los dos grupos aumentó otros dos puntos porcentuales en relación con el informe de 2022. Además, el grupo de países no pertenecientes a la OCDE incluye grandes economías emergentes con una huella de carbono en rápido crecimiento.
Muchos gobiernos han dado prioridad a la descarbonización de sus sectores de energía eléctrica. Como resultado, el G-20 obtuvo una media del 61% para este sector en 2023, 1.3 puntos por encima del informe de 2022. El competidor más cercano, el transporte, obtuvo una media del 54%.
Los líderes políticos del G-20 están empezando a prestar más atención a los sectores más difíciles de combatir. Como resultado, la puntuación media de los edificios, la economía circular y la industria aumentó entre 1.7 y 2.7 puntos porcentuales en comparación con el año pasado. No obstante, se necesita más apoyo político, especialmente fuera de la energía y el transporte, ya que estos sectores alcanzan una media del 47%. En particular, los políticos podrían aplicar incentivos financieros concretos para el hidrógeno limpio, el CCUS (Captura y almacenamiento de carbono) y las prácticas agrícolas sostenibles, normas de eficiencia energética más estrictas para los edificios y normas sobre residuos, así como la fijación de precios del carbono.
Los Estados miembros de la UE y el Reino Unido encabezan el Indicador del G-20 de este año. Francia estuvo a punto de llevarse la corona gracias a sus buenos resultados en todos los ámbitos, especialmente en edificios e industria. Pero gracias a sus mejoras en esos dos sectores, Alemania volvió a conservar el primer puesto. Italia sube al tercer puesto, dejando al Reino Unido en el cuarto.
Estados Unidos es, con diferencia, el país que más ha subido, con cuatro puestos hasta el quinto, gracias en gran parte a la Ley de Reducción de la Inflación. EE.UU. aún no se ha colado entre los cuatro primeros porque los países europeos han aplicado más «políticas de mano dura», como la imposición de precios al carbono, la prohibición de la energía de carbón y normas estrictas de eficiencia energética. Estas medidas están pensadas para forzar la descarbonización y ganar así más puntos según la metodología del Indicador, mientras que las ayudas financieras y fiscales sólo pueden incentivar el cambio.
El Indicador de Políticas del BNEF puntúa a cada uno de los miembros del G-20 sobre un 100% en función del volumen de ayudas públicas aplicadas para reducir las emisiones de GEI, la solidez de estos programas y del proceso de elaboración de políticas, y las métricas para calibrar si están empezando a impulsar el cambio sobre el terreno. Aquí se puede consultar un amplio resumen ejecutivo del informe. Los clientes de BNEF pueden leer el informe completo en BNEF.com. El Presidente del G-20 en 2023 será India. Haga clic aquí para participar en la cumbre anual del BNEF en la India, que se celebrará el 24 de agosto en Nueva Delhi.