Por: Antonio Vives
El 25 de febrero de 2011 el Pacto Mundial de las Naciones Unidas lanzó el Programa de Diferenciación, a través del cual las empresas deberán clasificarse, en sus reportes al Pacto Mundial en dos categorías:
· Activas PM. Deben reportar el compromiso de la dirección de la institución, informar sobre las políticas y actividades en los 10 principios y los resultados del logro de sus metas.
· Avanzadas PM. Además deben reportar el progreso en 24 criterios avanzados (gobernanza, cadena de valor, reportes, etc.), incluir un afidávit de que el informe incluye información sobre estos criterios e incorporar una autoevaluación sobre cómo están cubiertos los criterios en el informa.
Las empresas que no cumplan con los requisitos mínimos de información (nótese que no se habla de acción), serán colocadas a prueba, en categoría de aprendizaje, por un período de 12 meses, para que logren la categoría de Activas.
Este programa de diferenciación permitirá las empresas declarar que cumplen niveles de exigencia mayores. Sigue la misma idea que las auto declaraciones del GRI, donde declaran el nivel de cumplimiento con los requisitos de reporte GRI que la empresa cree que cumple. Sn embargo es de notar que el GRI no solamente tiene tres niveles de cumplimiento (A, B, C), sino que permite que la información sea asegurada por entes externos (con lo cual se añade un plus “+”) y que luego sea además verificada por el mismo GRI (con lo que le añade al sello “GRI verified”).
La propuesta del Pacto Mundial solo tiene dos categorías, y no es verificada ni por externos ni por el mismo Pacto Mundial.
Es de notar que los requisitos para el nivel de “Avanzada” se dirigen fundamentalmente a que la empresa tome responsabilidad por lo que reporta, porque ni la información ni la acción será verificada por nadie, aunque se colocará en el sitio web del Pacto Mundial. O sea, “reporta, asegúrame que lo que reportas es lo que debes reportar y júrame que lo que reportas es correcto”. Obviamente que hay un elevado grado de desconfianza en lo que la empresa reporta.
Esto es un reflejo de que la participación es el Pacto Mundial es tomado con poca seriedad por muchas empresas y que el mismo Pacto Mundial tiene dudas sobre la honestidad de las empresas.
El problema es que el Pacto Mundial quiere ser masivo y por ello sacrifica calidad. No tiene la capacidad para verificar. Apenas verifica que cada tres años envíen un reporte. Cualquiera puede ser miembro y solo tiene que reportar una vez cada tres años. Nadie verifica y no se exige que haya acción. Se puede reportar que se hace muy poco y con ello cumple los requisitos. No se piden niveles de acción, aunque es de esperar que con el nivel “avanzado”, las empresas que opten a ello se lo tomen más en serio y no solo se comprometan a la acción voluntaria, sino que lo hagan.
De hecho, el mismo lanzamiento de un programa de diferenciación es una indicación clara de que consideran que la masificación no ha producido avances y hay que establecer una categoría para diferenciar los que sí hacen algo, de los que hacen poco o nada. Es un reconocimiento de que la masificación no ha funcionado.
En nuestro artículo Pacto Mundial: ¿esto es todo?, julio del 2008, decíamos: “ .pero para que el Pacto Global agregue valor, debe volverse un club más exclusivo, uno que implique un “costo de membrecía”, es decir, uno que exija una conducta responsable a todos sus miembros.” www.globalcompactcritics.blogspot.com/search?q=vives y en www.cumpetere.com)
Las empresas tratan de diferenciarse de la competencia. El Pacto Mundial trata de diferenciarse de sí mismo. ¿No sería preferible tener solo el grupo “bueno”?
Como es conocido, las empresas pueden adherirse al Pacto Mundial enviando una carta expresando el deseo y compromiso de honrar los 10 principios, lo que les permite anunciar que son “miembros”. A cambio adquieren la obligación de presentar, por los menos una vez cada tres años, información sobre lo que hacen en cumplimiento de los principios del Pacto. El castigo por no reportar es de la expulsión del Pacto. Lo único que se verifica es que han entregado el reporte.
Para apreciar la ligereza con la que se toman muchas empresas su membrecía, ya se han expulsado 2.048 (miembros 6.066 a enero 2011) por ni siquiera reportar (y en el año 2010 dio una moratoria a las expulsiones). No hay información sobre niveles de cumplimiento con los Principios de aquellos que continúan siendo miembros.
España tiene el mayor número de adherentes con 877, el mayor número que reportan con 510 ,el mayor número de “no reportan” con 208 y el tercer número de expulsados con 159 (para las estadísticas en otros países ver www.globalcompactcritics.blogspot.com)
Los reportes se publican en el sitio del Pacto. Presumiblemente organizaciones de la sociedad civil y otras empresas pueden verificar la información y denunciar, pero ello no ocurre. No hay mucho interés en el análisis serio del cumplimiento de las empresas con los principios del Pacto Mundial. El Pacto solo se preocupa de la frecuencia de reporte.
Afortunadamente ahora hay algún progreso, por lo menos algunas empresas se lo tomarán más en serio para diferenciarse de la masa inocua y servirán de ejemplo.
Repetimos la recomendación que hicimos en el artículo mencionado hace casi tres años: “Aunque resulte políticamente complicado para un organismo multilateral realizar un juicio de valor sobre la conducta de una empresa, no puede evitarse este paso si se desea que el Pacto Global continúe manteniendo su credibilidad. Alguien lo tiene que hacer. Como mínimo, debe alentar a las organizaciones de la sociedad civil a que monitoreen, por su cuenta, a los miembros del Pacto Global, y que estas informen acerca de las prácticas responsables de las empresas. Tal como se plantea en la actualidad, el Pacto Global corre el riesgo de volverse irrelevante en asegurar prácticas responsables”
¿Un nuevo Pacto Mundial? No todavía, pero por lo menos hay progreso. Algo es algo.
Antonio Vives
Con un Ph.D. en Mercados Financieros de Carnegie Mellon University y con una trayectoria como profesor en 4 escuelas de negocios, Antonio Vives es actualmente catedrático y consultor en la Stanford University. Socio Principal de Cumpetere. Ex-Gerente de Desarrollo Sostenible del Banco Interamericano de Desarrollo. Creador de las Conferencias Interamericanas sobre RSE. Autor de numerosos articulos y libros sobre RSE y del blog Cumpetere en español.