¿En qué piensas cuando te hablan de «diversidad en el lugar de trabajo»? Para muchas empresas, esta palabra se ha convertido en sinónimo de «contratar más mujeres», una meta que suele fijarse solo después de dar un vistazo a sus números y descubrir que la mayoría de sus colaboradores son hombres. Este es un fenómeno que puede observarse con claridad en Silicon Valley, ya que las compañías, desde las más grandes como Google hasta las startups, han comenzado a preocuparse por tener grupos de trabajo más equitativos.
El problema es que ambos conceptos («diversidad» y «contratar a más mujeres») no significan lo mismo y que el unirlos puede crear más divisiones que unión entre las minorías. Esto es lo que discute Erica Joy, quien es una mujer de raza negra que trabaja en Silicon Valley, en un reciente artículo en Medium. En su texto, explica cómo las conferencias para mujeres en la industria se convierten en conferencias sobre «mujeres blancas en la industria», mientras que los paneles de empresas que impulsan la diversidad son más bien paneles sobre cómo contratar a más mujeres blancas.
Sobre la Women Techmaker’s Summit, una conferencia organizada por Google en 2014, dice «la cumbre en sí fue muy buena. Si yo fuera una mujer blanca en el mundo de la tecnología, probablemente habría estado encantada con todo. Pero soy una mujer negra en el mundo de la tecnología, así que las cosas no se sintieron tan bien para mí.»
Esta cumbre no es la única, Joy describe también un evento de la marca Salesforce que llevaba por tema «Construir un lugar de trabajo incluyente», pero en el que los ejecutivos participantes admitieron que cuando hablan de diversidad se están enfocando en las mujeres, ya que «si todo es importante, nada es importante.» Mientras tanto, en la edición 2015 de la Grace Hopper Conference, organizada por el Anita Borg Institute con el propósito de «celebrar a las mujeres en la computación», no participará ni una sola mujer negra como oradora.
Por su parte, en un muy interesante artículo para The New York Times, la escritora Anna Holmes se pregunta si la diversidad ha perdido su significado, ya que las empresas suelen pensar que se trata de contratar a dos o tres personas «diversas» pero no van más allá. Parte de este problema, argumenta Holmes, es que nadie sabe bien qué significa el término:
¿Es una variedad de personas en el escenario en una premiación o en el consejo de empresas Fortune 500?, ¿es un número bruto?, ¿es quién está en una posición de poder para contratar, despedir y moldear la cultura externa e interna?, ¿es quién no está en el poder, pero podría estarlo algún día?», se pregunta.
La situación puede parecer única de Estados Unidos, pero se trata de una trampa en la que pueden caer compañías en todo el mundo. Diversidad no significa solamente contratar a mujeres preparadas y privilegiadas, significa en verdad buscar una fuerza de trabajo heterogénea, en la que haya espacio para personas con discapacidad, personas de distintas razas, personas LGBTI y de otros grupos vulnerables o minorías, así como candidatos con antecedentes e historias de vida. En esta misma línea, tampoco significa que simplemente tener a personas «diversas» solucione los problemas de discriminación de la compañía o del mundo. Se debe hacer un trabajo más profundo en el que la diversidad no sea un fin ni una obligación sino «un punto de partida desde el cual se logra un mundo más integrado y texturizado», según propone Holmes.
Así, Salesforce se equivoca al decir que por el momento se enfoca solo en mejorar su índice de equidad de género, ya que lo que está diciendo en realidad, como bien señala Joy, es que las otras minorías tienen que «esperar su turno» y que se trata de una meta cuantitativa y superficial, que no toma en cuenta todas las posibilidades de la diversidad.