La reciente película de Christopher Nolan, titulada «Oppenheimer» (2023), ha captado la atención global al explorar la relación entre J. Robert Oppenheimer y su contribución al desarrollo de las armas nucleares. Este enfoque ha desencadenado un debate en torno a los legados históricos del Proyecto Manhattan, el ambicioso programa surgido durante la Segunda Guerra Mundial con el propósito de crear armas nucleares, según el análisis de Corporate Knights.
A medida que se acercan los aniversarios de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki en 1945, el legado de Oppenheimer brinda la oportunidad de explorar dilemas de responsabilidad social y ambiental que surgieron de la creación de la bomba atómica, algunos de los cuales se desglosan a continuación.
1. El inicio de la carrera armamentista mundial
El Proyecto Manhattan, concebido inicialmente como un esfuerzo para desarrollar una respuesta al conflicto global en forma de armas nucleares, desencadenó un impacto de gran alcance en la geopolítica y la seguridad mundial. La exitosa creación de las primeras bombas atómicas por parte de los científicos del proyecto no solo cambió el curso de la Segunda Guerra Mundial, sino que también estableció un paradigma peligroso.
El poder destructivo inaudito de estas armas marcó el inicio de una carrera armamentista sin precedentes, en la que otras naciones buscaron igualar o superar la capacidad nuclear de Estados Unidos.
2. Daño a la salud y medio ambiente
También condujo a un daño generalizado en la salud pública y el medio ambiente debido a la producción y prueba de armas nucleares. Generó una cultura de secretismo gubernamental con preocupantes consecuencias políticas.
La producción y las pruebas de armas nucleares han perjudicado la salud pública y el medio ambiente de múltiples formas. Por ejemplo, un nuevo estudio publicado en forma de preimpresión en julio de 2023, a la espera de una revisión científica por pares, revela que las consecuencias de la prueba nuclear Trinity llegaron a 46 estados de EE. UU., así como a partes de Canadá y México.
Docenas de familias que vivían cerca del sitio, muchas de ellas hispanas o indígenas, estuvieron expuestas a la contaminación radiactiva. Hasta el momento, no se han incluido en el programa federal de compensación a los mineros de uranio ni a los «downwinders» que desarrollaron enfermedades relacionadas con la radiación después de la exposición a pruebas nucleares atmosféricas posteriores.
3. Suelo y agua contaminados
La producción de armas nucleares también ha expuesto a muchas personas, comunidades y ecosistemas a la contaminación radiológica y química tóxica. Aquí, el legado de Oppenheimer ofrece lecciones preocupantes.
A partir de 1944, los trabajadores del sitio remoto en el este del estado de Washington irradiaron combustible de uranio en los reactores y luego lo disolvieron en ácido para extraer su contenido de plutonio.
Los nueve reactores de Hanford, ubicados a lo largo del río Columbia, EE. UU. para proporcionar una fuente de agua de refrigeración, descargaron agua contaminada con productos químicos radiactivos y peligrosos en el río hasta 1987, cuando se cerró el último reactor en funcionamiento.
La extracción de plutonio del combustible irradiado, una actividad llamada reprocesamiento, generó 56 millones de galones de desechos líquidos mezclados con venenos radiactivos y químicos. Los desechos se almacenaron en tanques subterráneos diseñados para durar 25 años, asumiendo que se desarrollaría una solución de eliminación más adelante.
4. Importancia de la responsabilidad gubernamental
Es alentador ver que el senado de los Estados Unidos ha tomado medidas para ampliar la Ley de compensación por exposición a la radiación, incluyendo a las comunidades cercanas al sitio de prueba de Trinity.
Sin embargo, el proceso de reconocimiento y compensación para estas comunidades ha sido largo y difícil, lo que pone de manifiesto la importancia de la responsabilidad gubernamental en casos de daños causados por sus propias actividades.
La producción de armas nucleares ha llevado a la contaminación radiológica y química tóxica de áreas extensas. El ejemplo de Hanford es especialmente ilustrativo, ya que sus operaciones de extracción de plutonio dejaron una herencia de desechos líquidos altamente peligrosos. Las dificultades técnicas, administrativas y políticas han entorpecido los esfuerzos para tratar y eliminar adecuadamente estos desechos.
5. Cultura del secreto gubernamental
La cultura del secreto gubernamental, como se retrata en la película «Oppenheimer», ha sido una característica constante en la historia de las armas nucleares. Aunque es comprensible la necesidad de salvaguardar los conocimientos y tecnologías peligrosas, esta cultura de secretismo se ha expandido más allá de los límites necesarios.
Hanford nuevamente ilustra este punto, con el gobierno liberando deliberadamente gases tóxicos al aire en el pasado para monitorear las actividades nucleares soviéticas. La comunidad local sufrió las consecuencias, enfrentando enfermedades y muertes sin conocer la fuente de los problemas, debido en gran parte al secreto gubernamental.
En última instancia, el legado de Oppenheimer invita a la reflexión con el Proyecto Manhattan y nos recuerdan la importancia de abordar responsablemente los desarrollos científicos y tecnológicos, especialmente aquellos que tienen el potencial de causar daño social y ambiental a gran escala.
Las lecciones aprendidas sobre el legado de Oppenheimer deben ser utilizadas para guiar decisiones éticas y políticas en el presente y el futuro. El trabajo para comprender y mitigar los impactos de la producción de armas nucleares, así como la promoción de la transparencia y la responsabilidad, continúan siendo desafíos cruciales que se deben abordar como sociedad global.