El Papa Francisco recibió a los integrantes de los seleccionados de fútbol de la Argentina, con Lionel Messi como estrella destacada, y de Italia, y ante estos súper profesionales y casi todos millonarios, les advirtió la «responsabilidad social» que tienen ante multitudes que los siguen «dentro» y «fuera» de la cancha y abogó por portar «humanidad» en medio de tanto negocio.
El Papa apareció a las 12 en punto (7 de la Argentina) en la Sala Clementina, en el Vaticano, cuando unas doscientas personas ya colmaban ese magnífico espacio.
Messi, quien tras la audiencia fue el primero en ir a saludarlo, contó luego en una conferencia de prensa que fue un «día muy especial e inolvidable por lo vivido» y dijo, en nombre de todo el seleccionado, estar «orgullosos y felices de ser parte de esto».
El encuentro del que además participaron unos cincuenta dirigentes argentinos, fue en la víspera del partido que mañana se jugará en honor al Papa desde las 15.45 de la Argentina en el Estadio Olímpico de Roma.
«Será un poco difícil para mí hinchar por una u otra selección, pero por suerte será un amistoso», confesó Francisco hablando tanto en castellano como en italiano.
En ese imponente escenario el Pontífice exhortó porque más allá de que el fútbol se fue convirtiendo en un negocio, los jugadores mantengan el carácter «deportivo», «aficionado» y «amateur».
Pero sobre desde su imagen blanca frente al auditorio, dio dos mensajes, apuntados a los problemas del fútbol en ambos países.
Exhortó contra la discriminación, que se da tanto en las canchas de la Argentina como en las de Italia, pero también tácitamente contra la violencia, al recordarles que son portadores de «responsabilidad social» y de «humanidad».
Fueron los presidentes de las dos federaciones, de la italiana (FIGC), Giancarlo Abete, y el de la AFA, Julio Grondona, quienes hicieron una breve introducción.
Grondona, pese a ser el mandamás del fútbol durante 34 años fue al Vaticano a pedirle al Pontífice para que las canchas vuelvan a ser como cuando el hoy Obispo de Roma iba a ver su querido San Lorenzo en los 40 y 50 y que la familia vuelva a los estadios, de los que se apartaron por la violencia creciente, de la que los dirigentes se desentendieron hasta que el problema se convirtió en un drama.
«Ustedes, queridos jugadores, son muy populares, la gente los sigue mucho, no solo cuando están en la cancha sino también fuera. Eso es una responsabilidad social», sostuvo el Papa.
Y agregó: «antes de ser campeones, son siempre hombres, personas», dijo, y les pidió que sean «portadores de humanidad en el deporte y como en la vida».
El Papa recordó luego sus pasos por el Viejo Gasómetro cuando seguía al San Lorenzo del 46 y a su ídolo, René Pontoni, integrante de una delantera fenomenal con Armando Farro y Rinaldo Martino.
Fue cuando Marcelo Tinelli, vice de San Lorenzo, se acercó para entregarle un presente, entre tantos que recibió, como una imagen tallada en madera de San Francisco de Asís, de quien Bergoglio adoptó su nombre al ser ungido jefe de la Iglesia Católica Universal, una bandeja de plata, camisetas autografiada y claro, entre ellas, una del seleccionado argentino con su nombre pontificio en la espalda.
Italia también le entregó una de la «azzurra» como la que mañana utilizarán los jugadores locales. También le acercaron revistas deportivas con el Papa en la portada.
El Papa también recibió un plantín de olivo, de parte de los capitanes, el arquero italiano Gianlugi Buffón y Messi, para ser plantado como mensaje de concordia.
Bergoglio hizo una bendición general pero luego, como suele hacer, saludó uno por uno de los asistentes, todos vestidos por protocolo con ambos oscuros.
También se acercó Tula, otrora barra brava de Rosario Central, un personaje que integró comitivas presidenciales y es habitué a los viajes del seleccionado, vaya donde vaya, cueste lo que cueste pasaje y estadías. Y hasta hizo sonar una vez el bombo en la imponente Sala Clementina, ante gestos adustos de miembros eclesiásticos desconocedores de las andanzas del entorno futbolero argentino.
Fuente: MinutoUno
