William Gates se ha convertido en una caja de sorpresas. Hace tres años firmó una petición a las autoridades de su país para que revisaran las leyes de herencia y eliminarán los privilegios de los hijos de multimillonarios. Ayer publicó su primer carta como presidente de la mayor fundación filantrópica del mundo. Lo menos que podemos decir de esta epístola es que está llena de sensibilidad.
¿Bill Gates, sensible? Los que hayan leído las biografías no autorizadas del fundador de Microsoft tienen derecho a dudarlo. James Wallace lo pinta en Hard Drive como egomaniaco y antisocial. Jennifer Edstrom y Martin Eller relatan en Barbarians led by Bill Gates su dureza en las batallas para controlar la industria informática en los noventa.
El hombre que firma la carta de la Fundación Gates exhorta a las personas acaudaladas a compartir parte de sus bienes en estos momentos de crisis: “Los ricos tienen una responsabilidad de invertir para reducir la desigualdad… si no lo hacen, saldremos de esta crisis teniendo un mundo que será todavía más desigual, con menos oportunidades para que la gente mejoren sus vidas”.
El fundador de Microsoft expresa su convicción de que la tecnología proveerá algunas de las soluciones imprescindibles para salir de la crisis, aunque esboza un pronóstico de que la actual recesión durará más de dos años. En ese contexto, expresa su preocupación de que los gobiernos reduzcan su presupuesto para salud y educación. Estos no son temas que el mercado puede resolver, afirma con argumentos. “La educación y la salud son inversiones de largo plazo, que tienen alto riesgo y altos rendimientos, pero las ganancias que ofrece no son financieras”.
William Gates III haciendo un elogio apasionado de ganancias que no son financieras sino sociales. Vivir para creer. Esto hubiera sido imposible en la década de los noventa. Gates ha cambiado y hay que reconocerlo. En ello pesa la influencia de Warren Buffet y la de su mujer, Melissa. Ella proviene de una familia de clase media y, al parecer, logró el milagro de ablandar el corazón del genio de la informática. Parece el argumento de una película de Hollywood. Nosotros, que somos tan buenos para piratearnos películas y fusilar argumentos, ¿cómo hacemos para convertir a algunos de nuestros héroes de Forbes en caudillos de la filantropía?
Fuente: Milenio