La persistencia de la crisis económica está provocando graves crisis empresariales, algunas de las cuales conllevan su liquidación definitiva. En medio de estas aguas agitadas, las pequeñas y medianas empresas sufren con una gran dureza las consecuencias negativas del impacto que la crisis ha tenido en su clientela, ya sea el público directo, otras empresas o el sector público.
La crisis tuvo origen en modelos de gestión poco sostenibles, faltos de rigor, construido sobre hipótesis falsas, y en determinados casos por conductas carentes de ética. A pesar de que ahora poca gente discute que habría que avanzar hacia una economía más sostenible, no sólo en términos ambientales sino también de responsabilidad social en general, lo cierto es que este desiderátum topa con la incredibilidad a la hora de concretarlo en cada empresa en particular. Una cosa es el deseo general y otro cada caso concreto. ¡Y así vamos!
Aun son pocas las empresas que han optado por unos modelos de gestión más avanzados que incluyan la RSE de una manera integrada dentro del modelo organizacional, y que abarque todas sus perspectivas, ya sean procesos internos, relación con grupos de interés, modelo comercial, etc.
El compromiso empresarial en RSE
Si este es el contexto, la realidad de la RSE puede parecer muy escuálida, no nos parece que sea hora de hacer una lectura negativa sino más bien al contrario. Queremos ofrecer una visión muy positiva.
En primer lugar porque, a pesar de que la RSE pueda haber ralentizado su desarrollo, en absoluto está mermando. Las empresas comprometidas continúan con sus políticas y otras se van añadiendo. Como era previsible, se han recortado presupuestos en todas las áreas y, por tanto, han disminuido las acciones sociales. Ya se recuperarán. Pero la lectura fundamental es clara: aquellos que, un lustro atrás, decían que en la primera crisis que apareciera todas estas políticas de RSE se desharían como un azucarillo erraron. La profecía no se ha cumplido porque el análisis era incorrecto. La RSE no era una mera filantropía hecha de manera más compleja ni era un marketing evolucionado, sino que estamos ante un estilo de gestión empresarial que no tiene marcha atrás.
Pero, entonces, ¿nos debe preocupar que aún sean pocas las empresas comprometidas?
Según nuestro juicio, responderíamos que relativamente. Es evidente que la RSE avanza lentamente y que la crisis le ha puesto las cosas más difíciles. Pero a menudo se comete un error de magnitud que consiste en comparar el número de empresas presuntamente implicadas con el total de las empresas del territorio correspondiente, obteniendo un porcentaje ínfimo que no tiene ningún sentido dado el razonamiento que a continuación expondremos.
La RSE es un enfoque apto para empresas bien gestionadas y con una cultura organizativa avanzada. Dicho de otro modo, ¡no hay empresas mediocres que hablen de RSE! Las empresas que optan por la RSE son organizaciones que antes han trabajado mucho en calidad, en los procesos ambientales, en calidad laboral, y hay un momento que dan el paso de un modelo de excelencia empresarial clásica a un modelo de excelencia social.
El número de empresas que hacen este paso es cada vez más importante entre las que cumplen las condiciones básicas que hemos mencionado, a las que aún añadiríamos otras condiciones necesarias como un liderazgo interno sólido, una orientación a la gestión del cambio guiada por una visión, una orientación misional a la creación de valor que no se entienda únicamente en clave de beneficios inmediatos… Para saber si la RSE avanza de manera sólida tenemos que mirar el porcentaje sobre el total de las cumplen estos requisitos ya que este es el terreno sobre el que florece la RSE. Hacerlo de otra manera -aparte de frustrante- no tiene sentido porque el objetivo no puede ser que todas las empresas acaben haciendo RSE. Oí una vez un representante sindical de la CONC expresando que «yo nunca pediré que todas las empresas hagan RSE; me conformo con que todas cumplan con la ley». Y es que sobre cada empresa podemos tener unas expectativas diferentes según cuál sea el modelo.
Poner como objetivo que las mejores empresas vayan abrazando la RSE es el verdadero objetivo, y no sólo en términos de realidad sino también porque esta debe ser la estrategia: hacer que las empresas líder, las más dinámicas, las más avanzadas, las mejores, sean empresas socialmente responsables, porque estas son las que arrastrarán las demás y porque es la forma de demostrar por la vía práctica que hacer las cosas bien aporta beneficios sostenibles.
Fuente: Diario Responsable
Josep Maria Canyelles
Experto en Responsabilidad Social de las Empresas y Organizaciones. Promotor del think tank Responsabilitat Global. Promotor de collaboratio, iniciativa para los Territorios Socialmente Responsables. Coordinador de la Comisión de RS de la Asoc. Catalana de Contabilidad y Dirección. Asesor técnico de la Cámara de Comercio de Barcelona en materia de RSE. Colaborador de la Asoc. para las Naciones Unidas en materia de RS. Asesor de gobiernos en RS. Ha realizado una comparecencia parlamentaria en la Subcomisión de RSC del Congreso de los Diputados en calidad de experto. Colaborador docente de diferentes universidades y programas formativos de alta dirección.
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