Por Emilio Guerra
Animal Político en su nota del 5 de febrero intitulada “No habrá recursos para organizaciones o fundaciones porque ya no habrá intermediarios: AMLO”, señala que “el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que durante su gobierno no se entregarán recursos a organizaciones o asociaciones de la sociedad civil, ni a fundaciones, con el fin de que no haya intermediarios que manejen los recursos públicos”. Líneas más adelante retoma parte del discurso que inaugura una nueva etapa en la relación gobierno – ciudadanos: “Nosotros ya no vamos a entregar recursos a organizaciones ni a fundaciones, para eso es el gobierno, esto debe quedar muy claro”.
“Nosotros ya no vamos a entregar recursos a organizaciones ni a fundaciones, para eso es el gobierno, esto debe quedar muy claro”: AMLO.
Una mirada hacia el horizonte, pero se camina hacia atrás. La añoranza y la melancolía del echeverrismo, apogeo del estado centralizador, son sin duda, las fuentes de inspiración del nuevo gobierno que fluye hacia innovadoras acciones (in-novación en su acepción en desuso: “volver algo a su anterior estado”, Real Academia de la Lengua Española).
Así, en menos de 100 días ya se ve la regresión: Restablecimiento de precios de garantía para granos cuando las condiciones del mercado son diametralmente distintas a las de la década de los setenta del siglo pasado cuando existía ese apoyo gubernamental y que a la larga significó la baja en la productividad del campo mexicano. La aberrante canalización de millonarios recursos a Pemex -refinería cueste lo que cueste- para “rescatar” la producción del petróleo y sentar las bases del desarrollo en el energético cuando el mundo está impulsando explorar la generación de energías limpias que no provienen de combustibles fósiles.
¿Qué representa esto para la sociedad civil?
Se advierte para la sociedad civil una grave amenaza en este peligroso viaje al pasado nacional: la cancelación de proseguir hacia prácticas de gobernanza / gobierno abierto observadas por los países más democráticos, donde la ciudadanía organizada ha ganado diversos derechos para interactuar con el gobierno, porque éste la reconoce como un aliado (no como un intermediario) para canalizar recursos de inversión social. Esa relación se manifiesta en: aliento a los presupuestos participativos para el bien común, acceso al poder político por vías alternas donde los partidos políticos son plataforma pero no monopolizan los caminos; el respeto irrestricto a sujetarse a normas de transparencia y rendición de cuentas en el manejo de recursos públicos y aquellos privados destinados al bien común.
Se ha anunciado ya con claridad esta innovadora relación gobierno ciudadanía: se cancelan los recursos públicos para organizaciones de la sociedad civil pero se restauran los gubernamentales, es decir, aquellos que se destinaran, sin reglas, a grupos clientelares o bien, los que una sola persona decida beneficiar para tenerlos cerca “maiziándolos”, entregando el dinero de manera directa a los elegidos. De ahí que una sola persona decide que se cancele la ayuda a las estancias infantiles para apoyar a madres trabajadoras.
Una visión miope del tercer sector
Calificar a las organizaciones de la sociedad civil como “intermediarias” es de un simplismo donde se socavan sus aportaciones:
• Las organizaciones civiles contribuyen y movilizan recursos adicionales provenientes de particulares para atender grupos vulnerables, en desventaja, en situación de exclusión o pobreza. También generan empleos con la consecuente ampliación de la base tributaria.
• Precisamente por la desconfianza de los gobernantes, legisladores y líderes políticos, se ha erigido un régimen legal que, a diferencia de los partidos, sobre vigila y regula su actuación.
• Ofrecen servicios allende donde no existe un interés de la empresa ni capacidad gubernamental de atender a determinados grupos sociales o problemáticas concretas.
• Generan propuestas vanguardistas para solucionar problemas donde los beneficiarios son protagonistas y corresponsables en transformar sus condiciones adversas y erigir un mejor futuro.
• Propician el diálogo y la convivencia de puntos de vista distintos que fluyen en mejorar políticas públicas
• La posibilidad de generar actitudes de solidaridad, tolerancia y respeto, cuán necesarios en una sociedad atomizada
• Movilizan miles de voluntarios para atender diversas causas en todo el país
• La gestión de recursos suele ser en muchos casos mas eficiente que los gastos en los que incurre la burocracia.
• Propician la participación ciudadana, precisamente lo que más alerta a un gobierno.
Conclusión
Señoras y señores, un nuevo Dr. Frankenstein está trabajando en confeccionar, rediseñar y resucitar al Ogro Filantrópico. Ese monstruo que se caracteriza por habitar y ser parte de un estado centralista, autoritario y altamente “generoso…” pero sólo con aquellos que le sean fieles, que sean incondicionales y que obedezcan sin cuestionar.
Es el restablecimiento de ese estado que se refleja en un padre autoritario que señala a donde se canalizarán los recursos públicos pero que, para disfrazar sus decisiones, las “consensa con el pueblo bueno” ya sea en asambleas o en consultas a modo. Se vislumbra pues, un difícil escenario en los próximos 6 años para las organizaciones de la sociedad civil.
Emilio Guerra Díaz
Emilio Guerra cuenta con amplia experiencia en la Gestión de la RSC, destacando su trabajo en el área de vinculación con la comunidad que potenciar la inversión social empresarial. Ha gerenciado fundaciones empresariales.
Estoy aterrada; lo que leo confirma todas las noticias que he visto y recibido; el señor López Obrador no tiene idea de lo que hacemos las OSC y no nos conoce; no somos intermediarios sino colaboradores para el desarrollo de comunidades y grupos que necesitan atención; formamos capital social.
Qué lamentable que se tenga una visión tan miope. Tendremos que unirnos para demostrar la fuerza de la Sociedad Civil, y más vale que sea como aliados!
Querido Emilio, ¿no existen leyes que impidan que el ejecutivo, de un plumazo, elimine la corresponsabilidad de los ciudadanos y la oportunidad de miles, o millones, de mexicanos y mexicanas que, a través de las organizaciones de la sociedad civil, contribuimos a la economía y al desarrollo social, político, científico, educativo, cultural y demás ámbitos de este país en el que hemos decidio orgullosamente vivir?
¿Para trabajar y llevar comida a nuestras casas hemos de incorporarnos al entorno lucrativo donde el objetivo primero es la generación de dinero sin tener necesariamente una devolución social?
En el gobierno estan haciendo recortes de personal, y las OSC sin recursos, ¿que alternativa tendremos en este Mexico nuestro?
Hemos suplicado por un cambio en este México nuestro. Las experiencias compartidas, han sido todas. Mordidas. Trabajos mal pagados. Trámites engorrosos de lo que sea… burócratas con pésima actitud y con cero aptitud. Abusos de autoridad… cultura de «el que tranza no avanza» y ves llegar está «amenaza» que le pone freno a tanto abuso y tanto rico sin esfuerzo… Perdóname por tratar de creer que en esta utopía, puede haber mayor justicia y oportunidades para todos.