La noticia de la muerte de Margaret Thatcher, ex primera ministra de Reino Unido, ha generado una gran reacción en todo el mundo. No es una sorpresa, ya que fue una figura muy polémica tanto durante su gobierno de once años (el más largo en su país en el siglo XX) como en las décadas siguientes.
Thatcher sigue siendo la única mujer que ha gobernado a RU como primera ministra y lo hizo con una serie de políticas que ahora se conocen como «Thatcherismo»: la fuerte convicción en los mercados libres, el libre comercio, la competencia y la autonomía. Todo esto es muy conocido, pero se habla muy poco de fue también una de las primeras líderes en tomar en serio el calentamiento global.
Antes de ser conocida como «La dama de hierro», Tatcher tenía una educación como química, un hecho que tal vez ayudo a que viera la importancia de cuidar el medio ambiente, lo cual hizo siempre desde su muy particular forma de ver las cosas.
En una conferencia ante la Asamblea General de la ONU en 1989, la entonces primera ministra advirtió que la degradación ambiental tenía el poder de cambiar por completo la forma de vida de la sociedad occidental. «Este prospecto es un gran factor en los asuntos humanos, que puede compararse en sus implicaciones con la división del átomo y que de hecho podría tener efectos de un alcance aún mayor», dijo.
Ella creía que los efectos de la contaminación global podrían cambiar la forma en la que trabajaba el planeta, pero también que la solución estaba en el libre mercado. En 2002 escribió: «cualquier acción internacional que decidamos tomar con respecto a los problemas ambientales debe permitir que las economías crezcan y se desarrollen, ya que sin crecimiento no se puede generar la riqueza que se necesita para pagar por la protección ambiental»
En temas sociales, su legado es mucho más controvertido. A pesar de haber acabado con muchas pre concepciones de la sociedad británica y de ser la primera mujer con su puesto, no se consideraba una feminista, llegando a a decir que odiaba al movimiento. Durante su gobierno creció la brecha salarial de género, lo mismo que la inequidad en general y los sindicatos perdieron una gran parte de su poder. Además, también se negó a condenar el «apartheid» en Sudáfrica, apoyando la encarcelación de Nelson Mandela.
Fuentes:
The Guardian
Responding to Climate Change
Feministing