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El interminable debate de la «S» en la RSE

Es de suponer que todo obedece a alguna razón, aunque no siempre ésta sea evidente a nuestros ojos. Lo cierto es que en las últimas semanas se ha reproducido el sempiterno debate acerca de la presencia de la «S» en el acrónimo de nuestra RSC o RSE.

Aunque ya parecía un debate gastado y casi olvidado, nos ha sorprendido reapareciendo en las últimas semanas en las redes sociales, en los debates públicos y en la prensa digital.

En la presentación del libro de Josep Maria Lozano en Madrid el pasado 29 de octubre, un relevante ponente lanzó un encendido ataque hacia la consideración del concepto «social» en la RSE, argumentando que «la RSE había muerto para dar paso a la ESG», y defendiendo que la «S» de ESG ya no representaba la palabra «social» sino «sostenible» (sustainable).

Reconozco que entonces me hizo dudar, pero afortunadamente un reciente post de Maria Prandi ha disipado definitivamente mis dudas. Efectivamente, la «S» de ESG sigue significando «social». Un verdadero alivio, porque parecía por un momento que la palabra «social» comenzaba a desvanecerse ante nuestros ojos al hablar de RSE.

Desde estas páginas de Diario Responsable hemos visto evolucionar el concepto, las implicaciones y el alcance de la RSE. Los lectores de DR tenemos el privilegio de acceder a artículos escritos por verdaderas autoridades en la materia que nos van orientando acerca de lo que debería ser RSE y lo que no.

Pero hay algo inquietante en esto: conocemos bien el discurso de las empresas pioneras, innovadoras y líderes en RSE, pero ¿qué pasa con el resto? Es decir, las empresas convencidas son minoría, grandes pero pocas.

La enorme legión de empresas que no están en la vanguardia de la RSE necesitan tiempo para asimilar conceptos e interiorizar estrategias y procedimientos a imagen y semejanza de las grandes, que son las que van marcando tendencia.

Pero ahora resulta que algunas de las que van por delante podrían empezar a poner en duda una de las bases fundamentales del debate: la «S» de «social». No, por favor, no podemos correr tanto, porque nos perderemos en el camino.

Cierto es que hay que romper de una vez por todas con la clásica confusión entre RSE y filantropía. Pero… ¿de verdad alguien que gestione hoy la RSE en su empresa puede confundirse todavía? La «S» refleja la relación de la empresa con la sociedad (con las personas) incluyendo tanto sus interlocutores internos como externos. ¿Cómo podemos pensar entonces que la dimensión social de la empresa ya no es relevante?

El libro del profesor Lozano es muy revelador en esto: la empresa es parte de la sociedad, es un ente ciudadano y que por ello debe actuar de forma responsable y sostenible. ¿Por qué entonces tememos confundir la faceta social de la RSE con la filantropía y nos da tanto recelo mantener la «S» en el acrónimo?

La contribución de la empresa a la sostenibilidad económica del mercado está cada vez más patente en estos tiempos de crisis. Su contribución a la sostenibilidad medioambiental está muy interiorizada y son más y más las iniciativas que permiten a las empresas posicionarse en este sentido.

Sin embargo, la contribución empresarial a la sostenibilidad social dista aún mucho de ser completamente entendida y estar presente en la estrategia empresarial y en la agenda de los negocios.

Definitivamente, hay mucho trabajo por hacer en este sentido. No desvelamos aquí nada nuevo si recordamos la determinante importancia de las multinacionales en el desarrollo de las comunidades y los pueblos, el preocupante progreso del cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y las enormes posibilidades de los proyectos de acción social empresarial estratégica y voluntariado corporativo para la mejora social.

Por favor, no tengamos miedo a la «S». Esta inofensiva letra significa «Social» y eso no puede desaparecer. Acabemos por tanto con las dudas y busquemos otras maneras de innovar en RSE que no generen recelos que pongan en riesgo las iniciativas sociales de aquellas empresas y ciudadanos responsables que, aunque no estén en la cresta de la ola de la RSE pueden hacer tanto por mejorar la sociedad.

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